27/09/2024 18:23
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Hoy recordaremos a dos falangistas a los que la muerte anudó sus destinos tragicos.
Pedro del Real nació en el típico Bilbao de las «Siete Calles», ya de muy joven cuando cursaba sus estudios de Bachillerato, demostró sus extraordinarias condiciones de organizador político iniciando su militancia con los «legionarios albiñanistas».
 
Años después trasladó su residencia a Madrid, donde entra en contacto con Ramiro Ledesma, Álvarez de Sotomayor, Juan Aparicio, Guerrero Fuensalida y el núcleo primitivo de fundadores de las JONS, tarda horas en integrarse en el grupo.
 
Sufre prisión como jonsista, como consecuencia de una enérgica protesta contra la FUE en la Universidad a la que le acompañan los hermanos Miralles.
 
Una vez producida la unificación entre la Falange y las JONS, Pedro refuerza su actividad política hasta el punto de ser objeto de diversos atentados de militantes de izquierdas, de los cuales afortunadamente siempre salió ileso.
 
Su paso por la Cárcel Modelo de Madrid se convierte en habitual, viéndose envuelto en varios procesos de los cuales siempre salió airoso por la defensa jurídica- legal de José Antonio.
 
En su militancia en la Primera Línea de la Milicia de Madrid, conoce y traba amistad con otro camarada, el jovencísimo Jesús Hernández, que cuando ingresó a principios de 1934 en Falange solo contaba con 15 años, al igual que Pedro provenía de las JONS.
 
Al atardecer del 23 de marzo de 1934, Jesús Hernández, estudiante de Bachillerato, cuando en compañía de otros dos camaradas transitaba por la Calle Augusto Figueroa cerca de la Casa del Pueblo Socialista, supuestamente recibió un disparo de bala de un grupo que les seguía a escasos metros, de inmediato fue trasladado a la Casa de Socorro más cercana donde se le diagnosticó una herida de bala sin orificio de salida de carácter muy grave con rotura de la femoral.
 
Ante la gravedad de la herida fue trasladado de inmediato al Equipo Quirúrgico de Centro, donde fue operado de urgencia a pesar de la gran pérdida de sangre.
 
En las inmediaciones del lugar del atentado unos guardias detuvieron a un militante de la CNT, Miguel García Guerra, y a los dos falangistas que acompañaban a Jesús,( Barrallo y Moreno), ambos estudiantes los cuales reconocieron al militante anarquista como autor de los disparos.
 
A pesar de la gravedad de la herida, Jesús Hernández logró prestar declaración sin reconocer al autor de los disparos, ya que declaró que se los hicieron por la espalda.
A los dos días, y en la mañana del 25 de marzo, el joven Jesús Hernández falleció como consecuencia del disparo recibido, siendo enterrado el día 27, la noche anterior su cadáver fue velado en un cuartucho del Cementerio del Este por sus camaradas del SEU, los que le dieron guardia de honor.
 
Pero la autoría del atentado se complicó, ya que el día 26 compareció en la comisaría de Policía un estudiante llamado Estepa, que reconoció ser el autor de los disparos, aunque luego admitió haber mentido al haber sido amenazado por unos cenetistas y declarando que la pistola fue recogida por un falangista llamado Pedro del Real, quien entregó el arma a un dirigente de Falange.
 
Ante estas increíbles declaraciones, fueron llamados a declarar Manolo Valdés , en su calidad de Jefe Nacional del SEU y Pedro del Real, a quien se le preguntó acerca del destino de la pistola con la que se había cometido el atentado.
 
El 10 de abril siguiente se celebró el Juicio por el atentado y muerte del joven Jesús Hernández en la Cárcel Modelo de Madrid, el Tribunal de Urgencia absolvió al cenetista García Guerra por falta de pruebas, a pesar de que la acusación, mantenida por José Antonio como Abogado, solicitara su condena.
 
Un año después de la muerte de Jesús Hernández, y después de que Ramiro Ledesma abandonara la militancia en la Falange, publicó un artículo en el periódico «La Patria Libre», en el cual recordaba al joven camarada jonsista, y acusaba veladamente a la entonces Dirección de la Falange de haber permitido que «un niño tuviera en sus manos inexpertas de muchacho de 15 años un «aparato» que en las JONS nunca hubiéramos cometido la ligereza de darle. Y al pobre camarada le ocurrió fatalmente lo que era de temer que le ocurriese, se le disparó mortalmente la pistola».
(Texto literal)
 
Es decir, un año después Ramiro Ledesma niega que Jesús Hernández fuera abatido en un atentado por izquierdistas y atribuye su fallecimiento a un manejo indebido por parte de Jesús de una pistola que le causó la muerte.
 
Si a esas declaraciones de Ramiro le unimos la intervención en los hechos de Pedro del Real, camarada que no acompañaba a Jesús Hernández, y que increíblemente recoge la pistola con la que se dispara a la zona inguinal, sin orificio de salida, y se la entrega a un directivo de Falange, después de que el propio Jesús declarara que no podía reconocer a quien le disparó, pues le hicieron el disparo por la espalda, vemos que la versión del atentado como mínimo es dudosa, y nos hacemos las siguientes preguntas:
– ¿Qué hacía Pedro del Real en las inmediaciones del lugar donde se produjo el disparo, si no iba con el grupo que acompañaba a Jesús Hernández (los camaradas Barrallo y Moreno)?
 
– ¿Cómo consigue Pedro del Real hacerse con la pistola si supuestamente la portaba y disparó con ella un anarquista llamado García Guerra?
 
– ¿Cuál es el motivo y las pruebas que llevaron a Ramiro Ledesma, un año después de la muerte de Jesús, a declarar públicamente que el niño jonsista no había fallecido como consecuencia de un atentado sino por manejar indebidamente la pistola que portaba?
 
– ¿Cómo es posible que el Tribunal de Urgencia absolviera al anarquista García Guerra por falta de pruebas, si como consta en el sumario dicho cenetista fue reconocido como autor del atentado por los camaradas que acompañaban a Jesús?
 
A la salida del Juicio por la muerte de Jesús Hernández y cuando José Antonio transitaba con su vehículo por la Calle Princesa, fue objeto de un atentado personal (tiraron dos petardos a su coche y fue tiroteado) del cual ya hicimos una reseña anterior.
 
Como consecuencia de la muerte de Jesús Hernández, se modificó la Ley en el sentido de prohibir a los menores de edad militar o afiliarse a ningún partido político, esta prohibición no perjudicó a Falange ya que los menores eran encuadrados directamente en el SEU.
 
A pesar de todo lo anteriormente expuesto, Jesús Hernández figura en la lista de los Caídos de la Falange, y su nombre en letras doradas formó la Centuria del «Telón de los Caídos».
 
Volviendo a Pedro del Real, nos encontramos con que al inicio de la Guerra Civil se encontraba cumpliendo su Servicio Militar, precisamente en el «Cuartel de la Montaña», donde interviene en la defensa del mismo junto con los camaradas de Falange que consiguieron entrar, y ante la rendición del General Fanjul, logra escapar del cuartel.
 
Pedro intenta esconderse en varios domicilios hasta que al final el 21 de agosto de 1936 es detenido por los milicianos y vuelve nuevamente a la Cárcel Modelo, de la que salió por última vez en la tarde del 4 de noviembre, junto con Alejandro Salazar (Jefe Nacional del SEU), Manolo Sarrión (ayudante del Bufete de José Antonio), Juan Canalejo (Jefe Territorial de la Primera Línea Gallega), Luís Ponce de León (Jefe de la Primera Línea de Madrid) y otros camaradas en dirección a Rivas-Vaciamadrid, donde en la madrugada fueron todos asesinados.
 
Las vidas del joven Jesús Hernández y de su camarada Pedro del Real, se cruzaron en su militancia falangista, y se unieron en la muerte por sus ideas comunes, por ello y para que no queden en el olvido de nuestra historia.
 
(Fotos inéditas del Pedro del Real y de Jesús Hernández, cuando este último se encontraba agonizando en la cama del hospital, del archivo de los Guardianes de la Memoria Azul).
 
 
 
 

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REDACCIÓN