21/05/2024 23:43
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Para bajarle los humos al general más joven de Europa y como “castigo” por haber sido la bandera de España de la Academia de Zaragoza la última de la Monarquía en cambiarse por la Republicana y además teniéndoselo que ordenar por escrito

Y ahora nos vamos al Decreto del “Cierre de la Academia General Militar de Zaragoza” que dirigía el jovencísimo general Franco y que tanto se arrepentiría más tarde el “Dictador” Azaña:

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Pero Azaña no tenía límites en su afán “reformista…», y en aquella vorágine de “poder absoluto». Su prisa por legislar -escribe Salas Larrazábal-fue tan grande que no pudo esperar ni siquiera a la Constitución de las Cortes… Aprovechó los tres meses “posrevolucionarios” para inundar las páginas de la Gaceta como si hubiese saltado por los aires la presa de Assuán.

Había dicho en distintas ocasiones que la obligación del Ejército era callar («El Ejército, obediente a la ley, se calla”) y cumplir las leyes que implantase la “política militar” de la República. Que los Ejércitos lo que tienen que hacer es prepararse para la guerra y se acabó. Que la defensa nacional era cosa del Parlamento y de los Gobiernos…

Y en ese afán reformador, “abolicionista o triturador», y prepotente…, no se detuvo ni ante la Academia General de Zaragoza, donde el general más joven de Europa, Francisco Franco, formaba a los futuros oficiales del Ejército.

Ya el 25 de abril del 31 había firmado el “Decreto anulando la convocatoria para exámenes de ingreso en la Academia General Militar” con este texto:

Decreto anulando la convocatoria para exámenes de ingreso en la Academia General Militar. 254-1931. (Gaceta del 264-1931, página 328.)

«La situación en que se hallan las escalas del Ejército activo, por el excesivo número de personal sobrante que las paraliza, ha obligado al Gobierno a tomar medidas extraordinarias para acelerar las amortizaciones indispensables, si quiere llegarse prontamente, como lo exige el bien público, a la adopción de las plantillas normales ajustadas a los cuadros de mando de un Ejército proporcional a las necesidades y a los recursos de la Nación.

La obra emprendida lleva naturalmente a pensar en el porvenir de los jóvenes que aspiraron a la carrera de las armas. Cursan actualmente estudios en la Academia General Militar 523 alumnos, y hay convocados exámenes de ingreso para 100 alumnos más, y en las Academias especiales cursan estudios 339 alumnos. Ninguna persona entendida podrá sostener que los empleos inferiores de la oficialidad del Ejército que las Cortes organicen se cubran exclusiva ni principalmente con los jóvenes procedentes de la Academia general o de las Academias especiales. Habrá que contar con oficiales de otras procedencias que, debidamente instruidos, puedan prestar inestimables servicios, según se ha probado en las guerras recientes, y reservar la posibilidad de acceso al Estado Mayor General a los oficiales seleccionados desde el origen de su carrera.

Con esta perspectiva, la más elemental prudencia aconseja no agravar la situación de las escalas activas, admitiendo en la Academia general nuevos alumnos, que, apenas salieran de ella, se encontrarían seguramente defraudados en sus esperanzas y tendrían derecho a recriminar al Poder público su falta de previsión.

Por tales consideraciones, a propuesta del Ministro de la Guerra, el Gobierno provisional de la República decreta:

Artículo único. Se anula la convocatoria para exámenes de ingreso en la Academia General Militar, inserta en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, de fecha 3 de diciembre de 1930.

Dado en Madrid a veinticinco de abril de mil novecientos treinta y uno.

  • El presidente del Gobierno provisional de la República, NICETO ALCALÁ-ZAMORA Y TORRES.
  • El ministro de la Guerra, MANUEL AZAÑA.»
Merino

Pero fue en junio cuando -por decreto- dio el siguiente paso: el cierre de la Academia General Militar… basándose en “lo desproporcionado de la Academia General y su coste con las necesidades presentes y futuras del Ejército».

Aunque él mismo había dicho ante las Cortes y en sus escritos que estaba contra la Academia por ser ésta benefactora de las clases privilegiadas o refugio de burgueses acomodados.

«¿Cómo se puede reclutar la oficialidad? -se preguntaba en su famoso discurso programático de diciembre del31…-¿Cómo se ha venido reclutando hasta ahora? Imposible. Es decir, poniéndonos delante una plantilla de 4.000, 6.000 u 8.000 oficiales y diciendo: cada año hacen falta 500 tenientes; vayamos a las academias y que las academias nos fabriquen todos los años 500, 700, los que hagan falta, y a esa muchedumbre de jóvenes lanzarla por los escalafones arriba cuando, como vosotros sabéis, estos escalafones son cada vez más angostos y en ellos han de estancarse la inmensa masa de la oficialidad, sin poder hacer carrera. Eso no es sistema. Lanzar por los escalafones, sin ninguna preparación, al soldado no tiene sentido.

En la profesión militar se requieren para el ejercicio del mando profundos estudios, buena cultura, probar las dotes morales e intelectuales del hombre; es decir, someterle a otras pruebas además de la profesional. Hay que buscar una combinación del oficial que llamaremos profesional, de colegio o de carrera, con aquel que no lo es, con el oficial de complemento, y además tener en las canteras de las clases de tropa la más ancha base para los oficiales de filas… ,

Ahí estaba el “secreto íntimo” de don Manuel al decretar el cierre de la Academia General…, ¡en ese afán de “desclasar” a la oficialidad del Ejército…!, ¡en esa aspiración “revolucionaria” de sustituir o deshacer la cúspide del Ejército para introducir en ella a los «complementarios»…! ¿Acaso los mariscales de Napoleón no habían sido casi todos ellos cabos o sargentos y se habían formado en los cuarteles o en la acción…? ¿Por qué entonces mantener una Academia a la que sólo llegan los hijos de papá?

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¡Ay, pero Azaña no contó con Franco!

Azaña

…Y Franco era ya, además del general más joven del Ejército, casi una institución dentro de la familia militar. La biografía más envidiada de todo el Ejército, un valor reconocido por todos…

Y Franco habló…, ¡vaya que si habló!

Lo que no había dicho el 14 de abril (aunque fue mucho decir el no arriar la bandera rojo y gualda hasta que no se lo comunicaron y ordenaron por escrito) lo dijo el 14 de julio, al despedirse de los cadetes en el acto de clausura de la Academia General Militar… porque aquel día, entre otras cosas, el general don Francisco Franco dijo:

«Caballeros cadetes: Quisiera celebrar este acto de despedida con la solemnidad de años anteriores, en que, a los acordes del himno nacional, sacásemos por última vez nuestra bandera y como ayer besasteis sus ricos tafetanes, recorriendo vuestros cuerpos el escalofrío de la emoción y nublándose vuestros ojos al conjuro de las glorias por ellas encarnadas; pero la falta de bandera oficial limita nuestra fiesta a estos sentidos momentos en que, al hacerse objeto de nuestra despedida, recibáis en lección de moral militar mis últimos consejos… Tres años lleva de vida la Academia General Militar y su esplendoroso sol se acerca ya al ocaso. Años que vivimos a vuestro lado, educándoos e instruyéndoos y pretendiendo forjar para España el más competente y virtuoso plantel de oficiales que nación alguna lograra poseer… Los exámenes de ingreso, automáticos y anónimos, antes campo abonado de intrigas e influencias, no fueron bastardeados por la recomendación y el favor, y hoy podéis orgulleceros de vuestro progreso sin que os sonrojen los vicios y caducos procedimientos anteriores… Revolución profunda en la enseñanza militar, que había de llevar como forzado corolario la intriga y la pasión de quienes encontraban granjeria en el mantenimiento de tan perniciosos sistemas… Por ello, en estos momentos, cuando las reformas y nuevas orientaciones militares cierran las puertas de este Centro, hemos de elevarnos y sobreponernos, acallando el interno dolor por la desaparición de nuestra obra, pensando con altruismo: «Se deshace la máquina, pero la obra queda»; nuestra obra sois vosotros, los 720 oficiales que mañana vais a estar en contacto con el soldado, los que lo vais a cuidar y a dirigir, los que, constituyendo un gran núcleo del Ejército profesional, habéis de ser, sin duda, paladines de la lealtad, la caballerosidad, la disciplina, el cumplimiento del deber y el espíritu de sacrificio por la Patria, cualidades todas inherentes al verdadero soldado, entre las que destaca con puesto principal la disciplina, esa excelsa virtud indispensable a la vida de los Ejércitos, y que estáis obligados a cuidar como la más preciada de vuestras prendas…

¡Disciplina…!, nunca bien definida y comprendida.

¡Disciplina…!, que no encierra mérito cuando la condición del mando nos es grata y llevadera. ¡Disciplina!, que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía o cuando la arbitrariedad o el error van unidos a la acción de mando. Ésta es la disciplina que os inculcamos. Ésta es la disciplina que practicamos. Éste es el ejemplo que os ofrecemos… Elevar siempre los pensamientos hacia la Patria y a ella sacrificarlo todo, que si cabe opción y libre albedrío al sencillo ciudadano no la tienen quienes reciben en sagrado depósito las armas de la nación y a su servicio han de sacrificar todos sus actos… Yo deseo que este compañerismo nacido en estos primeros tiempos de la vida militar pasados juntos perdure al correr de los años, y que vuestro amor a las armas de adopción tenga siempre por norte el bien de la Patria y la consideración y mutuo afecto entre los componentes del Ejército, que si en la guerra habéis de necesitaros es indispensable que en la paz hayáis aprendido a comprenderos y estimaros… Compañerismo, que lleva en sí el socorro al camarada en desgracia, la alegría por su progreso, el aplauso al que destaca y la energía también con el descarriado o el perdido, pues vuestros generosos sentimientos han de tener como valladar el alto concepto del honor, que de este modo evitaréis que los que un día y otro delinquieron, abusando de la benevolencia, que es la complicidad, de sus compañeros, mañana, encumbrados por un azar, puedan ser en el Ejército ejemplo pernicioso de inmoralidad e injusticia… Concepto del honor, que no es exclusivo de un Regimiento, Arma o Cuerpo; que es patrimonio del Ejército y se sujeta a las reglas tradicionales de la caballerosidad y la hidalguía, pecando gravemente quien cree velar por el buen nombre de su Cuerpo, arrojando a otro lo que en el suyo no sirvió… Achaque este que por lo frecuente no debo silenciar, ya que no nos queda el mañana para aconsejaros… No puedo deciros como antes que aquí dejáis vuestro solar, pues hoy desaparece, pero sí puedo aseguraros que, repartidos por España, lo dejéis en vuestros corazones, y que en vuestra acción futura ponemos nuestras esperanzas e ilusiones; que cuando al correr de los años blanqueen vuestras sienes y vuestra competencia profesional os haga maestros, habréis de apreciar lo grande y elevado de nuestra actuación, entonces vuestro recuerdo y sereno juicio ha de ser nuestra más preciada recompensa… Sintamos hoy, al despediros, la satisfacción del deber cumplido y unamos nuestros sentimientos y anhelos por la grandeza de la Patria, gritando juntos: «Viva España». -Vuestro general director, Francisco Franco.”

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Fue la primera “voz de alerta” del Ejército, de aquel Ejército que se lo estaba “tragando” todo sin rechistar, dócil y sumisamente…, ¡de aquel Ejército que -como el de los versos de Calderón- todo lo soporta…, menos el que le hablen alto!

Franco lo había recalcado:

«¡Disciplina!, que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía o cuando la arbitrariedad o el error van unidos a la acción del mando…”

¡Arbitrariedad y error…!, del mando. Es decir del ministro de la Guerra. De don Manuel Azaña.

Naturalmente, Franco fue llamado al orden y castigado al ostracismo momentáneo. Porque Azaña, además de autoritario, seguía sintiéndose el “cirujano de hierro” del Ejército.

Pero, este “error” tendría sus consecuencias andando el tiempo…, como lo demostrarla la postura de aquellos cadetes en la hora decisiva del 18 de julio.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Geppetto

La Academia General Militar de Zaragoza fue ideada por el generalJose Villalba y Riquelme y apoyada firmemente por el general Miguel Primo de Rivera.
Primo de Rivera pidio a Villalba queorganizara una comisión de estudios para crear la AGMZ y Villalba, que era un talento reconocido en estas y otras disciplinas militares, la llevo a a efecto en un año de intensa actividad intelectual y formativa con lo mejor que el ejercito ofrecía, mandos cultos y entregados a la obra que hicieron una labor de primerisimo nivel, creando la Academia, buscando la ciudad de acomodo y hasta cuido de dejar establecida como seria dicha Academia, donde se construirian las aulas, los servicios y hasta los barracones de tropa, sin olvidad por supuesto como seria la admision,las edades de los alumnos, los estudios, las horas lectivas, las horas de ejercicios, las materias de estudios y todo de forma minuciosa, como hacia siempre este ilustrado militar que creo el Tercio de Extranjeros, la Escuela de Gimnasia y el espiritu de sacrificio y patriotismo de un Ejercito modelico que se llamo «espiritu africanista» entre otras obras.
Las promociones que salieron de la Academia de Infanteria de Toledo cuando Villalba fue coronel director formaron la elite del Ejercio de la epoca y los apellidos de sus cadetes forman el cuadro de honor del Ejercito en la Guerra de Marruecos y en la Guerra civil.
Villalba fue el coronel que educo a Francisco Franco y le hizo ser un militar de cuerpo entero y un ejemplar mando de tropas, despues fue el coronel que lo llamo a Marruecos y fue su mando hasta que, una vez ascendido Villalba , Franco pidio el pase a Regulares y fue el general y ministro de la Guerra que creo el Tercio desde su idea de hacer un Ejercito colonial, fue el militar que propuso a Primo de Rivera que fuera Franco quien gobernara la Academia y por supuesto Primo de Rivera, que conocia bien la trayectoria militar del joven general, estuvo muy de acuerdo. Franco habia demostrado su nivel cultural al frente de la Revista de Tropas Indígenas, sus escritos eran muy celebrados, se había distinguido formando la Legion y mandandola de forma admirable, era un gran organizador y sabia imponer su caudillaje en tiempos de guerra y de paz, fue el militar que empuño con mano firma la puesta en practica de lo hecho por Villalba y lo hizo de forma impresionante.
Y eso fue precisamente el motivo por el que Azaña cerro el centro de formación de oficiales del Ejercito llamado AGMZ, no era un centro partidista, en ella se enseñaba a amar a España por encima de banderias y rufianerias politicas y eso para un sectario como Azaña no era permisible.

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