4 de noviembre de 2023
Como dijo Dante en su Comedia, «Muchos son los reyes, pero escasos los buenos». Es triste haber llegado al punto en que los ciudadanos patriotas, hartos de traiciones, se dirijan al Rey gritando en estos términos: «Felipe, masón, defiende tu nación». Tan triste como escuchar a los panfletistas, que han tardado más de lo habitual en salir a la palestra, entonar sus mordaces sátiras contra la monarquía y sus representantes:
«Felipe, que estás dormido,
Rey de España «irresponsable»,
nadie te va a echar un cable
cuando pierdas el cocido».
«Felipe «felpudo» Sexto,
Rey de España y pasmarote,
tal vez salves el cogote
si escapas con un pretexto».
El caso es que lo que mueve hoy a muchos ciudadanos a renegar de su Rey -de sus dos últimos reyes- es el desengaño ante tantos reveses; su orgullo herido de españoles ante las humillaciones y fracasos de la monarquía en las casi cinco décadas que van desde 1978. La desesperanza ante un cúmulo de desastres que ya no es posible achacar sólo a los respectivos gobernantes, sino que muchos comienzan a atribuir a la corrupción o debilidad de la corona.
Ante unos reyes incapaces de reaccionar aun cuando traten de esconderse tras el viciado equívoco de su «irresponsabilidad», y a la vista de los grandes traidores que les han rodeado y les rodean, y de las negativas consecuencias de sus actos, lo que se deduce en definitiva de todo ello es la depresión del espíritu español en las postrimerías del siglo XX y primer cuarto del XXI. La conciencia de pueblo desesperanzado, «vencido», junto con la añoranza de un Estado firme y de una nación que, inmediatamente anterior a la nefasta Transición, se hacía respetar y era prestigiosa.
Algunos, cada vez menos, pueden preguntar: «¿Cómo habláis sin respeto al Rey o del Rey?» A lo que sencillamente se debe responder: «Porque perdió la majestad cuando su honor ofendió; que él, que está obligado por ese laurel sagrado que ciñe su frente, fue quien nos quitó tal respeto, y en ese punto se quedó sin el suyo, y sin valor. Un rey no lo es, ni lo será ni lo ha sido, si no reina en voluntades, si tolera o premia a truhanes, alcahuetes y rufianes, y si con tantos errores y dejaciones tiene a la razón, a la patria y al cielo ofendidos. Un rey que se sonríe y acomoda ante las víboras de su patria, ante sus monstruos viciosos y corruptos, ¿en qué tribunal está juzgando, qué dádiva ofrece a dicha patria para que los patriotas le respeten y quieran?»
Sólo queda esperar, por el bien de los entregados a las nobles causas, que la Providencia ayude al despertar y a la recta acción de los libres y magnánimos, y que los coronados de nuestra nefasta Transición, despabilándose también, no dejen la monarquía como algunos de nuestros reyes de no buen recuerdo; es decir, menguada de reinos, agotada de caudales, privada de jueces, desprovista de guerreros, indefensa de fronteras, extenuada de fuerzas, desmoralizada, abatida y pobre por dentro, y menospreciada y escarnecida por fuera.
Autor
- Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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La monarquia con el Rey a la cabeza son los necesarios puntales que soportan el sistema constitucional español, base de todo este increible desastre.
Cuando los rojos y los separatistas tengan ultimado el nuevo sistema político el Rey tendra que coger la puerta y cerrarla por fuera.
Porque tano si lo ve Felipe VI como sino, este regimen politico no aguanta mucho mas y tras de la monarquia no quedaran ni los rabos
Como si la experiencia del padre no hubiera bastado, ahora toca la del hijo, cómplice de los que desean acabar con España.