21/11/2024 11:56
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La falacia de que, en otras épocas de nuestra historia reciente, el uso de las lenguas que hoy son cooficiales en España estaba prohibido ha conseguido que cale profundo en nuestra sociedad. Durante años nos han dicho, de forma persistente, incluso machacona, que el uso del catalán, vasco o gallego estaba perseguido como si se tratase de una suerte de caza de brujas. En este caso, como en otros, esta información, deformada por intereses de determinados grupos de presión, ha contado con el concurso indispensable de los partidos tanto de derechas como de izquierdas, siendo respaldada, por todos ellos, al pie de la letra.

Desde los estamentos oficialistas se ha hecho creer, especialmente a los más jóvenes, poco menos que escribir o hablar en una de estas lenguas constituía un delito perseguido de oficio que merecía el reproche y la condena más ejemplar. A renglón seguido comenzaron a hablarnos del bilingüismo, primero, oculto tras el disfraz del objetivo romántico de conservar un legado histórico que no debería perderse, aunque pronto se convirtió en la reafirmación de unos objetivos perseguidos, al unísono, por todos aquellos grupos o partidos que alzaron esta bandera, a sabiendas de que se trataba del primer paso para lograr la desvertebración de la Nación y con ello la destrucción de España a base de reafirmar la inexistente identidad de determinados territorios apoyada, no solo, en la lengua, sino también en otros rasgos antropológicos, culturales e incluso raciales.

Poco a poco, aquello que, bajo la excusa de fomentar el bilingüismo en estos territorios, se nos vendió bajo la cara amable de una potenciación de la reafirmación cultural, poco a poco, se fue tornando en una auténtica dictadura del idioma, desplazando, incluso prohibiendo, la lengua oficial de la Nación, el español, para ser sustituida, casi en exclusiva, por la lengua propia de cada uno de los territorios. Aquello que, en un principio, se disfrazó bajo la máscara de una justa ambición cultural, no exenta de unos claros intereses económicos, toda vez que muchos de sus precursores obtuvieron pingues beneficios de su gestión -mesas de normalización lingüística, reescritura del idioma, etc.-, pronto se torno en un arma política que tan solo ha servido, de hecho sigue sirviendo, para poner barreras entre los españoles originarios de las diferentes Regiones.

Hoy, en determinadas partes de España se conculca, a diario, en materia lingüística, la vigente Constitución, con la utilización, en exclusiva, por parte de la administración autonómica y municipal, de la lengua del territorio, omitiendo el obligado uso del español como lengua oficial del Estado.

Cataluña es, por encima de todo, el más sangrante de los ejemplos donde, además de incumplir, sin consecuencias, las reiteradas sentencias de los altos Tribunales, se exige al sector del comercio a rotular exclusivamente en catalán; se obliga a que sus empleados se dirijan en ese idioma a los clientes; se barema el conocimiento del idioma y aquellos que alzan la voz y se revelan contra esta tiranía lingüística son señalados con el dedo y marginados ante la sociedad, sin importar siquiera que se trate de menores que, a través de sus progenitores, exigen una formación en español como le reconoce la normativa legal.

Pero esta situación no es exclusiva de Cataluña ya que, otros territorios como Vascongadas, incluso Galicia, gobernada por los populares, no le van a la zaga. De hecho, los gobiernos autónomos de estos territorios derivan una parte importante de sus presupuestos a fomentar sus lenguas territoriales en perjuicio siempre del español, otorgando subvenciones y otras prebendas. De esta suerte, cada vez es mayor la incidencia del vasco o del gallego en detrimento del idioma oficial de España.

Y hora, al socaire de ese manifiesto afán, perseguido por la ultraizquierda, de convertir España en un conjunto de naciones o en una federación de nacionalidades, otros territorios -Asturias, Andalucía, Valencia, Baleares, etc.- siguen la ruta iniciada por los anteriores de quien toman ejemplo. En resumen, se trata de convertir a España en una suerte de “Torre de Babel”, con el fin último de desmembrarla lo que provocará su desaparición como Nación, el anhelo y objetivo principal de esos enemigos de España que están al borde de hacerse con las riendas del gobierno.

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Hasta tal punto vivimos en una auténtica ensoñación, fruto del populismo más despiadado y feroz, que se pretende que en el Congreso de Diputados, en la próxima legislatura, se instalen traductores simultáneos para que cada diputado se exprese en la lengua que considere más conveniente. El colmo del absurdo ya que la propia Constitución señala, en su artículo 3º, que “el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”.

Con relación a la controversia de si se perseguía, años atrás, el uso de estos idiomas he de señalar que jamás tuve esa percepción. De hecho, en Galicia, hablaba gallego todo aquel que le daba la gana y de manera muy especial en el rural, sin que nadie les exigiese hablar otra lengua. Es cierto que el idioma oficial era el español que servía como el imprescindible vehículo para cohesionar la Nación, siendo la única lengua usada en el lenguaje oficial, pero eso no era óbice para que los otros idiomas se conservasen como un legado cultural de primer orden, aunque jamás se emplearon como un arma arrojadiza para fragmentar y separar, exactamente lo que está sucediendo ahora.

Todavía podemos recordar cuando, en 1970, una canción en gallego, “corpiño xeitoso”, interpretada por otro gallego, Andrés do Barro, se situó en el número uno de las listas de la discografía nacional sin que nadie prohibiese o persiguiese su interpretación en cualquier lugar de España. Por cierto, con relación a este hecho, parece conveniente recordar que, las autoridades de la Administración autonómica gallega, jamás consideraron que Andrés do Barro, cuya obra discográfica es toda en gallego, mereciese recibir una Medalla de Galicia que, sin embargo, poseen otros como bastantes menos méritos que él. Lamentablemente, hoy vivimos una situación de dictadura del lenguaje de la que son sus principales responsables aquellos que, precisamente, defendían el bilingüismo, aquellos que, en su día, levantaron la bandera en defensa de la lengua particular de su territorio con el fin de que también sirviese como vehículo de comunicación junto con el idioma oficial de la Nación.

Aquel bilingüismo del que hablaban se ha convertido, con el paso de los años, en una situación de supremacía de su lengua particular en detrimento de la de todos los españoles, habiendo territorios en los que la Administración regional o local solo se comunica con sus administrados en la lengua de su Comunidad; en los que los nombres de las ciudades y de sus calles solo aparecen y se rotulan en esa lengua; en los que sus mandatarios, del partido que sean, utilizan exclusivamente esa lengua en sus intervenciones públicas cuando jamás lo utilizan en su vida diaria y, lo que es peor, en los que a sus jóvenes se les exige estudiar y hablar en su idioma particular.

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Es imprescindible revertir esta anómala situación si queremos que España siga cohesionada y que no nos sintamos extraños en nuestra propia casa al poco que salgamos del portal. Es necesario que el español siga siendo el idioma vehicular en todo el territorio nacional sin que por ello se menosprecien las lenguas particulares de cada Región, dando así fiel cumplimiento al mandato constitucional.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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Geppetto

El idioma o dialecto local se usaba en el campo y en las aldeas y pueblos gallegos y cuando intentabas hablar en español con ellos se avergonzaban de no poder expresarse en español.
En Vascongadas nadie hablaba vascuence y en la zona de la montaña navarra cada caserio y casi cada familia hablaba un vascuence ininteligible para el de al lado, en epoca de Franco se empezo a unificar en un idioma en el actual Batua, que es un f refrito creado exprofeso para satisfacer a los boinazas que andan como locos por diferenciarse del de al lado sin saber que su rusticidad de modales, sus mejillas coloradas, su narizon lleno de venitas y su torpeza general ya los diferenciaba del resto de españoles.
El catalan ha sido un idioma que ha tenido altibajos, hablado en familia no era el idioma con el que los catalanes se movian mas allá del terruño y su difusion era muy zonal.
En la actualidad y como ser un cateto es un modo de presentarse en sociedad, pues aqui los tenemos, no los entiende nadie, pero la lata la dan pero bien dada

Antonio

En Vascongadas, Cataluña y Galicia, SE PERSIGUE AL ESPAÑOL.
En Galicia destacó en esa persecución un tal Feijóo, NO LÍDER del nuevo Partido Progresista, PP.

Aliena

En especial porque, pese a su palabrería, el idioma español ( que algunos llaman «castellano» ) tampoco se habla, ni escribe, ( incluso en este periódico es raro verlo brillar ). Ustedes sabrán lo que han hecho, destruyéndolo, contaminándolo, llenándolo de anglicismos y jerga extranjera, utilizando la ¿grata? ¿sencilla? gramática inglesa… y POR QUÉ. No sé de qué se lamentan, al menos los catalanes no están dispuestos a que les quiten su otro idioma, lo miman, cuidan, preservan y protegen incluso sus doblajes, mientras que los españoles hemos tirado a la basura y a otros lugares el nuestro. Repito mi agradecimiento a todos USTEDES, felices y satisfechos cómplices de la barbarie.

Aliena

Sí, tienes razón, pero mucho más cateto es hablar en «Spanglish» y en jerga importada y aquí todo el mundo se pega por profundizar en el esperpento, empezando por la «multiculti» RAE y a los acomplejados españoles. Vamos, tener un idioma como el español – y así lo llamo – y haberlo despreciado y destruido de esta manera…

Aliena

En España ya no se habla español ( y no me saquéis a la palestra los 600 millones de personas que supuestamente lo hablan pues me parto de risa ). No se perseguirá, pero se ha destruido concienzudamente. Eso es peor, pues no tenemos un segundo idioma al que aferrarnos y nos quedaremos con esta birria de trescientas palabras, la mitad de ellas en inglés y una cuarta parte en jerga importada. Luego se habla del nunca-leído Cervantes.

Xan das Bolas

Demasiadas inexactitudes en su artículo. La menor de todas que Andrés do Barro solamente cantó en gallego. La más gorda: que las lenguas españolas no castellanas eran consideradas un legado cultural de primer orden. Lea el LIBRO NEGRO DA LINGUA GALEGA e infórmese un poco. Solamente le ha faltado decir que el gallego era promocionado por la Falange porque había canciones en gallego cantadas por sus coros.

Xan das Bolas

En lo que respecta a Galicia, simplemente usted está mintiendo. Creía que los católicos tenían un mandamiento que decía NO MENTIRÁS o algo así,

Aliena

Bueno, un libro en sí mismo no significa nada, ¿quién garantiza que sea verdad lo que en él puede leerse? Y, de paso, reconozca usted que lo que han impuesto en Galicia no es gallego sino «castrapo», esa mezcla entre el gallego y el castellano que se entiende sin esfuerzo ( el verdadero gallego es otro cantar ). Yo no sé si esas lenguas «españolas-no-castellanas» eran consideradas legado cultural de primer orden o no, pero está claro que no es el caso del catalán o el vasco en Francia o el gaélico en Gales, no se «promocionan» y nadie se queja, llora y amarga la vida a los demás.

Don Grafenito

Me acaba de dar un susto. Al oír lo de que «En España» ya no se habla español» he ido raudo a platicar con mi señora. !Y me ha entendido! Y en relación a que nuestro idioma se persigue he cogido el mando de la TV y repasado uno a uno los canales y me he tranquilizado. Ahora mismo estoy delante de mi ordenador (o personal «compiuter») y gugleo (mejor dicho, consulto) en internet y no paro de entrar en páginas repletas de palabras del idioma de Cervantes. Voy al cine y también me tranquiliza ver que entiendo claramente los diálogos. Creo que no hay riesgo de que se pierda nuestra hermosa lengua cuando observo mi magnifica biblioteca en español. Ahora iba a consultar en el diccionario la palabra «delirio» y sus distintas acepciones. Otrosí le comento que la otra lengua cooficial de mi región la aprendí en los años setenta en clases extras nocturnas porque no había academias donde estudiarla. En la actualidad poseo un nivel bastante bueno de español/castellano, como guste decirlo, como puede comprobar, me defiendo bastante bien con la cooficial y pasable con el «inglisch». No tema, este idioma es fuerte y se defiende hablándolo.

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