06/10/2024 01:32
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Cualquiera con 2 dedos de frente sabe que el sindicalismo es comunismo. Ese mismo con 2 dedos de frente sabe que en una sociedad civilizada no hacen falta sindicatos ni comunismo, porque la relación entre humanos (obreros, políticos y empresarios en este caso concreto de los sindicatos) sería cuerda, fluida, equilibrada, armónica y fraternal. Pero no… ¡qué va! Desde que el primer simio supo que atizar al prójimo con un palo le daría ventaja sobre él, no ha dejado de hacerlo y lo fomenta, cada vez más, bajo espurias circunstancias. Bajo esta premisa es más que entendible el triunfo total del comunismo como régimen político hegemónico y, por supuesto, que la Policía Nacional y Guardia Civil tengan sindicatos. Ambos cuerpos no dejan de ser un tipo más de comunismo, pero con la bandera rojigualda cosida al uniforme, para despistar al enemigo y, sobre todo, al amigo.

No hace falta ser muy listo para asemejar “palo de simio” con “armas reglamentarias”. Tampoco para asemejar “espurias circunstancias”, con “reivindicaciones justas”. Sin ánimo de trataros por tontos, os expongo los motivos que me llevan a decir que las reivindicaciones de Policía Nacional y Guardia Civil son atroces y comunismo contemporáneo en estado puro:

1/ El motivo de su protesta –lo único por lo que protestan realmente y hasta se manifiestan en la calle – es que hay cuerpos policiales autonómicos que ganan más dinero que ellos. Dichos cuerpos son ANTIESPAÑOLES, por lo tanto la ambición de cualquiera que trabaje con la bandera de España cosida, y cobrando de los españoles, sería combatir a esta gentuza y no querer SER COMO ELLOS. Asumo, pese a que ni apruebo ni entiendo, que Policía Nacional y Guardia Civil no pueden hacer nada por España y por eso lo dan todo por Espena; multándonos, protegiendo a los políticos y jueces, a los inmigrantes y etc. de atrocidades conocidas por todos. Esgrimen que los políticos, los jueces y sus altos mandos, no les dejan hacer otra cosa y por eso no pueden desarrollar su trabajo como quieren y deben. Hasta ahí puedo asumir –insisto en no aprobarlo ni mucho menos entenderlo – que se ganen la vida jodiendo al pueblo español y protegiendo a los que joden a dicho pueblo (que cada vez somos menos, por cierto), peeeeeeeeeeeero… lo de la equiparación salarial nos ha dejado claro lo que son, y sus aviesas intenciones: lejos de combatir a quien ataca a España, ¡quieren ser como ellos!. En lugar de EXIGIR la equiparación salarial a la baja, es decir, que los cuerpos antiespañoles cobren menos dinero e igualen sus salarios a los suyos… ¡piden cobrar más, para igualarse con los que expolian a los españoles! Ya sé que el “sistema democrático” no les deja combatir a los antiespañoles… pero de ahí a querer que mantengan su expolio a España, sumándose ellos pidiendo que les paguen igual… eso les ha quitado la careta.

¿Por qué no se comportan, ante esto, como ante el resto? ¿Por qué sí aceptan las órdenes de no hacer nada por los españoles pero se rebelan ante la orden de cobrar menos que otros cuerpos policiales? ¿Por qué, precisamente ahora con la enorme crisis económica por la falsa pandemia que ellos han fomentado con su represión popular, vuelven a pedir más dinero? ¿Ahora que vamos a estar en la ruina, siguen expoliándonos? ¿No les ha bastado con el millón de multas que nos han puesto por no seguir, a rajatabla, la dictadura del congojavirus? ¡Deberían pedir una bajada de sueldo brutal, por haber sido ellos la parte fundamental en esta ruina económica del país! ¡Quieren engordar con la hambruna que nos han provocado a nosotros… los que les pagamos el sueldo por no hacer su trabajo!

No tengo más puntos que desarrollar, pese a que podría escribir cientos, porque con una sola causa irrefutable no hacen falta más para explicar un efecto, en este caso el triunfo colosal de Espena sobre España. Sería regodeo, y tampoco es plan de hacer leña del árbol caído… más que nada porque el árbol caído soy yo, somos nosotros; y no sería regodeo, sino masoquismo. Ellos, los que se quejan de que les tenemos que pagar más dinero por jodernos la vida, son los herederos de ese primer simio que supo como usar un palo para otra cosa diferente a hacer fuego o apuntalar techos.

Y, por cierto, ellos son los únicos que no están en arresto domiciliario. ¿Necesito hablaros de cual es el rol del carcelero y el preso? ¿O del Síndrome de Estocolmo ahora rebautizado como “síndrome de aplausos desde casa”? Espero que no.

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REDACCIÓN