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En estos días estamos presenciando un fenómeno espontáneo de levantamiento de agricultores y ganaderos, sin que lo convoquen las Organizaciones Profesionales Agrarias, que es fruto del hartazgo de la población que vive de trabajar el campo.
La historia de las ayudas de la Política Agrícola Comunitaria (PAC), tiene sus antecedentes. Tras la segunda guerra mundial se creó la Comunidad Económica Europea (CEE) y dentro de ella la PAC, a fin de garantizar la producción de alimentos en los países europeos y unos ingresos dignos de los agricultores, y para ello adquiría toda su producción a precios protegidos en frontera, aranceles, etc. El éxito fue tal que unos años después la CEE tenía en sus almacenes “montañas de mantequilla y cereales”) y como los precios interiores eran más altos que los del mercado internacional, tuvieron que pagar lo que se llamó “restituciones a la exportación” que percibían los operadores para sacar al mercado internacional los excedentes acumulados. En definitiva la CEE gastaba presupuesto comprando productos y volvía a gastarlo para lograr sacarlos al mercado mundial.
La más profunda reforma de la PAC consistió en liberalizar los precios y con ello podían entrar y salir los productos en el “mercado común”, ahorrándose las “restituciones a la exportación” concediendo un “pago compensatorio” a los productores agrarios que habían generado los enormes excedentes. Desde luego que las frutas y hortalizas, que no entraban en el juego citado, no tenían pago compensatorio alguno.
Los países nórdicos y el Reino Unido, eran partidarios de ir quitando las ayudas y que los sectores afectados mejoraran su competitividad y entraran en el mercado. Es en 1988 cuando se elabora una Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo titulada “El futuro del mundo rural”, donde partiendo de la sustitución del término “agrícola” por “rural” se sientan las bases para vestir de “verde” las ayudas. Las ayudas no se vinculaban con la producción, ni con la productividad, se tenían que desvincular de lo que es la actividad de las empresas agrarias y se van realizando “pagos” por cuidar el medio ambiente. Los agricultores no podían ni imaginar hasta donde iba a llegar este “desacoplamiento” y menos podían imaginar que cada vez en mayor grado se iban a establecer normas limitativas de los medios de producción, incremento de salarios a los jornaleros y crecimiento exponencial de los trámites burocráticos y todo ello es lo que ha motivado la sublevación de los empresarios agrarios hasta que en España y en toda Europa se han lanzado a plantarse en las ciudades a manifestar su protesta y su indignación.
A lo largo de todos estos días se han oído testimonios que venían a decir que actualmente los corderos, o las terneras se vendían a los mismos precios que hace 20 o 30 años. ¿Qué explicación tiene esto? En mi opinión la famosa “mano invisible” que actúa en el mercado ha ido provocando que el precio de los productos se nivelen con los costes de producción y entonces, ¿de qué vive el empresario agrario?: de las ayudas, las cuales se van complicando mini-reforma a mini-reforma de la PAC, hasta haber provocado esta sublevación.
Y esto ¿porqué se produce? Los agricultores y ganaderos venden barato porque “el mercado manda”, y así llegan hasta equilibrar ingresos de ventas con costes, pero esos precios bajos a los que venden, igual a los de hace 20 o 30 años, acaban produciendo precios más baratos eslabón a eslabón de la cadena alimentaria con lo que las ayudas de hecho “parece” que benefician a los agricultores y ganaderos pero en realidad actúan sobre toda la cadena.
La obsesión por el medioambiente de los que viven en las ciudades no hace más que llenar de dificultades a los productores agrarios, que son lo que viven de cuidar el medio natural porque es su medio de vida y aguantan y aguantan normas y normas por su natural actitud ante la vida que desde tiempo inmemorial están al albur de los incidencias climáticas ordinarias y las variaciones del mercado.
Es muy vieja la discusión de los partidarios del proteccionismo en fronteras y los partidarios del libre cambio, -que tantas veces en el pasado disfrutaron de la protección que les ha permitido una elevada productividad-, pero lo esencial para competir es que las condiciones, que bien podrían llamarse “las reglas” del juego, sean iguales para todos.
Una disminución progresiva de las ayudas, establecer su vinculación con la producción y la simplificación burocrática, junto con la exigencia de cumplir los mismos requisitos a los productos de importación, acabarían sentando las bases de la paz y la justicia en el campo.
José Luis Montero Casado de Amezúa.
Ingeniero Agrónomo.
Autor
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Ingeniero Agrónomo.
A lo largo de su trayectoria profesional, Montero Casado de Amezúa ha desempeñado diferentes puestos de responsabilidad en el Ministerio de Agricultura, como jefe provincial del IRYDA en Cáceres (1981-1985), subdirector general de Coordinación Institucional (2002-2004), director general de SEIASA (2012-2014) o vocal asesor en la Dirección General de Desarrollo Rural (2014-2020), entre otros.
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Felicidades por el artículo. Muy claro y sencillo, como es la verdad.
Gracias, José Luis. Bien explicado
Mucho paseito tractoril y poco ajusticiamiento a los colaboradores de vuestro exterminio. Se ríen a carcajadas de vosotres mientras comen y beben deliicatesen celebrando un dia mas sus prebendas y sueldos vitalicios. Siguen tranquilos y relajados custodiados por la maderada mientras vosotres perdeis dinero diariamente y seguis pagando los impuestos correspondientes. Sereis eliminados si no os haceis respetar.
José Luis un artículo muy bueno y muy claro