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Y volvemos a repetir la historia. La historia de la desmemoria. Ya nos pasó con el quinto centenario de la muerte del mejor regente que ha tenido España, el Cardenal Cisneros y con la de Fernando el Católico, cuyo testamento es el germen de los que hoy llamamos patria. Ya nos pasó con el quinto centenario del natalicio de Santa Teresa de Jesús, primera mujer doctora de la Iglesia, y nos está pasando con el quinto centenario de la Primera vuelta al mundo de Elcano. Pero quizá lo más sangrante lo estemos viviendo con el “olvido” institucional de una conmemoración altamente celebrada por las clases populares: la Conquista de México por Hernán Cortés.
Vivimos tiempos vagos. Vagos, de vagancia, holgazanería y pereza. Cualquier otra generación hubiera conmemorado por todo lo alto los hitos acaecidos hace exactamente cinco siglos, pero a nosotros nos ha tocado lidiar con una clase política más preocupada por librarse de la corrupción heredada, hacer la guerra al color rosa y profanar tumbas, mientras se fotografían vestidos de Gucci para que no huela mucho la mierda.
Y todo esto viene a cuento de la feliz idea del Ayuntamiento de Badajoz de encargar una estatua dedicada a una señora de Llerena que impulsó una escuela para niñas en México. Que no digo yo que aquel hecho no sea una proeza memorable en la Historia de la Humanidad (nótese la ironía), pero que quizás, y sólo quizás, habría que acordarse un poquito del extremeño que conquistó México con menos de 700 hombres. Que no pasa nada por sacar pecho delante de los matones de colegio que promueven el revisionismo histórico, y que podíamos aprovechar y salir al patio a jugar todos juntos. Que estamos hablando de una gesta que trascendió a sus contemporáneos y pervive quinientos años después en forma de idioma, cultura, religión y mestizaje. Que se me ocurre que no estaría mal, que antes de que acabe este quinto centenario, Badajoz tuviera una colosal estatua de Hernán Cortés que pudiera equipararse a la magnífica ecuestre que existe en Trujillo en honor al conquistador de Perú. Que no es tan difícil dar un puñetazo sobre la mesa del movimiento iconoclasta y lanzar el mensaje de que mientras otros destruyen, nosotros construimos. Y que se nota el tufillo del complejo y de las leyes de paridad en todo esto.
Me gustaría lanzar un último mensaje de socorro histórico, recordando al consistorio pacense que ya se presentó una moción para coordinar los actos conmemorativos de la llegada de Cortés a México, y que sólo tienen que tirar del hilo para averiguar que el conquistador extremeño, no sólo llegó, sino que también vio y venció. También les recuerdo que sigue en pie el puente que a través de la Asociación Cívica Ciudad de Badajoz existe entre el Ayuntamiento y los artistas Salvador Amaya y Ferrer-Dalmau, y que en su mano queda que el soberbio proyecto presentado se convierta en una realidad de la que la generación del quinto centenario de la Conquista de México pueda sentirse orgullosa.
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