08/05/2024 14:57

Que Pedro Sánchez, un corrupto bajo intensas y mayúsculas sospechas, en román paladino parásito carroñero del esfuerzo y sacrificio de millones de ciudadanos condenados a diario por su inepcia y malignidad,  siga maniobrando de modo torticero y saliendo con bien de todas las trapisondas criminales que ha acumulado durante cinco años, es difícil de comprender salvo que midamos el grado de degeneración  en que España se ha abismado con destino histórico, descompuesta de indignidad y merecedora de las suertes que devengan por su incapacidad para defenderse de sus enemigos parapetados tras el Gobierno. Ese patético estafador impuesto por la marrullería y las triquiñuelas encadenadas del fraude electoral, se ha rodeado de afines forajidos que comparten la misma visión inmoral de la existencia; la que pretenden imponer como dogma político contra una sociedad indefensa por la inacción y pasividad vergonzosa de los garantes de la Ley y el Orden que Sánchez ha dinamitado para reconstruirla a su propia conveniencia delictiva. Es gravoso el fondo pútrido de un tramposo que ha tomado las riendas del Estado para sus propios intereses enfermos de psicopatía, pero aún es peor la forma en que se desenvuelve con sus ridículos tejemanejes que asombrosamente cuela a un país que ha perdido la decencia, la seriedad y el compromiso de la supervivencia hasta límites rayanos en el esperpento que protagoniza a diario la cúpula estamental convertida en un triste circo de payasos sin alma ni sangre en las venas.

Cuando las corrupciones afloran como la inmundicia, apestando todo a Pedro Sánchez, con el caso Koldo-Begoña coleando cual rabo de rata socialista, los incisivos sucios del doctor cum fraude, más afilados que no romos de morder la podredumbre de la demagogia y la manipulación retorcida de los acontecimientos, se clavan en las exhumaciones del Valle de los Caídos y el ataque de Israel al convoy humanitario de Gaza. El canalla y miserable cuyo único ejemplo que puede dar es el del encubrimiento de una carrera criminal tras el disimulo de la política ¿se convierte en supervisor de la ley de desmemoria antidemocrática para luego pedirle cuentas internacionales a un Netanyahu que a pesar de los errores es humano frente al desperdicio homínido del tonto del Falcon?

Y es tanto el asco que produce comprobar que el miserable cuenta con el albur de los acontecimientos de diario para aprovecharlos y cambiar la atención pública a situaciones de distracción continuadas, además nutriendo millonariamente a la piara de la desinformación, que sólo  llama la atención, por singular acostumbrados al encadenamiento de corrupciones socialistas, el incidente aéreo que provocó un breve retraso en las funestas vacaciones familiares de una pandilla de oportunistas y desalmados, colmados hasta las trancas de trapos sucios que en otro país más digno ya habrían sido juzgados y sentenciados, pasando por la previa dimisión de un gobierno cómplice donde ni uno de los ministros se libra de la sospecha criminal.

Al comodín de Franco se suma ahora el de juez internacional dispuesto a dictaminar mundialmente la acción de guerra- Netanyahu se ha disculpado como fatídico error que se investigará-que trágicamente acabó con la vida de los cooperantes de la ONG del chef José Andrés. Y ahí, el protagonista de tantas miserias y repugnancias personales, llega el que se erige en juzgador a ver si la distracción pone más desmemoria a una actualidad donde Begoña Gómez es protagonista como apéndice de la corrupción originada desde La Moncloa.

Pedro Sánchez no reza a Dios sino al diablo, con expresa súplica de una tercera guerra mundial o una nueva plandemia que le permita romper la baraja de esta partida perdida que sólo puede llevarle ante  los tribunales con hedor criminal a sí mismo. Cualquier comodín a este tahúr del demonio le viene bien, así se extermine al grueso de la Humanidad.

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Editor ÑTV ESPAÑA
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