21/11/2024 12:40

En el ya lejano mes de noviembre 1975 el Rey Juan Carlos I fue nombrado jefe de Estado y de los ministros con los que se rodeó eran personas con una trayectoria política diversa pero competentes dentro de sus ministerios por su sólida formación.

Esta, podemos decir competencia profesional en los ministros, fue desapareciendo poco a poco con la llegada del PSOE al poder. Felipe González, al que en la actualidad casi se le venera, se rodeó de amiguetes de su juventud que dieron los primeros titulares de corrupción en la prensa. No olvidemos los altos cargos que formaron en el ministerio de Interior y ampararon el “juego sucio” en su lucha contra ETA y desviando a la vez fondos reservados a sus propios bolsillos y a ciertos lugares nocturnos.

Aún quedaba mucho inútil por llegar y ostentar carteras ministeriales. La inutilidad, el sectarismo, la mediocridad, la arrogancia, el analfabetismo funcional llegó con un sujeto que apareció inopinadamente en la Moncloa. No voy a escribir su nombre. Esta calamidad de persona fue el primero que se rodeó de cuotas regionales, paridad de género, gente sin estudios, sectarios asesores y en suma personajes que como él, abrieron nuevamente las trincheras que se cerraron en la primavera de 1939.

Tras una moción de censura en 2018 , el entonces presidente, cobarde donde los haya, entregó el gobierno al sujeto más miserable, felón, vil y despreciable que ha ostentado cargo de alta responsabilidad en España.

Con el presidente más miserable y traidor que ha tenido España, llegó un aluvión ministerial mezcla de gente con formación con analfabetos funcionales y mucho, demasiado sectarismo. En Interior se sentó un magistrado que profesionalmente había destacado como un gran luchador contra el terrorismo etarra y pocos pensábamos que era adicto al socialismo más radical. Pronto, con sus actuaciones, dejó claro su actitud.

Una de ellas es presentarse con frecuencia ante sus subordinados, todos ellos correctamente uniformados, con un aspecto desaliñado y cadavérico que deja entrever una higiene descuidada.

Al poco tiempo de su toma de posesión se declara inmensamente compungido porque fallece un terrorista en prisión por COVID. Terroristas, etarras que de una manera velada está trasladando a las prisiones de Vascongadas para que se sientan más “cómodos”. Esta actuación inadmisible desde todo punto ha sido constante a lo largo de estos últimos cuatro años.

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Este nefasto, mentiroso e indigno ministro ha sido incapaz de igualar el sueldo de guardia civiles y policías nacionales con el de las policías autonómica. Por ese motivo es abucheado en todo acto oficial de los Cuerpos de Seguridad nacionales.

Este sujeto que permanece una legislatura más al frente del ministerio del Interior nombró como directora de la Benemérita a María Gámez que tuvo que dimitir por oscuros negocios, suyos y de su marido y la calificó públicamente como la mejor directora de la Guardia Civil de su historia. Ver para creer. Los sucesores de esta indigna directora han sido ni más ni menos que sendos comisarios políticos.

El señor Marlasca, fue en su día menospreciado e insultado por una compañera con la que compartió consejo de ministros durante varios años. Fue incapaz de defenderse y mostrar ese “orgullo” del que tanto alardea. Sin embargo, ante un asunto turbio y claramente manipulado que resultó ser un bulo en el barrio de Chueca, sí sacó pecho y acusó a la “extrema derecha” de homofobia.

El que lleva ya más de cuatro años ocupando la sede del ministerio del Interior, ha sido incapaz de poner freno a la inmigración ilegal. En lo que va de año, varios miles de inmigrantes han vulnerado nuestra fronteras. Es impotente en la lucha contra las mafias que periódicamente abandonan seres humanos y los dejan tirados en el sur de la península, en Ceuta, Melilla y en el archipiélago canario. Este es un verdadero problema, gravísimo sin duda y Marlasca, ministro del Interior no lo quiere resolver.

Igualmente, este incompetente ministro, ha cedido al chantaje de ciertas fuerza políticas vasco – navarras y ha otorgado las competencias de tráfico a la policía Foral quitándoselas a la Guardia Civil. Me temo que no será la última claudicación en este sentido.

En estas últimas semanas estamos viendo como la policía nacional, tan prudente y recelosa en sus actuaciones en ciertas regiones, ha actuado con inusitada violencia antes unos manifestantes mayoritariamente pacíficos en la calle Ferraz de Madrid frente a la sede del partido que mantiene como ministro al señor Marlasca. Es obvio que el Delegado del Gobierno en Madrid actúa como correa de transmisión de órdenes a la policía de su jefe, el señor ministro.

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La indignidad y la vileza de este servidor del Estado tocó techo hace ya unos años cuando fulminó a golpe de destitución en el boletín oficial correspondiente a los coroneles Sánchez Corbí y Pérez de los Cobos dos magníficos oficiales de la Guardia Civil. Al primero por solicitarle más medios para su Unidad y poder cumplir eficazmente sus misiones. Al segundo, por negarle al ministro una información de carácter estrictamente judicial.

Pérez de los Cobos recurrió y con el tiempo, quizá demasiado, ganó el recurso teniendo Marlasca que darle nuevamente el cargo de jefe de Comandancia que anteriormente ocupaba. El ministro ante un revés judicial tan fuerte y contundente, no dimitió. Su indignidad llegó muy alto pero aún no llegó a la cima. En un alarde supremo de vileza y miseria postergó al magnífico coronel y le apartó para siempre del ascenso al generalato.

Indudablemente, este ministro juez de carrera, con la actuación miserable que tuvo con el coronel Pérez de los Cobos, cesándolo y oponiéndose a su ascenso llegó a la cima de la vileza y la mezquindad.

Pues a pesar de su manifiesta vileza, enorme mezquindad y suprema indignidad, continúa de ministro. Esto solo es posible en una España con un presidente del Gobierno, traidor y felón como el actual de cuyo nombre no quiero acordarme.

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Aliena

Sí, es cierto, pero le discuto su apreciación sobre quién ha sido el presidente «más miserable y traidor» que ha tenido España. De hecho, ese puesto está tremendamente disputado pues, por poner un ejemplo, ¿no es sólo propio de miserables y traidores desmantelar una industria fingiendo que iba a ser «reconvertida», abrir las puertas a la inmigración empezando por Ceuta y Melilla y concediendo nacionalidades o echar abajo un excelente sistema educativo para implantar la monstruosa LOGSE fabricante en masa de analfabetos, vagos, borregos e inútiles?

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