21/11/2024 15:15
Getting your Trinity Audio player ready...

Hace tiempo que vengo observando lo que a mi parecer es uno de los equívocos más graves que afectan a los miembros de nuestra FFAA, especialmente a los que llegan a mandos superiores. Aunque no sé si más que equívoco, lo que tal vez tendría un pase, se trata de un pretexto para justificar su pasividad ante el desvarío de nuestra Patria que la lleva, al parecer sin remisión, a ser sepultada bajo una losa dictatorial de la que no podrá librarse en mucho tiempo; la cual, además, llevará aparejada su desmembración posiblemente irreparable.

Me refiero a que cuando se habla con los mandos de nuestras FFAA sobre la situación de España y se les recuerda el Art. 8º de la Constitución, siempre salen con lo mismo: “Y qué se puede hacer”, “No se puede hacer nada”, “Tenemos las manos atadas”, “Debemos obediencia al poder político” y la definitiva con la que dan por finalizada la conversación: “Mientras no toquen al Rey”; al hilo de lo dicho, el exJEMAD, Gral. Alejandre, una vez ya en la calle, claro, y tras ser contratado por una empresa cuyo negocio principal está ligado a Defensa, también muy claro, ha publicado un librito cuyo título es “Rey servido y España honrada” (¿?).

Las FFAA se deben a España, a la Patria –“Todo por la Patria”–, a la nación. También a la Constitución como ley fundamental de ella y al Rey en tanto Jefe de Estado, pero sobre todo y ante todo a España, porque si no hay nación, si no hay Patria, si se desmembra y desaparece España, no habrá ni Constitución ni Rey que valgan.

El Art. 8º de la Carta Magna, mandato directo del pueblo soberano al estar en su título preliminar y por ello asimismo por encima de todos los siguientes, señala con claridad que la misión de las FFAA, de todos y cada uno de sus Ejércitos, no del Ministerio de Defensa, es “garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”; y además por ese orden.

LEER MÁS:  ¿Investigación a Puigdemont? La Fiscalía de Sánchez maniobra para pasar por encima de la Junta de Fiscales del Supremo

Así pues, cuando la deriva del poder político es la que es, cuando sus despropósitos amenazan y ponen en evidente y grave riesgo a España, no vale esperar a que “toquen al Rey”, ni valen supuestos equívocos, ni cualesquiera otras excusas o pretextos para cumplir con dicho mandato constitucional; el cual lo es tanto como cualquiera de los otros y más aún por constar, como se ha dicho, en su título preliminar.

El JEMAD es el mando superior, el jefe máximo operativo de las FFAA. Junto a él los Jefes de los Estados Mayores, y después los demás Generales y jefes de las respectivas unidades. Ostentar tal autoridad es inseparable de la responsabilidad que le es inherente. Asumir la una conlleva la otra. Si no se está dispuesto a asumir ambas, lo honrado es no aceptar dicha categoría, rehusándola cuando se le designa o dimitiendo si se aceptó. A nadie le obligan. Asimismo, se ingresa en las FFAA no para lucir el uniforme, recibir aplausos en los desfiles, jugar a los soldaditos en maniobras y “misiones en el exterior” o procurarse vacantes cuanto más lucrativas y con futuro, mejor. Se ingresa y se jura voluntariamente para cumplir con una misión que sintetiza perfectamente el Art. 8º. Si no, mejor no ingresar o marcharse. Puede que transcurra la vida, la carrera, y no haga falta, pero si por desgracia la evolución de los acontecimientos así lo exige, a quien le toque lo que no puede es incumplirlo por presuntos equívocos o vulgares pretextos; menos aún por intereses creados o por cobardía, pues sería traición.

La Constitución actual, a pesar de sus trampas saduceas y agujeros negros, al menos posee ese Art. 8º que no recogió ninguna de las anteriores; por cierto también fracasadas por lo mismo que lo está haciendo la actual: porque la clase política la viene vulnerando, incumpliendo y pervirtiendo desde el primer día. La paciencia de décadas demostrada en este caso ha cargado de razones. Si se puso ese artículo lo fue porque los que redactaron la Constitución, en algún instante de lucidez echaron la vista atrás y contemplaron como nuestra historia produce con demasiada facilidad monstruos, es decir, gobernantes indignos que no aman a España, sino sólo a sí mismos, a sus intereses espurios y a su vanidad. Hoy esa contumacia vuelve a enseñorearse de nuestra Patria.

LEER MÁS:  La Coronación de Carlos III de Inglaterra: formas, simbolismo y posible secreto. Por Pablo Gasco de la Rocha

Defender la Constitución, aún con sus defectos siempre posibles de enmiendas, conforme a lo que señala su Art. 8º es obligación patriótica de las FFAA. Actuar conforme a dicho mandato es defender a España, es darlo todo por la Patria. No hacerlo es traición y complicidad en su destrucción. Es triste y penoso que no hayamos aprendido, pero es lo que hay y quien tiene la autoridad debe también asumir la responsabilidad. La encrucijada en la que nos encontramos puede ser definitiva. El tiempo se agota. El pueblo español, su parte sana que sigue siendo abrumadoramente mayoritaria, pacífica y honrada lo entenderá y agradecerá. Sin España de nada valdrá ni la Constitución ni el Rey; ni seremos nada.

Autor

Francisco Bendala Ayuso
Suscríbete
Avisáme de
guest
3 comentarios
Anterior
Reciente Más votado
Feedback entre líneas
Leer todos los comentarios
Lorenzo Fernández Navarro

Lúcido análisis al que es posible hacer dos puntualizaciones.
La primera es que en el juramento a la Bandera (sin un ambiguo jurar o prometer) anterior a la Constitución de 1978 se incluía defender “el orden dentro de ella” que obviamente no era “el orden público” sino el Orden Institucional, es decir, la Constitución de 1966, compendio de las Leyes Fundamentales del Reino y los Principios del Movimiento Nacional.
Y al incumplir su juramento el Rey, arrastró a los cuadros de mando del Ejército y a cuantos funcionarios habían prestado el mismo juramento.
La segunda consideración es que el Ejército es una institución fuertemente jerarquizada, la institución jerarquizada por antonomasia.
Debido a ello, mientras su Jefe Supremo no lo ordene, nadie se moverá.
Excepto en el caso de que ante la imperiosa necesidad de cumplir su juramento, algún subordinado asuma la tarea de hacerlo él… lo que obligaría previamente a desposeerlo del mando que ostenta y no ejerce.
Esa es la esencia del problema.

Geppetto

Creo que con tener claro el himno de la Infanteria espñola que ordeno hacer elcoronel Jose Villalba y Riquelme esta todo dicho
Lean su letra despacio y asimilen lo que el ella se dice.

Ardor Guerrero vibre en nuestras voces.Y de amor patrio henchido el corazón.

Entonemos el Himno Sacrosanto.

Del deber, de la Patria y del Honor.

¡Honor!

De los que amor y vida te consagran.

Escucha, España, la canción guerrera

canción que brota de almas que son tuyas

de labios que han besado tu Bandera.

De pechos que esperaron anhelantes

besar la cruz aquella

que forma con la enseña de la Patria

el arma con que habrán de defenderla.

Nuestro anhelo es tu grandeza

que seas noble y fuerte.

Nuestro anhelo es tu grandeza

que seas noble y fuerte

y por verte temida y honrada

contentos tus hijos irán a la muerte.

Y por verte temida y honrada

contentos tus hijos irán a la muerte.

Si al caer en lucha fiera

ven flotar

victoriosa la Bandera

ante esa visión postrera

orgullosos morirán.

Y la Patria, al que su vida

 le entregó,

en la frente dolorida

le devuelve agradecida

el beso que recibió.

El esplendor y gloria de otros días

tu celestial figura ha de envolver

que aún te queda la fiel Infantería

que, por saber morir, sabe vencer.

Y volarán tus hijos ansiosos al combate

tu nombre invocarán.

Y la sangre enemiga en sus espadas

y la española sangre derramada

tu nombre y sus hazañas cantarán.

Y éstos que en la Academia Toledana

sienten que se apodera de sus pechos

con la épica nobleza castellana

el ansia altiva de los grandes hechos

te prometen ser fieles a la historia

y dignos de tu honor y de tu gloria.”

 

[…] La Constitución de 1978 es el desenlace, el huevo de la serpiente, de la Transición. Transformación política cuya esencia fue la venta de la .España Una, Grande y Libre a sus enemigos -internos y externos- a cambio de que no cuestionaran la Corona.  Ni contigo, ni sin ti, mis males tienen remedio… Col. Lorenzo Fdez. Navarro  El Español Difgital/6/12/2022 Ni contigo ni sin ti, mis males tienen remedio; contigo porque me matas, y sin ti porque me muero. Poéticas palabras de Antonio Machado que se transformaron luego en letra de una conocida copla que hizo famosa Emilio José. Tal podría aplicarse a la Constitución de 1978 en relación con España y los españoles, en la actual coyuntura política. Y viene esto al caso porque quienes quieren destruir España arremeten contra la Constitución de 1978, mientras que los que pretenden defenderla, se agarran como a clavo ardiente a ella en una defensa numantina de la «Carta Magna». Esto es lógico, porque guste o no, la Constitución de 1978 es la ley vigente. Y por ello en su respeto y acatamiento, se basa el actual Estado de Derecho. De igual forma que fuera de ella se abre paso la anarquía y la revolución. Que es finalmente el objetivo de los enemigos de España. Enemigos internos y externos. Pero estas verdades no deben ocultar la esencia del problema. El meollo de la cuestión, el nudo gordiano que es preciso desentrañar. Porque esa misma Constitución de 1978 que es la Ley, y como tal debe ser acatada, es el origen del problema. Dándose así la absurda situación, de que debe invocarse como remedio el mismo virus que causa la dolencia.  Es decir, que la solución del problema se busca en el mantenimiento del problema. Ciertamente es la cuadratura del círculo. Y debido a ello se ha elegido el sorprendente título. Porque en la actual situación, ni con la Constitución, ni sin ella, los males de España tienen remedio. Pues bien, en estos momentos Rosa Díez, con una buena voluntad que le honra, ha puesto en marcha una plataforma ciudadana que ha llamado «UNIÓN 78» cuyo objetivo es frenar el proyecto rupturista de la unidad de España impulsado por Pedro Sánchez -con la inestimable colaboración de quienes pretenden acabar con ella- sin más razón ni motivo de que esos apoyos le resultan imprescindibles para mantenerse en la Moncloa. En su cuenta de twiter Rosa Díez dice: No paran de llegar adhesiones a unión78.es La ciudadanía española está dispuesta a defender la integridad de sus derechos, dispuesta a salir a la calle para recuperar el espíritu del 78 y caminar junto a sus conciudadanos para defender la democracia. ¡¡Gracias!! Y aunque se eche de menos que en esa movilización que promueve, no cite de forma explícita la defensa de la unidad e integridad de España -junto a los derechos de sus ciudadanos- es un 00000000loable intento de enderezar un rumbo que lleva directamente, y sin remisión, la nave del Estado a la rompiente. Y al naufragio. Pero aún reconociéndole su buena intención, estas consideraciones deberían servir para que muchos españoles, de buena voluntad como ella (ha conseguido ya más de seis mil adhesiones) comprendan el sinsentido que resulta -ya se ha dicho- fiar la solución del problema en mantener la causa que lo ha generado. Más adelante volveremos a ello. La Constitución de 1978 es el desenlace, el huevo de la serpiente, de la Transición. Transformación política cuya esencia fue la venta de la España Una, Grande y Libre a sus enemigos -internos y externos- a cambio de que no cuestionaran la Corona. Hoy lógicamente la cuestionan, porque «Roma traditoribus non redere». De ahí que el término Transacción sea mucho más apropiado que el de Transición para definir el proceso de transformación política acaecida a la muerte de Franco. Proceso que no podía dar lugar a otra cosa que lo que está sucediendo: una involución hacia 1931. Se ha «vendido la moto» de «Transición» o «Transición a la democracia» como la transformación que experimentó España desde una dictadura a una democracia. Cuando en realidad fue la sustitución de un régimen de autoridad o autoritario, sustentado en una democracia orgánica, por una democracia inorgánica o «partitocracia» que finalmente ha dado lugar a la dictadura de los partidos políticos. Estas consideraciones se hallan expuestas por extenso, en La Transición ¿Reforma o Ruptura? (AQUÍ)y en “La Memoria Histórica: Una ley iconoclasta y cainita” (AQUÍ) Pues bien, esta serpiente a la que por estulticia, complicidad, e inaudita cobardía, se la ha estado alimentado y permitido crecer, se pretende ahora confinarla en el interior de la cáscara, ya vacía, del huevo que la contuvo. Como procedimiento para resolver el problema creado por esa misma Constitución que es su matriz. Vamos a recordarlo brevemente. A la muerte de Franco era evidente que el Régimen debía evolucionar. Y no solo lo pensaba así la mayor parte de los españoles que constituían el llamado «franquismo sociológico» sino que también contaba con ello el propio Franco. Y era lógico. Volver a la «España de Franco» tras su muerte, era imposible de toda imposibilidad. Y no sólo porque la historia de los pueblos, al igual que los ríos, no puede fluir hacia atrás, sino porque estadistas geniales como el Caudillo surgen uno cada cinco siglos. Y desde luego no era el caso de quien iba a tener en sus manos, a partir de entonces, los designios de España. La reforma del Régimen era necesaria y conveniente, y así lo entendieron los españoles, cuando se sometió a votación la «Ley de la Reforma Política». Sin embargo tal plebiscito supuso una descomunal estafa.  Pues se reforma lo que se quiere conservar, y ya se había pactado con los enemigos de España -que eran los mismos que los de Franco, como tan acertadamente nos apercibió en su mensaje póstumo- la demolición, desde sus cimientos, de un sistema político que, además de haber dado casi cuarenta años de paz y prosperidad a España, había sido capaz de lograr -con sangre, sudor y lágrimas- redimirla de su atraso secular, volviendo los ojos a su pasado más glorioso. Y a partir de aquí todo fueron irregularidades. Con maquiavélicas trampas que se exponen (a confesión de parte, relevo de pruebas) en el libro de Torcuato Fernández Miranda, se inició un proceso constituyente que estaba taxativamente excluido en la Ley Para la Reforma Política. Lo que justifica sobradamente el llamar estafa al proceso. Por mucho que quiera blanquearse con la justificación de que fue «de la ley a la ley». Por ello, tildar de «Transacción» a la transformación política acaecida a la muerte de Franco, no es una exageración. La consecuencia de tal estafa no podía ser otra cosa que la Constitución de 1978. Origen de nuestros males. Antes se ha dicho que la historia de los pueblos, como los ríos, no puede fluir hacia atrás. Pero en ambos casos, cuando un desmadre ha causado una catástrofe, es obligado adoptar medidas de contención para que no pueda volver a repetirse el drama. Construyendo para ello diques. Incluso efectuando una corrección definitiva, desviando el cauce por el que corren los ríos -o discurre la historia de los pueblos- para que no vuelva a repetirse el desmadre. Y con él tenga lugar una nueva catástrofe. Esto es tan cierto, como el hecho de que, demoliendo la obra que conjuraba el peligro, se sentaban sentando las bases para que, tarde o temprano, se reprodujera la tragedia. Y esto es precisamente lo que está sucediendo en España al demoler la obra de Franco sustituyendo –fraudulentamente, es preciso insistir en ello– la Constitución de 1966 que compendiaba Los Principios del Movimiento Nacional y las Leyes Fundamentales del Reino por la.. En definitiva, cambiando la necesaria REFORMA DEMOCRÁTICA que demandó el pueblo español al votar «SI» a la ley de la reforma política, por la RUPTURA que exigía la ínfima minoría de una izquierda antifranquista y antiespañola. Tal hecho conforma una vil estafa política de la que ha sido víctima el pueblo español. Aunque la «propaganda constitucional» insiste machaconamente en la idea de «La Constitución que nos hemos dado la inmensa mayoría de los españoles» no es cierta esa unanimidad. Así como la ley para la reforma política, si fue votada mayoritariamente por el pueblo español («llevado al huerto» en su buena fe cabría decirse) la Constitución de 1978 no tuvo ni mucho menos el consenso de una mayoría cualificada que, según todos los constitucionalistas, debe exigirse para transformaciones políticas de gran calado e irreversibles. Como0 era el caso de abolir la Constitución de 1966 para sustituirla por la vigente de 1978. La izquierda propugnó la abstención, porque promover el «NO» hubiera significado pedir que se perpetuara el vigente sistema político que ellos pretendían destruir. Seguir leyendo…Click ********* Relacionado: Las FFAA, España, el Rey y la Constitución. Por Francisco Bendala Ayuso […]

3
0
Deja tu comentariox