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1961. El Generalísimo Franco visita la fábrica Citroën–Hispania en Vigo.
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En la mañana del jueves 14 de septiembre de 1961, el  Jefe del Estado llegaba a Vigo, desembarcando del yate “Azor” y trasladándose seguidamente en una falúa al muelle de transatlánticos.

En dicho muelle se encontraban los ministros de Marina, Obras Públicas y Agricultura; gobernador civil de la provincia, capitán general de la VIII Región Militar, capitán general del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo, patriarca de las Indias y obispo de Madrid-Alcalá, obispo de Tuy-Vigo, la Corporación Municipal de Vigo, con el pendón de la ciudad, bajo mazas; Diputación Provincial, Cuerpo consular y representaciones diversas. Vestía el Generalísimo de paisano y le acompañaban el ministro subsecretario de la Presidencia y el almirante Nieto Antúnez, subsecretario de la Marina Mercante.  

En el momento del desembarco, las baterías de la bahía y las del buque escolta de la armada “Hernán Cortés” hicieron las salvas de ordenanza. En la escalerilla de desembarco,  el Generalísimo fue saludado por los ministros, autoridades y representaciones.  

Seguidamente, el Caudillo pasó revista a las fuerzas que le rendían honores, una compañía con bandera y música del regimiento de Infantería “Murcia nº42”,  y a continuación pasó al interior del amplio edificio de la Estación Marítima, en cuyo vestíbulo central se había levantado un altar.

El Obispo de Tuy-Vigo, fray José López Ortiz, revestido de pontifical, procedió a la bendición de las dependencias de la nueva Estación Marítima. El Jefe del Estado las recorrió después con detenimiento, manifestando su satisfacción por la acertada orientación de las modernas instalaciones. Finalmente, el Jefe del Estado procedió a descubrir una placa que había sido, colocada en el dintel de la entrada principal interior, con una inscripción que decía: “Francisco Franco, Caudillo de España, inauguró este edificio el día 14 de septiembre de 1961”-

En los alrededores de la dársena de desembarco, así corno en todos los lugares cercanos a la Estación Marítima, el numeroso público que se había congregado no cesó de-aplaudir y vitorear al Jefe del Estado, viéndose  también entre la multitud muchas pancartas de saludo y adhesión al Caudillo. 

Tras inaugurar la estación marítima, por la avenida de Montero Ríos, Concepción Arenal, calle Colón, plaza de José Antonio y ronda de San Juan Bosco, el Caudillo se dirigió al campo de Granada, desde donde arranca la gran escalinata que sube a la cumbre del monte del Castro.

  1. El Caudillo de España inaugura la Cruz de los Caídos en el monte del Castro de Vigo 

En el segundo tramo de esta escalinata había sido levantada la Cruz de los Caldos, a cuya inauguración procedió el Caudillo desde una tribuna colocada  al objeto en el citado campo de Granada. El obispo de Tuy-Vigo, fray José López Ortiz, cantó un responso a los caídos, dándose por terminado el solemne acto conmemorativo. 

En  los alrededores de este lugar, así como a lo largo de todo el trayecto desde la estación marítima, los vigueses continuaron saludando y aclamando al Generalísimo. 

Una vez inaugurado el monumento a los Caídos, el Jefe del Estado, acompañado por  las autoridades y representaciones, se trasladaron a visitar la industria automovilística “Citroën-Hispania”, primer gran complejo industrial construido en el área de la sub zona franca del noroeste de  España. 

A la entrada de la fábrica, el Jefe del Estado fue recibido por el Consejo de Administración de la Empresa, al frente de la cual se hallaba el presidente del Consejo de la Sociedad Andre Citroën, de París, M. Fierre Bercot, al que acompañaba el presidente del Consejo en España, Pedro González Bueno. 

El Generalísimo recorrió con todo detenimiento las naves de construcción y montaje de los automóviles y furgonetas Citroen 2 HP, mostrándose muy complacido de la moderna organización de esa industria, por lo cual felicitó efusivamente a los miembros del Consejo de Administración y también a los directores y técnicos de la factoría.

La fábrica de Citroën Hispania se había instalado en Vigo en el mes de abril de 1958. El primero de septiembre de aquel año se inició la construcción de la primera nave. 

En ese año de 1961, la fábrica  contaba con más de 500 empleados, con dos amplias naves, con una superficie total de 57.000 metros cuadrados cubiertos, en las cuales se habían producido   8.300 furgonetas y 530 berlinas, esperando para ese año, que  la producción alcanzase, como así fue,  a 5.000 furgonetas y 2.500 berlinas.

Acto seguido, el Jefe del Estado marchó con dirección a Puentesampayo, /Pontevedra) donde inauguraría a orillas del río Verdugo, una importante factoría. Se trataba del complejo industrial Alfares de Puentesampayo, S. A. Pontesa, dedicado a la fabricación de cerámica, concretamente loza fina y ordinaria, azulejos de pasta vitrificada y material sanitario.

 

  1. El Caudillo de España es aclamado a su llegada a la fábrica Alfares de Puentesampayo en Pontevedra.

El edificio industrial y sus contornos se hallaban engalanados con profusión de banderas con los colores nacionales y una gran multitud de público, formada principalmente por campesinos, se hallaba en las inmediaciones. 

A la una menos cuarto penetró en el recinto de la factoría el coche en que viajaba el Caudillo y en ese momento se dispararon bombas de palenque, mientras que por los altavoces de la fábrica se dejaba oír el himno nacional, y la muchedumbre prorrumpió en vítores y aclamaciones.

El Generalísimo iba acompañado por el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, señor González Sama, y figuraban en el séquito los ministros de Marina, Obras Públicas, Agricultura y Secretario General del Movimiento; jefes de las Casas Civil ‘y Militar, ayudantes de servicio y demás autoridades y personalidades que le habían recibido en la ciudad de Vigo

En la explanada de la planta industrial, el Caudillo fue recibido por el cardenal Quiroga Palacios, arzobispo de Santiago; abad mitrado de Samos, P. Mauro Gómez Pereira; corporación municipal de Pontevedra, presidida por el alcalde, José Filgueira Valverde; director de la industria, Modesto Alférez González; corporación provincial y todas las autoridades provinciales y locales de Pontevedra; consejo provincial del Movimiento; director de la Real Academia de la Historia, señor Sánchez Cantón; Pedro Barrié de la Maza, conde de Fenosa, cuerpo consular; jefes de los servicios técnicos e infinidad de personalidades y representaciones oficiales.

Después de ser saludado por las autoridades y personalidades, así como por el alcalde, que le dio la bienvenida en nombre de la capital, entre continuas ovaciones del público el Jefe del Estado entró en el interior de la fábrica, y en el vestíbulo presidió e! acto de bendición oficiado por el cardenal Quiroga Palacios, en presencia <ie autoridades y del obispo de Tuy-Vigo, fray José López Ortiz, y el comendador del monasterio mercedario de Poyo así como el clero comarcal.

El Generalísimo recorrió todas y cada una de las naves de la factoría, siéndole explicado por el director de la misma el proceso de fabricación de las distintas porcelanas. Al entrar en cada una de las naves, el Caudillo fue entusiásticamente ovacionado por el personal obrero que en ellas trabajaba.

En uno de los hornos de la factoría, uno de los propietarios de la empresa, Moisés Álvarez,  le mostró una bandeja artísticamente decorada, que en aquellos momentos estaba todavía en el horno y que le regalaba la empresa como recuerdo de su visita. En el reverso llevaba la siguiente inscripción: “Modesto homenaje de gratitud y recuerdo a Su Excelencia el Jede del Estado, en la inauguración de Alfares de Puentesampayo, S. A.” En el anverso, la bandeja llevaba distintos motivos gallegos.

A la una y cuarto de la tarde el Caudillo abandonó Puentesampayo, y salió con dirección a Vigo, siendo despedido con una estruendosa ovación por el público que se hallaba en los alrededores de la factoría.

En el yate “Azor”, fondeado en la ría de Vigo, el Jefe del Estado ofreció un almuerzo a las autoridades de Pontevedra y Vigo. Con el Caudillo tomaron asiento a la mesa los ministros  de Marina. Obras Públicas, Agricultura  y secretario general del Movimiento, obispo de Tuy-Vigo, gobernador civil, de Pontevedra, gobernador militar de Vigo, alcalde de Vigo, presidente de la Diputación de Pontevedra, Comandante de Marina de Vigo, Almirante Nieto Antúnez, teniente general jefe de la Casa Militar, jefe de la

 Casa Civil, segundo jefe e intendente de la Casa Civil, comandante del “Azor” y  ayudante de campo de su Excelencia,

Alrededor de las seis de la tarde llegó a las islas Cíes el yate “Azor”, a bordo del cual viajaba el Jefe del Estado, escoltado por la fragata de la armada “Hernán Cortés” y por el destructor “Almirante Antequera”.

A la llegada del Jefe del Estado, los numerosos pesqueros anclados en los alrededores de las islas, hicieron sonar sus sirenas mientras las tripulaciones aclamaban sin cesar al Generalísimo. El Jefe del Estado desembarcó del yate en el muelle de Rodas, que une, a traves de una gran playa, las islas de Monteagudo y Faro, acompañado por el Ministro Secretario General del Movimiento y por el subsecretario de la Marina Mercante. Fue recibido por el obispo de la diócesis Tuy-Vígo, gobernador civil y otras autoridades y personalidades.

  1. El Caudillo Francisco Franco inaugura en las Islas Cíes un monolito conmemorativo al XXV aniversario de su exaltación a la Jefatura del Estado.

Seguidamente el Generalísimo se trasladó al cerro en el que se levantaba un colosal hito que la provincia de Pontevedra le ofreció en el XXV aniversario de su exaltación a la Jefatura del Estado. Tenía 21 metros de altura, realizado en hormigón y piedra blanca de Tui y verde de Compostela. En una de sus caras se podía leer: “Español: En piedra noble, como la perennidad de su ejemplo, los pontevedreses rendimos este homenaje a Francisco Franco Bahamonde. Nos devolvió la patria con su invencible espada” El Jefe del Estado contempló la monumental obra. A continuación, el obispo de Tuy rezó una oración por los caídos en la mar, y el Generalísimo recorrió a pie las islas.

Terminada su visita, el Caudillo volvió a embarcar en el “Azor” y fue despedido por las aclamaciones de los pescadores y el continuo sonar de las sirenas de los barcos. El “Azor” enfiló la bocana del puerto, escoltado por gran número de pesqueros, que acompañaron al yate por espacio de un cuarto de hora de travesía, mientras sus sirenas sonaban ininterrumpidamente.

 

P/D: En julio de 2008, el monolito erigido en las Islas Cíes en 1961, era completamente demolido, -después de un segundo intento-, con dinamita. En el gobierno de la nación se hallaba el malvado y pérfido José Luis Rodríguez Zapatero. En el gobierno de la Comunidad Autónoma de Galicia, el binomio socialista- separatista  PSOE-BNG, inolvidable por lo dañino que resultó  para la región gallega,  al mando de Emilio Pérez  Touriño y Ángel Quintana. 

Otro si: P/D: Escribo este artículo, al amparo de la infecta, criminal, malvada, canallesca, mentirosa, llena de odio, de división entre unos españoles y otros; profanadora de cadáveres de héroes de nuestra historia, manchada con la sangre de las víctimas del terrorismo, a quienes desprecia, un auténtico fraude de ley, que ataca la unidad de España, la verdad, la libertad, la historia de nuestra Patria; que pretende por ley obligar a los españoles a pensar lo que quiere este gobierno corrupto, traidor y estulto y que incluso  ataca de forma ignominiosa al patrimonio cultural, histórico y artístico de España, siendo su único y malévolo fin deslegitimar un régimen, el del Generalísimo Francisco Franco, que llevo a España a convertirse en la novena potencia industrial del mundo y de él que emanó la actual Jefatura del Estado, -no se olvide Majestad-, llamada, de forma burda y grosera, ley de “memoria democrática”, de la cual me declaro beligerante y desafiante, recientemente aprobada, que en un párrafo textual de su sectario preámbulo dice: “El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir los errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para la democracia”.

A ESO ME ACOJO. EN DEFENSA DE LA VERDAD. SUFRÍ, POR MI MANERA DE PENSAR, EN ESTOS ULTIMOS AÑOS, LA MUERTE CIVIL, EN FRASE DE MI ADMIRADO JOSE ANTONIO PRIMO DE RIVERA, “ENTRE LA SAÑA DE UN LADO Y LA ANTIPATÍA DEL OTRO”.

ME DA ABSOLUTAMENTE IGUAL. LA MEMORIA NO PUEDE ESTAR SUJETA A NINGUN TIPO DE LEY. ES ALGO CONSUSTANCIAL CON LA PROPIA PERSONA. ESTA ES MI MEMORIA. NO ME VOY A CALLAR Y ME REBELO ANTE ESTE ATROPELLO DE UNA LEY ANTICONSTITUCIONAL, ABERRANTE, SOVIETICA, QUE ATACA LA LIBERTAD PERSONAL ÚNICAMENTE PROMULGADA PARA MANTENER LA FALSA VERSION DE LA IZQUIERDA -POR ELLO NECESITAN UNA LEY QUE AMENACE Y ATOSIGUE- PARA DISTORSIONAR, PUES NO PUEDEN REBATIR, LA VERDADERA REALIDAD HISTORICA DE ESPAÑA.

 

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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