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Leo recientemente que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha fallado que todos los centros educativos deben dar un 25% en castellano porque considera que el uso de esta lengua es «residual», algo que obligaría  a la “Generalitat” a cambiar todo el modelo de inmersión lingüística de todos sus colegios. Esta es sin duda una de las sentencias sobre la lengua más importantes de los últimos años y cuestiona el modelo de enseñanza seguido en las escuelas catalanas  poniendo en cuestión a la Ley Celaá que actualmente se tramita en el Senado. Mucho me temo que al igual que sucede con otras muchas sentencias esta quedará como siempre en papel mojado manifestando claramente el estado de rebeldía en el que se encuentra la “Generalitat” catalana.

Leo también en el diario La Razón una nueva “boutade” a las que nos tiene acostumbrados desde hace mucho tiempo el periodista Luis Maria Ansón cuando a Franco se refiere. Su sectarismo habitual le hace decir esta vez lo siguiente:

“El dictador Franco desdeñó el idioma catalán de forma tórpida y absurda……. Un grupo de intelectuales independientes hizo público un manifiesto en favor de la lengua catalana. Yo fui uno de los firmantes.”

Que las lenguas regionales que se hablan en España se utilizan como herramienta política para buscar la división de los españoles, y en definitiva la destrucción de la nación, es algo tan obvio que poca explicación necesita.

La mentira reiterada de los hechos históricos es una de las herramientas básicas del marxismo y forma parte de cualquier acción revolucionaria y subversiva. Una mentira tras otra acaba convirtiéndose en verdad para el pueblo receptor de la propaganda, especialmente cuando este pueblo adolece de la cultura necesaria para distinguir donde está la verdad. Y aún se agrava más el problema cuando aparecen comparsas con asertos como el que citamos de Luis María Ansón.

Entre estas mentiras continuadas, y ya asimilada como única verdad, está la de la relación de Franco con la lengua catalana y sus políticas lingüísticas. Es tal el calibre de las mentiras transmitidas que resulta una tarea harto difícil el rebatirlas. Y más difícil aún, ya desaparecidas las generaciones que podrían aportar recuerdos vividos, en una juventud absolutamente adocenada y abducida. Jóvenes a los que además se les priva por otra parte de la enseñanza vehicular en castellano –  incluso por ley – privándoles de la lengua que hablan más de seiscientos millones de personas en el mundo. Son ellos los únicos perjudicados sin duda.

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Es incontrovertible el hecho de que Cataluña, para su fortuna, es bilingüe, algo que no empobrece su cultura sino que la enriquece. En el pasado histórico, las dos hermosas lenguas españolas convivieron sin obstáculo alguno y solo la ceguera estúpida y sectaria que están implantando unos políticos analfabetos está llevando a la hermosa región catalana al desastre.

Muchos se olvidan, y el Sr Ansón el primero, que en 1975, al morir Franco, más del 50% de la producción literaria en España se producía en Cataluña y en español. Premios literarios tan importantes como el Planeta o el Nadal se concedían, y se conceden aún, de momento, en Barcelona, pero no era menor la proliferación de premios literarios en catalán.

Hagamos un breve repaso histórico en este sentido:

En 1945 con el apoyo de Franco se celebró el centenario de mossen Verdaguer, escritor de la primera gramática histórica catalana; en 1947 se otorgó el premio Joan Martorell para novela en catalán ; en 1952 se inauguró la cátedra Mila i Fontanals para el estudio científico de la lengua catalana y se creó el premio Merce Rodoreda de cuentos y narraciones en catalán al que siguió en 1956 el premio Lletra d,or para distinguir el mejor libro del año en catalán ; en 1960 el premio Joaquim Ruyra de narrativa juvenil a los que siguieron el de Josep Pla y Prudenci Bertrana y desde luego el Premi d,Honor a les Lletres catalanes destinado a la consagración de escritores noveles.

Recordemos también que en 1966 Barcelona rindió homenaje a Maragall y que al año siguiente en 1967 la Diputación de Lérida dotó una cátedra en lengua catalana mientras que la de Barcelona acordó dar cursos de catalán en todos los centros culturales dependientes de la corporación y fundó la cátedra de lengua catalana en la Facultad de Teología de San Cugat.

Y no quiero dejar de referirme al conjunto de actos que en 1948 se celebraron en toda Cataluña para homenajear la memoria del insigne pensador Jaume Balmes. Actos que culminaron al año siguiente con un solemne acto en la catedral de Vic presidido por Franco.

Sería prolijo el citar aquí a cientos de escritores que se expresaron literariamente en catalán, y se escapa a la brevedad de estas líneas el hacerlo, pero no puedo por menos que sentir lástima cuando veo como se ha tergiversado la historia y se asume que la lengua catalana fue perseguida en aquellos tiempos. No me puedo creer que el Sr Ansón ignore todo esto así que cuanto dice al respecto no es fruto de la ignorancia sino de la maldad.

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Son incontables las ocasiones, a lo largo de mi vida profesional, en las que he estado en Cataluña, como numerosos son los soldados catalanes que he tenido a mis órdenes. Allí y entre estos siempre se hablaba con absoluta normalidad tanto en castellano como en catalán sin problema alguno. El problema lo han creado los políticos y el odio y revanchismo barato lo levantan periodistas como el Sr Ansón con sus ligerezas cuando no falacias.

Cierto: la lengua de la administración era el español y no el catalán. Eso no lo negaré pero eso obligaba al conocimiento de la lengua común de todos los españoles, algo que está en vías de desaparecer al paso que vamos y que va a convertir a los jóvenes catalanes en analfabetos funcionales. ¿Será necesario recordar que el español es la segunda lengua más hablada del mundo?  

Siempre he pensado que el español es un pueblo desagradecido y olvidadizo como lo son los gatos, pero en concreto el catalán en este sentido es mucho más que eso: es un gato, casi tigre en tamaño, sumido hoy no solo en una ingratitud superlativa sino abducido por las mentiras que una clase política corrupta le ha inculcado. Amo Cataluña pues por mis venas corre sangre catalana y menorquina y es por eso que mi españolidad está enriquecida, razón de más para desesperarme al ver como se destroza y autodestruye una parte tan querida de nuestra patria común.

Sr. Ansón, guárdese sus “boutades” para sus tertulias particulares y no confunda más de lo debido a las jóvenes generaciones.