21/11/2024 21:02
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Pancho I de la Pampa y de la Pachamama pide perdón –a los aztecas o su espíritu, se supone–, por los pecados “personales y sociales” de la conquista de Méjico. Con eso de los “pecados sociales” este papa amigo de las narcodictaduras y enemigo de España, está usando una terminología muy semejante a la de los comunistas para justificar el exterminio de “sectores sociales” que no acababan de “pedir perdón”.  Muy significativo que los comunistas y socialistas, ideólogos de los mayores genocidios del siglo XX, hayan salido en defensa del papa. Y hemos visto también cómo unos obispos que han colaborado con su silencio cómplice en la profanación de la tumba de quien salvó a la Iglesia del exterminio, han querido quitar hierro a la cosa recordando juicios semejantes de otros papas más respetables.
Aquí hay, al menos, tres cuestiones políticas de fondo. La declaración de Pancho sale cuando en Latinoamérica gente como el tal AMLO, un majadero irredento, vuelve con la leyenda negra de Las Casas, de la que participan las narcotiranías del “socialismo del siglo XXI” tan caras a ese papa. Coincidencia nada casual. Es más, en la misma línea Pancho ha osado recomendar a España que se reconciliase con su historia, o algo así, en beneficio del separatismo catalán.
La segunda cuestión es por qué los papas anteriores han dicho que “No se pueden ignorar los sufrimientos  e injusticias” a los indígenas, como si los españoles estuvieran obligados a actuar con una perfección moral que, desde luego, tampoco tienen los papas.  Es evidente que en todas las relaciones humanas se presentan abusos, sufrimientos e injusticias, pero, en definitiva, es preciso sacar un balance: ¿fueron las injusticias superiores a los beneficios? Yo creo que para los indios y para el conjunto de lo que llamamos civilización, los beneficios han sido muy superiores. Es dudoso que los antiespañoles quieran  en serio volver a los sacrificios humanos o al canibalismo, aunque dada su chifladura, ¡quién sabe!  Hablar como esos papas, además, ya es una injusticia: tendrían que especificar de qué sufrimientos e injusticias se trata  en concreto, en vez de hacer acusaciones nebulosas que pueden servir para cualquier interpretación. 
Una tercera  cuestión es el inevitable relativismo de las injusticias. Puesto que América ha sido colonizada por españoles y posteriormente por anglosajones, podría compararse la primera colonización con la un tanto exterminadora segunda. Curiosamente, los papas se andan con sumo cuidado al referirse a esta, y Pancho, que osó llamar genocidio a la primera,  apenas ha esbozado alguna tímida crítica a la segunda.  
El problema de fondo está en el eco de las brutales calumnias de Las Casas a los españoles, que dura con plena fuerza hasta hoy. La independencia de los virreinatos se hizo con una mezcla de lascasismo y de intento de imitar a las revoluciones francesa y useña, orientado por masones. Su “indigenismo” era en realidad puro antiespañolismo, pues los “libertadores”  fueron quienes saquearon a los indios, los exterminaron en el Cono sur, y masacraron a los que no se dejaron engañar por su fraseología y defendieron a España contra tanta “liberación”.  Hoy sigue siendo así. El “indigenismo” ha cundido mucho más, de la mano de ideologías comunistoides, y los papas creen políticamente interesante “recordar” males que no detallan, para buscar su apoyo.
A Pancho lo describió un agudo comentarista católico, Francisco José de la Cigoña, horas antes de su nombramiento como pontífice: “Ese ser de mirada torva, conducta cobarde y propósitos dudosísimos”.  Está haciendo más daño que nadie a la iglesia, como sus obispos españoles “antifranquistas”. Los dos papas anteriores hicieron grandes esfuerzos por reconducir los desastres del Vaticano II…, que con Pancho han resurgido con más fuerza.
   Sobre la cuestión de Las Casas y su influencia me permito recordar los capítulos que le he dedicado en Nueva historia de España. Me parecen muy difíciles de rebatir.

Autor

Pio Moa
Pio Moa
Nació en 1948, en Vigo. Participó en la oposición antifranquista dentro del PCE y el PCE(r)-Grapo. En 1977 fue expulsado de este último partido e inició un proceso de reflexión y crítica del marxismo. Ha escrito De un tiempo y de un país, sobre su experiencia como "revolucionario profesional" comunista.

En 1999 publicó Los orígenes de la guerra civil, que junto con Los personajes de la República vistos por ellos mismos El derrumbe de la República y la guerra civil conforman una trilogía que ha cambiado radicalmente las perspectivas sobre el primer tercio del siglo XX español. Continuó su labor con Los mitos de la guerra civil, Una historia chocante (sobre los nacionalismos periféricos), Años de hierro (sobre la época de 1939 a 1945), Viaje por la Vía de la Plata, Franco para antifranquistasLa quiebra de la historia progresista y otros títulos. En la actualidad colabora en ÑTV, Libertad DigitalEl Economista y Época.
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