21/11/2024 15:20
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El gobierno separatista de Cataluña acaba de imponer la enseñanza de religión islámica en los colegios de esa región. Lo hace en un momento álgido en que la elevada presión islámica sobre Cataluña –más de 530.000 musulmanes- pone a esta comunidad como una de las regiones europeas de mayor concentración islámica respecto a la población autóctona.

El lastre infumable de los barrios pestilentes donde la convivencia multicultural es un fracaso se convertirá ahora en una cloaca mayor, dada la normalización islámica en todo el territorio catalán. Barrios como el “Raval”, y municipios como Manresa o Ripoll, manchados por la violencia okupa y la invasión islámica delictuosa, verán ahora agigantada la impronta “multicultural” en todos los niveles del sistema educativo catalán que habiendo expulsado al idioma español como lengua vehicular, se abrazan a los imanes islamistas y a la Comisión Islámica de España para implantar la enseñanza de la religión de Mahoma.

La Consejería de Educación catalana, en manos de Esquerra Republicana de Cataluña, ha creado un plan en escuelas públicas de Barcelona, el bajo Llobregat, Gerona y Tarragona para impartir “religión islámica” durante el curso 2020-2021.

El destartalado camino de apertura del nuevo curso estudiantil; la inseguridad sanitaria en la vuelta a las aulas; el caos académico ante el covid 19; y el elevado índice de contagios no han sido obstáculo para que el gobierno separatista catalán, deseoso de romper la vinculación con España y con la tradición católica de nuestra Patria, ponga en el estrellato de sus prioridades la implantación de una religión foránea, incompatible con Occidente, pero clave en el proyecto separatista catalán basado en escindir Cataluña de España y en erigirla en república islámica y socialista con la absorción del Reino de Valencia y de las Islas Baleares (los llamados “Países catalanes”; el proyecto ultramontano expansionista de los padres del separatismo catalán moderno: Prat de la Riba, Companys y Jorge Pujol).

La religión islámica se impartirá preferentemente en el primer curso de educación primaria y en primero de la ESO. Josep Bargalló, consejero de educación catalán, ha alegado el derecho a la “libertad religiosa” y la cohesión social de Cataluña.

La aquiescencia de la Conferencia Episcopal española, y especialmente de los obispos catalanes –los que permiten, en sus diócesis, la colocación de banderas esteladas secesionistas en las parroquias y firman cartas a favor de los criminales golpistas- es vergonzosa y completamente rendida ante el avance del islamismo; un islamismo avasallador cuyos resultados de desolación terrorista se vieron con el sanguinario atentado de las Ramblas en agosto de 2017 o con la conflictividad social de los “menas” del Raval o los “guetos” pakistaníes de Santa Coloma de Gramanet.

Según las autoridades catalanas el plan de enseñanza del islam se ajusta a lo dispuesto en el “Acuerdo de cooperación entre el Estado español y la Comisión islámica de España” de 1992 que garantiza el ejercicio del derecho de los alumnos musulmanes a recibir enseñanza religiosa islámica en los centros educativos públicos en los niveles de educación infantil, primaria, secundaria y bachillerato. 

El nefasto Acuerdo entre el Estado español y la confesión musulmana, de 1992, se hizo con la absoluta nulidad cognoscitiva sobre la repercusión problemática del futuro desarrollo del islamismo en España y se optó, en la Constitución de 1978 por una fórmula de “aconfesionalidad” del Estado que si bien era necesaria, jamás debería haber renunciado a reconocer como única religión de atención estatal y de cooperación a la católica. Los mismos poderes públicos que no vacilaron en conculcar el Acuerdo del Estado español con la Santa Sede de 1979 para atacar la inviolabilidad que este Tratado le proporciona a la Basílica del Valle de los Caídos, son extraordinariamente diligentes para cumplir la letra del infame Acuerdo con la confesión islámica de 1992 con tal de imponer la religión de Mahoma en las escuelas.

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El profesorado que impartirá la asignatura de religión islámica será el designado por las comunidades que pertenecen a la Comisión islámica de España, equiparando el tratamiento de la religión musulmana a la católica, y las materias que se enseñen “tienen que reflejar las lenguas y culturas de las familias musulmanas de Cataluña” y se debe transmitir la perspectiva de inclusión y la “educación en la diversidad”.

Según el censo realizado por la Unión de Comunidades Islámicas de España, en Cataluña, en 2017, había más de 515.000 musulmanes, más que votantes del PP. El porcentaje de población musulmana en Cataluña alcanza el 7 por cien, casi el doble que en el resto de España. En Gerona, los musulmanes son más de un 11 por cien de la población.

La evolución de estas cifras es espeluznante: hace poco más de quince años había unos 30.000 musulmanes en Cataluña; ahora superan el medio millón. Y el número de nacimientos de hijos de padres musulmanes representa ya más del 10 por cien del total en Cataluña.

La radicalidad islamista más agresiva de España se concentra en Cataluña. 79 de las 109 mezquitas salafistas radicadas en España están en esa región de España.

El gobierno de CiU y Pujol, y después de él, los sucesivos hasta hoy, tramaron un proyecto a largo plazo pero de impacto inmediato, basado en la progresiva proscripción social y educativa de la lengua española y la inmersión lingüística abrasiva en lengua catalana. Esta política demencial actuó como freno a la inmigración hispanoamericana, con lo cual la inmigración africana y musulmana se hizo con la hegemonía en Cataluña; magrebíes y pakistaníes fundamentalmente.

El gobierno catalán de Pujol abrió chiringuitos diversos para la promoción, contratación e impulso de la inmigración marroquí orientada a Cataluña, haciéndola primar en ayudas sociales y subsidios. De hecho, tal fue la relación de Pujol con la inmigración marroquí, que Ángel Colom – secretario general de ERC hasta 1996, fecha en que abandonó el partido- fue enchufado en el partido de Pujol y nombrado “embajador de la generalidad catalana en Marruecos”, además de “secretario de inmigración en CDC” y director de un chiringuito sacamatecas llamado “Fundación Nous catalans” (para “atraer e integrar” a la población inmigrante). Pujol y el citado Colom se dedicaron a ofrecer a los jóvenes marroquíes el “paraíso catalán”; a vincular a la población islámica con la causa del independentismo y el tal Colom se dedicó a recorrer las mezquitas catalanas para prometer a los musulmanes la “nacionalidad catalana” de pleno derecho en una futura Republica catalana independiente que les daría todos los derechos que les niega España.

Un marroquí llamado Noureddin Ziani –colaborador de Colom y de Pujol en la Fundación Nous Catalans-, fue deportado a Marruecos a solicitud del CNI en 2013 por promover el salafismo, la violencia y la agresión. Arenys de Mar, Manresa o El Raval, plagados de mezquitas y asociaciones islámicas, fueron recorridos por Colom y sus acólitos islamistas para –según sus propias palabras-: “No se puede construir un Estado catalán sin la participación de los catalanomarroquíes”. El odio a España de sus proyectos e intenciones, sufragados por Pujol, era tan claro como su proyecto de sustitución étnica, cultural y religiosa.

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Algunos de los queridos “catalanomarroquíes” a los que hacía referencia Colom,  ex dirigente de ERC convertido en pujolista entusiasta, acabarían atentando en las Ramblas en agosto de 2017.

El yihadismo terrorista clava sus garras donde el adoctrinamiento es posible y realizable. En Cataluña lo es desde hace veinte años, y hoy va a llegar hasta las aulas donde se impondrá  la enseñanza religiosa islámica. A mayor población musulmana, más posibilidades de sufrir un atentado terrorista. Blanco y en botella. 3 de cada 4 mezquitas radicales están en Cataluña –lo han declarado los propios Mozos de Escuadra-. Es evidente que los terroristas y los radicales asentarán sus esfuerzos donde mayores posibilidades de captación tengan, y Cataluña se las ofrece.

El separatismo catalán de la CiU de Pujol labró un camino de supremacismo racista indisimulado respecto al resto de España.  El ex presidente de la generalidad Jordi Pujol, tildó a los españoles de vagos y deslucidos en algunos libelos y panfletos como su obra: “La inmigración, problema y esperanza de Cataluña” de 1976, donde se dice, sobre el andaluz que: “…no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (..) es, generalmente, un hombre poco hecho (…) que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual(…) Si por la fuerza del número llegase a dominar, destruiría Cataluña…” .

Con la inestimable ayuda de la ERC, Pujol instauró una senda para apartar a Cataluña de España rompiendo el nexo común de la historia y del idioma españoles mediante la inmigración musulmana de sustitución que promovió y financió con subsidios, plazas escolares y becas. Esa política fue seguida entusiastamente por sus sucesores en el cargo para favorecer las ínfulas hispanófobas y secesionistas.

Hoy, la inmigración islámica masivamente atraída a Cataluña durante lustros por el separatismo con la permisividad de los gobiernos centrales del PP y del PSOE, se basa en miles de familias musulmanas cuyos emolumentos mensuales en forma de “rentas de inserción” pueden superar los 1200 euros, además de las “pagas” de 600 euros a “menas” entre 18 y 23 años. El vivero de terroristas radicales, okupas y subsidiados que el separatismo ha creado en Cataluña es una auténtica bomba de relojería que tiñó de sangre las calles de Barcelona en 2017 y que genera conflictos diarios en la Cataluña de los narco-pisos, los usurpadores de viviendas y los “menas”.

Autor

Jose Miguel Pérez