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Mucho se ha escrito y se sigue escribiendo sobre el Nuevo Mundo que descubrió para España Cristóbal Colón y que más tarde conquistarían “los Dioses extremeños” (Francisco Pizarro González, Hernán Cortés Monroy Pizarro, Francisco de Orellana, Hernando de Soto, Pedro de Valdivia, Alonso de Cáceres, Vasco Núñez de Balboa, Pedro de Alvarado y Contreras, Nuflo de Chaves, Diego García de Paredes) entre los siglos XVI y XVII. Fueron varias culturas, pero entre ellas hay que destacar la cultura Maya, quizás la más antigua, la cultura Azteca y la cultura Inca. En realidad fueron tres civilizaciones que ocuparon la Hispanoamérica de hoy desde la frontera de México con la los Estados Unidos hasta la Tierra de Fuego, al Sur.
Lo que quiere decir que no fue una cultura única y global. Sino distintas y muy variopintas, que ya aparecen en la Historia 5.000 años antes de Jesucristo. Fueron estas:
Cultura Maya
La cultura maya fue una civilización mesoamericana que se desarrolló en México (en los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco), también en Guatemala, Belice y la parte occidental de Honduras y El Salvador, abarcando más de 300 000 km². (Wikipedia)
Cultura Azteca
La cultura azteca o mexica fue una de las más avanzadas que vio la América precolombina. Basado en un sistema de alianzas y vasallaje, y apoyado por un poderoso ejército, el imperio azteca dominó durante dos siglos el sur del actual México y Guatemala. (Wikipedia)
Cultura Inca
La cultura Inca fue la más extensa en América y casi abarcó todo el occidente de Sudamérica. Entre su territorio se pueden mencionar las Repúblicas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. También se cree que poseían aproximadamente 9,000 km en el Océano Pacífico. (Wikipedia)
Fueron tres culturas que llegaron a estar muy desarrolladas. Como ejemplo destacamos la cultura Maya:
Los mayas produjeron una gran variedad de estructuras arquitectónicas y dejaron un extenso legado arquitectónico, que sitúan a la civilización maya entre las grandes civilizaciones preindustriales del mundo. La arquitectura maya también incorpora textos jeroglíficos y varias formas de arte. La arquitectura de mampostería de los mayas es evidencia de la existencia de especialización artesanal en la sociedad maya, así como una organización centralizada y los medios políticos para movilizar una gran fuerza de trabajo. Se estima que para la construcción de una gran residencia de élite en Copán se necesitaba unos 10 686; en comparación, para la vivienda de un plebeyo se necesitaba aproximadamente 67 días-hombre. Se estima además que el 65 % de la mano de obra requerida para construir una residencia noble fue utilizado para la extracción, el transporte, y el acabado de la piedra, y que se utilizó el 24 % de la mano de obra para la fabricación y aplicación del revestimiento de yeso. En total, se estima que se necesitaba dos o tres meses para la construcción de la residencia de un noble en Copán, utilizando entre 80 y 130 trabajadores a tiempo completo. Una ciudad del periodo Clásico como Tikal tenía una extensión de 20 km² y un núcleo urbano que cubrió 6 km². La mano de obra necesaria para construir una ciudad de este tamaño era inmensa, hasta muchos millones de días-hombre. Las estructuras más grandes construidas por los mayas, fueron erigidas durante el período Preclásico. Hacia el Preclásico Tardío la especialización artesanal requerida habría incluido a albañiles y yeseros dedicados, así como planificadores y arquitectos
Diseño urbano
Las ciudades mayas no eran formalmente planificadas y estaban sujetos a una expansión irregular, dando lugar a la adición no estructurada de palacios, templos y otros edificios. La mayoría de las ciudades mayas mostró una tendencia a crecer hacia el exterior desde el centro, y hacia arriba a medida que nuevas estructuras se superponían a las anteriores.
Materiales y métodos de construcción
ladrillo cocido de Comalcalco.
Los mayas construyeron sus ciudades con tecnología neolítica; las estructuras arquitectónicas se construyeron de piedra y materiales perecederos. El tipo de piedra utilizado en la construcción de mampostería variaba de acuerdo a los recursos locales disponibles, lo que también influyó el estilo de construcción. La piedra caliza estaba disponible en una extensa franja de la región maya. La piedra caliza local es relativamente suave cuando acaba de ser cortada, pero se endurece con la exposición al ambiente. Había una gran variedad en la calidad de la piedra caliza; piedra de buena calidad estaba disponible en la región del Usumacinta. En el norte de Yucatán, la piedra caliza utilizada para la construcción era de calidad relativamente baja. En Copán se utilizaba la toba volcánica, y en Quiriguá la arenisca local. Comalcalco no contaba con piedra adecuada en la cercanía, y se utilizó ladrillo cocido. Para producir cemento, yeso, y estuco, se quemó la piedra caliza a altas temperaturas. Se utilizó cemento a base de cal para fijar la piedra en su lugar, y los bloques de piedra fueron cortados con la abrasión con cuerdas y agua, y con herramientas de obsidiana. Los mayas no emplearon una rueda funcional, y todas las cargas fueron transportadas en literas, barcazas, o enrolladas en troncos. Se elevaron las cargas pesadas con una cuerda, probablemente sin utilizar poleas.
Para las vigas y los dinteles se utilizaba madera, incluso en estructuras de mampostería. A lo largo de la historia maya, las chozas comunes, y algunos de los templos, se construyeron con postes de madera y paja. También se utilizó el adobe, una mezcla de barro reforzado con paja, que se aplicó como recubrimiento de las paredes de palos tejidos. Al igual que la madera y paja, la construcción con adobe se utilizó a lo largo de la historia maya, incluso después del desarrollo de construcciones de mampostería. En el sur de la región maya, el adobe fue también utilizado para la arquitectura monumental si no se contaba con piedra adecuada en la cercanía.
Principales tipos de construcción
Las grandes ciudades de la civilización maya contaban con templos piramidales, palacios, campos para el juego de pelota, sacbeob (calzadas), patios y plazas. Algunas ciudades también poseían sistemas hidráulicos o extensas murallas defensivas. La parte exterior de la mayoría de los edificios estaba pintada, ya sea en uno o varios colores, o con imágenes. Muchos edificios estaban adornados con esculturas o relieves de estuco pintado.
Palacios y acrópolis
Palacio del Clásico Terminal en Sayil, ubicado en el norte de Yucatán
Estos complejos se encontraban normalmente en el centro de la ciudad, al lado de una plaza mayor. Los palacios mayas constaban de una plataforma que sostenía a una estructura de varios cuartos. El término acrópolis, en el contexto maya, se refiere a un complejo de estructuras construidas sobre plataformas con diferentes alturas. Los palacios y acrópolis eran esencialmente recintos residenciales de la élite. Por lo general, se extendieron horizontalmente, a diferencia de las altas pirámides mayas, y a menudo tenían un número limitado de puntos de acceso. Algunas estructuras de los acropolis sostenían cresterías. Las habitaciones a menudo tenían bancos de piedra, que se utilizaban para dormir, y agujeros en las paredes donde se colgaban las cortinas. Los palacios mayores, como en Palenque, podrían contar con un propio suministro de agua y baños de vapor que se encontraban a menudo dentro del complejo, o en la cercanía. Durante el Clásico Temprano, los gobernantes fueron a veces enterrados debajo del complejo del Acrópolis. Algunas de las habitaciones en los palacios eran salas del trono; el palacio real de Palenque contaba con un número de salas de trono que se utilizaron para acontecimientos importantes, incluyendo la inauguración del nuevo rey.
Por lo general, los palacios, a veces adornados con esculturas, estaban dispuestos en torno a un o varios patios, las fachadas orientadas hacia dentro. Algunos palacios poseían descripciones glíficas que los identificaban como las residencias reales de ciertos gobernantes. Existe abundante evidencia de que los palacios eran mucho más que simples residencias de la élite, y que eran más bien los focos de una serie de actividades cortesanas, incluyendo audiencias, recepciones formales y rituales importantes.
Pirámides y templos
El Templo del Gran Jaguar en Tikal fue un templo funerario en honor del rey Jasaw Chan K’awiil I.
Los textos glíficos se refieren a veces a los templos como k’uh nah, lo que significa «casa de Dios». Los templos se construyeron encima de plataformas, y principalmente encima de pirámides. Los primeros templos eran probablemente chozas construidas sobre plataformas bajas. Hacia el Preclásico Tardío, las paredes de los templos eran de piedra, y el desarrollo del arco maya permitió la construcción de techos de piedra. Por el período clásico, los techos de los templos estaban cubiertos con cresterías que extendieron su altura y sirvieron como base para el arte monumental. El santuario del templo contenía entre uno y tres habitaciones, dedicadas a deidades importantes, como uno de los dioses patronos de la ciudad, o un ancestro deificado.
Política
Dibujo de K’inich Janaab’ Pakal, una de lo más famosos Ahau de Palenque.
A diferencia de los aztecas e incas, el sistema político maya nunca incorporó toda el área cultural maya en un solo Estado o imperio. Más bien, a lo largo de su historia, el área maya estaba conformada de una mezcla de complejidad política variable que incluía tanto Estados como cacicazgos. Los vínculos entre estas entidades políticas fluctuaron enormemente, ya que estaban involucrados en una compleja red de rivalidades, períodos de dominación o sumisión, vasallaje y alianzas. Ocasionalmente, algunas entidades políticas lograron el dominio regional, como Calakmul, El Caracol, Mayapán, y Tikal. La primera evidencia fiable de la existencia de entidades políticas en las tierras bajas mayas se remonta al siglo ix a. C. Durante el Preclásico Tardío, el sistema político maya evolucionó hacia una forma teopolítica, donde la ideología de élite justificó la autoridad del gobernante, y se vio reforzada por la exhibición pública de los rituales y la religión. El rey divino era el centro del poder político, y ejercía un control absoluto sobre las funciones administrativas, económicas, judiciales y militares de la entidad política. La autoridad divina del gobernante era tal que el rey tenía la potestad de movilizar tanto la aristocracia como los plebeyos para la ejecución de grandes proyectos de construcción, al parecer sin recurrir a una fuerza policial ni un ejército permanente. Algunas entidades políticas utilizaron la estrategia de ampliar la administración y llenar los puestos administrativos con fieles seguidores en lugar de familiares consanguíneos. Dentro de una entidad política, los centros de población medianos habrían jugado un papel clave en la gestión de los recursos y el manejo de conflictos internos.
El panorama político maya era muy complejo, y las élites mayas se sirvieron de intriga política para obtener ventajas económicas y sociales sobre sus vecinos. En el Clásico Tardío, algunas entidades políticas alcanzaron un largo período de dominación sobre otras grandes entidades políticas, como el dominio de El Caracol sobre Naranjo durante medio siglo. En otros casos, se formaron redes de alianzas sueltas alrededor de una ciudad dominante. Los asentamientos fronterizos a menudo cambiaron de alianzas en el transcurso de su historia; generalmente se encontraron a medio camino entre las capitales de entidades políticas rivales, y en momentos diferentes podrían aliarse a uno u otro de sus vecinos dominantes, o bien actuar de forma independiente. Las capitales de las entidades políticas dominantes exigían tributo en forma de artículos de lujo de los centros poblados subyugados. El poder político maya se vio reforzado por el poder militar, y la captura y humillación de guerreros enemigos jugó un papel importante en la cultura de la élite. Un sentido preponderante de orgullo y honor entre la aristocracia guerrera pudiera dar lugar a disputas y vendettas extendidas, resultando en inestabilidad política y fragmentación de las entidades políticas. (Wikipedia)
LEYENDAS
Naturalmente, en aquel mundo, como en el viejo mundo, influencia especial tuvieron los Dioses y las leyendas (que en muchos casos se confundían). Por ello me complace reproducir algunas leyendas de las tres culturas. Vayamos con la cultura Maya:
El colibrí
Los mayas veían a los colibrís como criaturas sagradas que poseían poderes curativos a través de la alegría y el amor que transmitían a las personas que los observaban. De alguna manera, esto no deja de ser verdad, ya que cada vez que vemos un colibrí quedamos alegres y con emociones agradables. “Las plumas de los picaflores son mágicas” decían los mayas.
Cuenta la historia que los dioses crearon a todos los animales de materiales de la tierra, principalmente de maíz. A cada animal le dieron una particular tarea para cumplir en la tierra, pero se habían olvidado de una muy importante que era transmitir la alegría y los mensajes de los dioses y también la transmisión de pensamientos y deseos de un lugar para otro.
Pero los dioses no tenían más maíz ni barro, así que tomaron una piedra de jade, tallaron una flecha para simbolizar el recorrido y soplaron tan fuertemente que en ese instante salió volando un hermoso pájaro, veloz de plumaje aterciopelado capaz de transportar los deseos y pensamientos de un lugar a otro con gran rapidez. Así nacía el colibrí o picaflor.
Se cree que estas aves traen mensajes del más allá, de los dioses o de personas fallecidas. El colibrí también se considera un animal mitológico sanador que ayuda a las personas, cambia su estado de ánimo y recibe sus pensamientos y deseos.
La leyenda de las mariposas
Más que una leyenda, hay todo un concepto detrás de las mariposas en la cultura maya. Los pueblos originarios de esta región creían que estos seres alados representaban la conexión con el universo, su transformación constante y la posibilidad de cambio inherente al ser humano en su camino evolutivo.
Se creía que las mariposas eran los espíritus de los niños muertos que renacían a la vida en una transformación colorida y hermosa. También creían que eran los espíritus de los guerreros que después de acompañar al dios sol Itzamná, sufrían el proceso de transformación a mariposa, una especie de eterno retorno y vida eterna.
La cultura Maya tenía además un templo llamado el templo de las mariposas y un símbolo de poder llamado, Hunab Ku, que podría traducirse como “la mariposa galáctica”, era un dios supremo, incorpóreo, sin figura ni representación, un concepto que representaba la consciencia ancestral, creadora de todo. Incluso los Toltecas simbolizaban el Toltecáyotl, una disciplina de estudio, heredada del culto a Quetzalcóatl, con 4 mariposas, una por cada punto cardinal y que permitía a través del estudio y la vida coherente, acceder a los espacios divinos.
El Popol Vuh y la creación del hombre
La tercera de las leyendas mayas es quizá una de las más conocidas e importantes de esta civilización y está relatada en el famoso libro del Popol Vuh que habla de la creación de los animales, las cosas y del hombre.
Dice así: al inicio los formadores crearon un ambiente para un ser que los invocara, para ello tenía que tener alimento, bebida, saber respirar y hablar, pero las criaturas eran los animales y no hablaban, sólo chillaban, graznaban, cacareaban etc.
Entonces hicieron otro intento y crearon a un ser de barro, pero este ser aunque lograba hablar era inconsistente, se deshacía con las lluvias y deshicieron su obra.
Luego hicieron un hombre de madera, se parecían al hombre, hablaban y poblaron la superficie terrestre, pero su lenguaje no era claro, sus manos y pies eran inconsistentes y carecían de sustancia. Luego vino un gran diluvio y muchos de estos muñecos de madera perecieron, otros se refugiaron en cuevas y copas de los árboles, se dice que los descendientes de estos muñecos de maderas son los actuales monos que carecen de sustancia.
En el último intento los formadores quisieron poner alimento y bebida saludable en el interior de su creación, por ello formaron al nuevo ser humano de maíz blanco y amarillo, prepararon líquidos con los que formaron su sangre y les dieron gordura y vigor. Tenían la apariencia de hombres y conversaban, fueron dotados de inteligencia, sabiduría y visión. Los hombres agradecieron a sus creadores y dijeron “os damos las gracias dos y tres veces… sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca, vemos lo grande y lo pequeño”.
Los nuevos seres humanos estaban dotados de todo el conocimiento a semejanza de los dioses. Al percibir esto los dioses no gustaron y decidieron hacer algo al respecto. De alguna forma, sintieron envidia de su hermosa creación y restringieron su mirada poniendo un velo sobre sus ojos, impidiéndoles ver a lo lejos y el más allá.
Leyendas Aztecas:
Leyenda del volcán Popocatépetl, una preciosa historia de amor
Cuenta una preciosa leyenda el origen del volcán Popocatépetl y del volcán con perfil de mujer, conocida como la ‘Mujer dormida’.
Hace mucho, mucho tiempo, gobernó entre los aztecas un hombre bueno y justo, al que todos querían muchísimo. Este emperador tuvo una hija, hermosa e inteligente. Según iba creciendo, sus dones aumentaban, hasta tal punto que su padre temía no encontrar una pareja lo suficientemente valiosa para ella.
Sin embargo, su hija, de nombre Izta, ya se había enamorado de un valiente guerrero, muy popular entre todos por sus victorias. Pero por supuesto, ambos jóvenes llevaban su amor en secreto.
El guerrero lucha por la mano de Izta
En una ocasión, el imperio se vio amenazado por un enemigo muy fuerte. El emperador estaba tan preocupado, que llamó a sus tres mejores guerreros. Entre ellos estaba Popocatépetl, el guerrero del que su hija se había enamorado en secreto.
– Os he mandado llamar porque sois los mejores y confío en vosotros- dijo el emperador- Esta vez pienso pagar con algo más que gratitud vuestra honestidad y coraje. Aquel quien consiga derrotar al enemigo, gobernará el imperio y se ganará la mano de mi hija.
La joven miró a Popocatépetl y sonrió. Estaba totalmente segura de que ganaría a los otros dos guerreros. Y él, por supuesto, partió con la gran ilusión y la fuerza del amor de la joven Izta, lo que le hizo mucho más valiente.
El joven guerrero enamorado comenzó a ganar batallas, y sus dos oponentes empezaron a envidiarle hasta tal punto, que tramaron una trampa para deshacerse de él. Un día, le acompañaron hasta la línea enemiga y sin que se diera cuenta, huyeron y le dejaron solo.
Al cabo de unos días, al ver que no regresaba, mandaron un mensaje al emperador anunciando su muerte. La joven Izta, al escucharlo, enfermó y murió de pena a los dos días.
El regreso del guerrero enamorado y la trágica noticia
En realidad, Popocatépetl no estaba muerto, sino que se había escondido en la selva y desde allí, comenzó a librar estratégicas y astutas batallas contra el enemigo. Y, al regresar al campamento, sus compañeros, que le habían traicionado, huyeron.
El joven guerrero regresó al palacio del emperador para contarle lo que había ocurrido, de cómo le habían tendido una trampa y de cómo aún así, consiguió ganar varias batallas. El emperador, roto por el dolor, le comunicó que Izta había muerto de pena, pero que había demostrado tanto valor y honestidad, que le entregaba el imperio para que gobernara él.
– ¡No lo quiero! ¡No sin ella!- dijo muerto de dolor Popocatépetl.
El joven tomó entre sus brazos el cuerpo de Izta y se lo llevó de allí. Se retiró a un lugar lejano y construyó con sus propias manos una montaña sobre la que colocó el cuerpo de su amada. Junto a ella, prendió una hoguera que mantenía encendida todos los días y todas las noches.
Junto a esa montaña, construyó otra, más alta aún, en donde se quedó a vivir el resto de sus días. Para calentarse, también mantenía encendida una pequeña hoguera.
Con el tiempo, la montaña en donde descansaba Izta se transformó en un hermoso volcán con cuerpo de mujer. Muy cerca, se levanta otro inmenso volcán, donde vivió su enamorado: Popocatépetl.
Los huicholes y el maíz, una leyenda del pueblo Huichol
Cuenta una antigua leyenda mexicana que una vez, una tribu del sur del país, los Huicholes, que se encontraban en la Sierra Madre de la zona occidental, estaban cansados de comer siempre lo mismo. De hecho, no les gustaban los alimentos que tenían, pero se conformaban porque unas enormes montañas les separaban del resto de México, y ninguno se atrevía a aventurarse más allá de esas cumbres.
Pero un día, uno de los huicholes más jóvenes, oyó que tras las montañas existía un ingrediente muy sabroso con el que podía prepararse cientos de recetas diferentes. A ese alimento le llamaban ‘maíz’.
El joven no sabía lo que encontraría, ni si sería capaz de atravesar con vida las montañas, pero decidió intentarlo. Y un día, metió en una pequeña bolsa algo de comida y un arco con flechas y salió en busca del maíz.
Los huicholes y el maíz: la aventura del joven huichol
El joven comenzó a andar y a subir la montaña. Fue duro, sobre todo porque en la cumbre, que estaba repleta de nieve, hacía muchísimo frío. Luego consiguió bajar, y justo en la ladera, vio a buen número de hormigas que formaban una interminable hilera.
– Vaya- pensó el joven huichol- Estas hormigas seguramente me indiquen el camino hacia el maíz. Debe de estar cerca.
Y como el joven estaba muy cansado, se quedó dormido junto a ellas. Y las hormigas aprovecharon la noche para comer todas sus ropas y la bolsa, de modo que solo le quedó al joven huichol el arco y una flecha.
El pobre al comprobar que se había quedado sin nada, y que estaba medio desnudo, se desesperó. Además, tenía muchísima hambre. Así que, al ver que un enorme pájaro se acercaba hacia él, no se lo pensó dos veces, y tomó su arco y la única flecha que tenía para darle caza. Sin embargo, según apuntaba al pájaro, de pronto escuchó que hablaba:
– ¡Detente! ¡No lo hagas!- dijo el pájaro- Si me perdonas la vida, te llevaré hasta el lugar en donde guardo mi maíz. Yo soy la madre del maíz, y tengo cinco hijas que lo cuidan.
El chico, asombrado, apartó el arco y decidió acompañar al ave hasta el lugar del maíz.
El joven huichol y el maíz
Resultó que el pájaro decía la verdad, y pronto el joven huichol pudo ver un precioso campo de plantas doradas que crecían entre grandes hojas duras y verdes.
– Es el maíz- dijo el pájaro- Y con él podrás cocinar todo lo que quieras. Y ellas son mis cinco hijas: Mazorca amarilla, Mazorca roja, Mazorca azul y Mazorca negra.
Y el joven vio aparecer a cinco bellas chicas que se acercaban despacio entre el precioso campo de maíz.
El joven huichol comió chilaquiles y ricas tortitas de maíz que habían preparado las chicas, y poco a poco, fue enamorándose de una de ellas: Mazorca azul. Como ella también sentía lo mismo por el joven huichol, decidió acompañarle a su poblado de vuelta con el maíz. Al llegar, todos sus habitantes se alegraron muchísimo y prepararon una gran fiesta para preparar la boda entre el joven huichol y Mazorca azul.
Ella les enseñó a sembrar y cuidar el maíz y a elaborar riquísimas recetas. Y cuando ya creían saberlo todo, pensó que era el momento de enseñarles la mejor de sus recetas, y les enseñó a preparar alote, una bebida caliente que desde entonces, formó parte de su cultura y tradición.
El conejo de la luna: una lección de humildad
La preciosa leyenda ‘El conejo de la luna’
“Existe una leyenda misteriosa que nos habla del dios azteca Quetzalcóatl. Según esta leyenda, en una tarde de verano, el dios azteca Quetzalcóatl pensó que podía ser muy buena idea ir a dar un paseo. Pero se olvidaba de que su aspecto, en forma de serpiente emplumada, podría atemorizar al mundo. De esta forma decidió que lo mejor sería bajar a pasear a la Tierra tomando un nuevo aspecto humano y común.
Caminó sin parar durante todo el día el dios Quetzalcóatl disfrutando plenamente de todos los maravillosos paisajes que le brindaba la preciosa Tierra. Y tras mucho caminar, cuando ya parecía despedirse el Sol entre las luces rosadas y mágicas del atardecer, Quetzalcóatl sintió un hambre terrible que le apretaba el estómago, además de un fuerte cansancio. Pero a pesar de todo aquel malestar, Quetzalcóatl no se detuvo en su camino.
Finalmente cayó la noche, y junto a una hermosa y casi anaranjada Luna, brillaban miles de estrellas que eclipsaban al mismísimo dios. Y en ese justo instante Quetzalcóatl pensó que debía parar su paseo y descansar finalmente para reponer fuerzas. La belleza del firmamento le había hecho darse cuenta de que el mundo merecía contemplarse con detenimiento y verdadera atención.
Tomó asiento en aquel mismo instante sobre una piedra gruesa del camino, y al poco tiempo se le aproximó un conejito que parecía observarle con mucha atención mientras movía los finos bigotes.
¿Qué comes?- Dijo el dios al conejo.
Como una deliciosa zanahoria que encontré por el camino. ¿Deseas que la comparta contigo?
No gracias, no puedo quitarle su sustento a un ser vivo. Tal vez mi verdadero destino sea pasar hambre y desfallecer como consecuencia de ello y también de mi enorme sed.
¿Y por qué habría de pasar algo tan terrible si yo puedo ayudarte? – Replicó el conejo.
Eres muy amable, conejito. Sigue tu camino y no te preocupes por mí. – Exclamó apesadumbrado y agotado el dios Quetzalcóatl.
Solo soy un pequeño e insignificante conejo. No dudes en tomarme como tu alimento cuando creas que no puedes más. En la Tierra, todos debemos encontrar la manera de sobrevivir.
Quetzalcóatl se quedó completamente conmocionado ante aquellas palabras del conejo y lo acarició con mucho cariño y emoción. Después lo cogió entre sus manos y lo alzó hacia el cielo, en dirección al brillo que despedían las estrellas en la noche. Tal alto lo subió con sus propias manos, que su silueta quedó grabada en la gran Luna casi anaranjada. Mientras Quetzalcóatl volvía a descender sus brazos con el conejo entre las manos, observaba el magnífico grabado que había quedado en el cielo. La imagen del conejito quedaría para siempre en el firmamento, para que fuese recordada siglos y siglos por todos los hombres que habitaran la Tierra como premio por su bondad.
Después Quetzalcóatl se despidió del conejo, y agradeciéndole nuevamente su amabilidad, continuó su camino. El pequeño conejito no podía creer lo que había visto. Aquel hombre tenía aspecto de humano, pero se comportaba con una grandeza fuera de lo normal.
Y con aquella reflexión observó anonadado el brillo de su silueta en la Luna durante mucho, mucho, tiempo”
Leyendas Incas
El Lago Titicaca
Había una vez un valle muy fértil rodeado de montañas altísimas. Ese valle estaba ubicado en el territorio que hoy ocupa el norte de Bolivia y el sur de Perú.
Los hombres que allí habitaban vivían felices sin preocupaciones.
Los Apus, dioses de las montañas, les procuraban todo lo que necesitaban, desde alimento hasta abrigo. Además los protegían de todos los peligros y angustias.
Los Apus habían puesto todos estos bienes a disposición de los hombres con una sola condición: Que ningún hombre debía escalar jamás la montaña donde ardía el fuego sagrado.
Los hombres siempre habían obedecido el mandato de sus dioses protectores, pero un día, el diablo, molesto de ver tanta paz y tranquilidad, comenzó a instigar a los hombres para que compitieran entre ellos para averiguar quién de ellos era el más valiente. La muestra de coraje consistía en desafiar a los dioses.
Un día, los hombres decidieron escalar la montaña donde ardía el fuego sagrado, pero los Apus los sorprendieron a mitad de camino. Al ver que los hombres habían desobedecido su mandato decidieron exterminarlos. Bajo la orden de los dioses, cientos de pumas que poblaban la montaña del fuego sagrado salieron de sus cuevas y comenzaron a devorarlos.
Los hombres pidieron ayuda al diablo, pero este los ignoró porque ya había logrado lo que pretendía.
Desde lo alto del cielo, Inti, el dios del Sol contemplaba la masacre con tristeza. Tanto era su dolor que lloró amargamente durante cuarenta días. Tan profuso fue su llanto que sus lágrimas inundaron el valle por completo.
Todos los hombres murieron salvo un hombre y una mujer que estaban en una barca de juncos.
Cuando el sol volvió a brillar vieron que se encontraban navegando sobre un lago enorme. Y sobre las aguas del lago podían verse los pumas ahogados transformados en estatuas de piedra.
Esta pareja llamó al lago Titicaca que significa el lago de los Pumas de Piedra.
Manco Capac
Hacia el norte del lago Titicaca había una región donde los hombres vivían como animales salvajes. Sus casas eran cuevas en la montaña. Se alimentaan matando animales y arrancando frutos de los árboles. Para ellos no existían las leyes ni la justicia ni los dioses.
Un día, el dios del sol, Inti, decidió que había que ocuparse de instruir y civilizar a estos hombres.
Inti convocó a su hijo Ayar Manco y a su hija Mama Ocllo y les pidió que descendieran a la tierra y crearan un imperio.
Entre sus deberes, debían instruir a sus habitantes en las artes de cultivar y cosechar. Debían también enseñarles a respetarse entre ellos y a venerar a su dios creador, el sol. También les ordenó fundar la capital del nuevo imperio. Para ello les confió un bastón de oro y les dijo: Al llegar al lago Titicaca deberán caminar hacia el norte cada vez que se detengan deberán apoyar el bastón en la tierra. Cuando el bastón se hunda sin dificultad, es porque han llegado al lugar indicado para fundar la gran ciudad que será la capital del imperio. Esa ciudad se llamará Cuzco y desde ese lugar gobernarán el imperio del sol.
Al día siguiente, los hermanos, ricamente vestidos , descendieron sobre el lago. Los hombres y las mujeres que los vieron quedaron deslumbrados y convencidos de que se trataba de seres sobrenaturales y los siguieron a la distancia.
Los hermanos comenzaron su larga caminata hacia el norte apoyando en la tierra el bastón cada vez que se detenían.
Los días pasaron, pero como el bastón no se hundía, seguían caminando.
Un día llegaron a un hermoso y fértil valle. Cuando se sentaron a contemplarlo apoyaron el bastón de oro y este se hundió sin oponer resistencia. Esa era la señal que estaban esperando. Allí construirían la capital del imperio, el Cuzco que significa el ombligo del mundo.
Ayar Manco se ocupó de instruir a los varones a cultivar y cosechar. A construir sus viviendas y a cazar.
Mama Ocllo se ocupó de las mujeres. Les enseño a hilar y a tejer con la lana de las llamas. A cocinar y a mantener el orden en sus casas.
Ayar Manco pasó a llamarse Manco Capac. Junto a su hermana Mama Ocllo, que se convirtió en su esposa, gobernó el imperio del sol.
A partir de ese momento todos los sucesivos emperadores fueron descendientes de Manco Capac y gobernaron el imperio con sus hermanas devenidas en esposas.
Por la transcripción
Julio Merino
Autor
-
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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