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La voz generalizada de la reunión OTAN ha sido de ensalzamiento de lo bien que lo ha hecho el gobierno español, encarnado en la cabeza aureolada de su presidente. Pero ante el triunfo, nuestro presidente no lleva en el carro de la victoria a quien le recuerde que es humano y el éxito efímero. También le podría recordar que no vale tomar por éxito lo extraordinario convirtiéndolo en ordinario. Porque éxito hubiese sido que, en un día normal de los madrileños, los supuestos líderes del mundo hubiesen respetado las retenciones de la mañana y los continuos semáforos de la Castellana. Estos días OTAN tampoco han sido extraordinarios sino excepcionales, porque la excepción ha sido el corte total del Paseo del Prado y de la Castellana para convertirlos en la pista de despegue y aterrizaje de las comitivas presidenciales y, en definitiva, de un portaviones de Estados Unidos a Europa.
Portaviones no solo en sentido figurado, sino en el estrictamente real, y ya por tercera vez. Recordemos que Estados Unidos ha hecho ya dos guerras mundiales, siendo su campo de batalla la propia Europa, y la decisión adoptada en Madrid, supone un salto cuantitativo para que Europa vuelva a ser el campo de guerra para los norteamericanos.
Lo que no me podía imaginar es la postura del PSOE, a través de Pedro Sánchez, de acercamiento a Estados Unidos, cuando no de sumisión total a sus intereses, pues la OTAN solo es un reflejo de los propios Estados Unidos. Se suponía que el PSOE era un partido obrero y, por ello, anticapitalista, un partido por la paz y no de la guerra, y vemos que dicho partido de obrero no tiene nada pues sus dirigentes, y gran parte de sus afiliados y simpatizantes, son intelectuales funcionariales con una amplia burguesía de la industria y el orden financiero. Y de renegar de la integración en la OTAN con el caudillo Felipe González, a la aceptación de la entrada sin condiciones, con olvido de parte del territorio nacional como Ceuta y Melilla, tal vez porque estas ciudades pensaba el PSOE que su final último era la entrega al marroquí.
Uno de los errores que pudo tener el Generalísimo Franco fue aceptar las bases americanas en territorio español. Se me puede indicar que para el aislamiento político era una salida, pero era una salida sin final, puesto que si pensamos en la negativa a la renovación de dichas bases por el Presidente del Gobierno, Carrero Blanco, y el triste final de este a escasos metros de la embajada USA, España perdía con ello su independencia territorial (ya mermada en Gibraltar) y el desprendimiento de territorios extrapeninsulares, como Ifni, Guinea y Sáhara.
En mi confianza absoluta en que el Hombre actúa conforme piensa, no creí que Pedro (no Cefas, que fue Piedra de Cristo) dejara de continuar la política de Zapatero. Zapatero, gran incongruente por sí mismo, coordinó en algún momento su pensamiento a su actuar, como fue aquello de no levantarse ante la bandera americana, pero por este gesto tontuno de niño malcriado que coordinaron en un instante sus huecas ideas con una acción (más bien inacción al no levantarse) de rebeldía insulsa, merece el reconocimiento de lo heroico.
Pero este Pedro ha caminado como una mujer moruna tras de Biden en una ocasión, se ha fotografiado risueño con él en cuantas ocasiones le ha sido posible para, finalmente, enterarnos que cumplirá con el dos por cien del PIB en gasto de armamento, y que admitirá dos nuevos buques en Rota, tal vez para evitar que esta base sea trasladada a Marruecos, evitando que Kichi llore como Boabdil al perder Granada.
Si el Generalísimo Franco evitó que España se convirtiera en territorio bélico de la II Guerra Mundial y con ello, evitar que las Baleares y las Canarias pasasen a control inglés y americano con la ayuda de Churchill, (tal y como nos ilustra en sus Memorias de Guerra), el actual Pedro (no la Piedra, el guijarro), ha mostrado que Madrid y, por traslación España, es el primer portaviones americano en Europa; que ese dos por cien del PIB español irá a las cinco grandes empresas armamentísticas, de las que cuatro son americanas y la quinta inglesa), y lo que es peor aún, que España se ha alineado con la política americana al cien por cien.
La información ofrecida de estos días de OTAN se ha extendido al tema de la seguridad frente a Rusia y China, y España que no tenía a tales por enemigos, tenemos a la primera como enemigo que amenaza la seguridad y la paz, y a la segunda como rival y competidor. Y he aquí que el gobierno social-capitalista español firma y acepta una guerra potencial contra Rusia y la prevención económica contra China. Y todo por defender al dólar americano en su lucha con el rublo y el yuan, y en definitiva, la defensa de una economía capitalista contra la que renegó y luchó Pablo Iglesias, fundador del PSOE. Si conociera hoy este Pablo Iglesias la deriva de su partido, a buen seguro renombraría el mismo como Partido Capitalista Español, o que es lo mismo PCE (Partido Comunista de España). Y los españoles, siguiendo a Pedro con las botas puestas y el fusil al hombro, gritaremos como cuando el otro felón Fernando: ¡Vivan las cadenas!
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