22/11/2024 07:59
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Una Sala de Experiencias es un espacio en las bodegas para definir un vino con un “coupage” diferente, ya que, la calidad de éste depende de la añada y de la probidad del enólogo, la proporción de las diferentes variedades que utiliza.

Algunas Denominaciones de Origen determinan porcentajes mínimos de ciertas variedades para los ensamblajes, de acuerdo con las reglamentaciones que correspondan. En los Riberas del Duero deben tener un mínimo de ¾ de tempranillo o uva tinta del país. En La Rioja, la mezcla clásica está compuesta de tempranillo, mazuelo y graciano. Los “coupages” de Burdeos mezclan seis tipos de variedades nobles de uvas autóctonas: merlot, cabernet sauvignon, cabernet franc, le petit verdot y malbec.

Por tanto, la palabra “coupage” es un término francés que se utiliza para describir el arte de la mezcla de vinos, con el objeto de unificar, complementar o mejorar sus cualidades. En español, la palabra sería ensamblaje: mezcla de distintas variedades de uva para la elaboración de vinos.

Se habla de “coupage” para designar aquellos vinos que se elaboran con distintas variedades de uva para dar como resultado un vino más complejo y personalizado por el enólogo que el que proviene de uva monovarietal: así, la mezcla de diferentes tipos de uva da lugar al “coupage”, frente a los vinos de una sola variedad.

Pero también se dice “coupage” cuando se mezclan vinos de distintas cosechas. Porque el objetivo consiste en mejorarlo, gracias a las cualidades de una cosecha, que complementa las carencias de la otra. También encontramos “coupages” cuando se utilizan las mismas variedades, pero con características diferentes. Igualmente aplican esta técnica en vinos cuyo envejecimiento no se ha llevado a cabo por igual en todo su volumen, bien por el tipo de barricas empleadas, por el tiempo que han permanecido en ellas, a parte de su crianza.

Entramos en una Sala de Experiencias

No es una bodega con capacidad para elaborar millones de litros de vino. Eno4 Experiencias, es una bodega especializada con todas las bendiciones del Consejo Regulador de Origen Cualificada de Rioja. Es de titularidad familiar, de toda la vida, con viñedos propios; la singularidad de sus suelos, unido a las varietales que usan y al clima específico de La Rioja Alta permiten que obtengan vinos blancos y tintos excepcionales.

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Don Jesús Antón es nuestro anfitrión, propietario de la bodega y enólogo de profesión, que viene de una saga vinculada históricamente al vino de La Rioja.

He sido invitado para conocer el funcionamiento de una Sala de Experiencias. Realizamos un breve recorrido previo por la bodega, aunque la inquietud por conocer dicha sala me empuja a pasar sin mayor demora a la misma.

Mi anfitrión me sitúa en el ambiente bodeguero. Ha preparado ocho tipos base de vinos; siempre calificados bajo la DOC Rioja, para seleccionar con sendos vinos blancos y tintos. Empezamos con los blancos. Como alguna vez ha realizado catas de vino, comprendo que mi función consiste en degustar el vino que me ofrecen y comentar las sensaciones que me produce. Ignoro los criterios de selección del bodeguero y tampoco me importa mucho. Aquel primer vino tiene buen aspecto a la vista y un olor y sabor bastante intenso, al gusto; siempre según mi paladar.

Vuelve a ofrecerme otro vino blanco, éste más suave que el anterior. A partir de ese momento me permitirán catar, pero no tragar el vino y, tras cada degustación, me piden que escupa el vino catado y que enjuague mi boca con agua. Poco a poco observo que los matices y sensaciones de cada vino me resultan más difíciles de definir. Así, hasta horquillar los ocho vinos base preseleccionados. Al final de esta etapa sólo he dudado entre los dos que más me han gustado.

Descansamos unos minutos y vuelven a ofrecerme los dos blancos de mi mayor preferencia. La decisión ahora no alberga la menor duda. Señalo mi blanco final seleccionado. Ahora sí, ahora me explican la evolución de mi propia selección; tipos de uva (varietales, más o menos tostadas), barricas utilizadas en la crianza (roble francés o americano) y otros elementos del “coupage”.

Después de abrir la ficha técnica de mi selección me preparan para la segunda degustación: la del vino tinto. El procedimiento fue parecido. Aunque me sorprendió cuando me dijeron que el vino tinto de mi preferencia era de la variedad maturana; todo un descubrimiento para alguien que siempre había presumido del tempranillo de maceración carbónica como el de mi mayor preferencia.

Almuerzo a media mañana

Habían transcurrido una hora larga en la selección de vinos; era demasiado pronto para comer y muy tarde para desayunar. Sin embargo, el anfitrión guardaba un as en la manga: el almuerzo, esa comida del mediodía, de las doce horas. Así que, para hacer tiempo, me invitó a conocer alguno viñedos, antes del almuerzo.

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Ya se sabe, no en todos los lugares se ponen de acuerdo en distinguir el almuerzo de la comida. Según la costumbre de estas tierras riojanas, llaman almuerzo al que se toma después del desayuno, entre once y doce de la mañana.

Mientras nos dirigíamos a las viñas el anfitrión me contó que disponía de un grupo muy selecto de clientes que, no sólo consumen los vinos elegidos por ellos mismos, sino que, además, en época de vendimia, gustan de elegir sus propios frutos. Ni que decir, que la mayoría de éstos, utilizan en sus casas etiquetas personalizadas en sus botellas, en todo caso con el DOC Rioja. Deduzco que el grado de fidelización de este tipo de clientes debe ser muy elevado. Y lo comprendo.

El almuerzo finalizó a la hora que suelen comer los más tempraneros. Recibí una gran sorpresa cuando pusieron en mi mano una generosa copa de vino blanco. Al degustarlo, me volví hacia mi anfitrión para decirle: ¡Este blanco es extraordinario! Respuesta: ¡Es tu elección! Tuvieron que explicarlo: estaba a la temperatura óptima y en la copa adecuada; sólo eso…, lo demás, según parece, lo había decidido yo mismo.

Sigo pensando que el vino está rodeado de una liturgia que en nada le perjudica y que el mejor vino es aquel que te resulta agradable a la vista y al paladar y, según decía mi abuelo “que sea de trago largo”.

Antes de abandonar la bodega de Navarrete, me obsequiaron con una caja con media docena de botellas de mi doble selección, envasadas en elegantes botellas del Rhin o alsacianas, oscuras, con la etiqueta y contraetiqueta oficial DOC Rioja y con mi nombre y apellidos. Conozco ya el precio y el valor de consumir mis propios vinos.

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