18/05/2024 14:52
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Más allá de la justicia o falta de ella de las respectivas causas y banderas que defienden rusos y ucranianos, lo cierto es que una de las características de la guerra de Ucrania es el coraje militar que están mostrando ambas partes. Soldados de ambos bandos no están dudando en combatir a corta distancia con lanzacohetes portátiles o armas ligeras, afrontando barreras de fuego enemigas y asaltando posiciones fortificadas sin un apoyo aéreo relevante o faltando éste en absoluto.

Hemos visto blindados achicharrados con cadáveres en el interior, aviones derribados.., y fotografías escalofriantes que dan fe de combates de una intensidad estremecedora. Rusia ha reconocido 500 soldados muertos como mínimo en apenas 5 días. Si la guerra se extendiera a países miembros de la OTAN en teoría los soldados de la Alianza Atlántica tendrían que entrar en combate. ¿Podrían los soldados de infantería OTAN combatir con tanto ardor en una guerra convencional masiva?

¿Podrían los jóvenes de países occidentales criados en el bienestar, empezando por los norteamericanos, luchar con esa intensidad, estando como están, acostumbrados a no saber superar a ningún enemigo si no es gracias al apoyo aéreo?. Hay motivos para temer que muchas décadas de “bienestar” han terminado con esa valentía militar acrisolada, hija de la austeridad, de los valores sólidos o de la pobreza, que distinguió a muchos ejércitos, como al español, por ejemplo.

Hoy todos los ejércitos OTAN son fotocopias, más o menos logradas, según los casos, del norteamericano y el ejército de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial ha tenido serios problemas para avanzar frente a enemigos decididos si no es gracias a la tecnología, la acumulación logística y la potencia de fuego, normalmente del fuego aéreo, algo que se evidenció en Vietnam, pese a la leyenda en torno a determinadas unidades como los Marines.

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En Afganistán los soldados de infantería OTAN empezando por los norteamericanos y siguiendo por británicos, franceses alemanes, y todos los demás incluyendo a los españoles, eran incapaces de superar a pequeños grupos de talibanes que les hostilizaban con armas ligeras y alguna ametralladora, si no era llamando a la fuerza aérea. La capacidad para asaltar posiciones bajo fuego enemigo ha pasado a mejor vida hace mucho tiempo en los soldados de los países occidentales. Simplemente no existe ese nivel de coraje personal, ni siquiera en unidades de élite de gloriosa historia.

Eso por no hablar de las incontables limitaciones políticas y operativas entre muchos países aliados que hacen que-como se evidenció también en la desgraciada guerra de la OTAN en Afganistán- los ejércitos aliados sean en la práctica, en la mayoría de las ocasiones un estorbo y una carga para el norteamericano que se ve obligado a ayudarles para todo cuando no directamente a salvarlos. Una carga, más o menos como el ejército italiano lo fue para el alemán en la Segunda Guerra Mundial. O como lo fue el austro húngaro también para el alemán en la Primera Guerra Mundial.

En fin, quiera Dios que no tengamos que comprobar la capacidad combativa de los soldados de la OTAN si éstos se encuentran en situación de no poder depender de la tecnología y del poder aéreo. Y esperemos sobre todo que nuca tengamos que conocer lo que es un conflicto nuclear.

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Rafael María Molina
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