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Estamos asistiendo en las últimas semanas a un nuevo bombardeo televisivo del miedo, esta vez sobre la creciente incidencia de una enfermedad infantil: la bronquiolitis, que recuerda sospechosamente la campaña covid para promocionar la nueva terapia génica a la que llamaron vacuna. ¿Será que están desarrollando una nueva vacuna para bebés ya que la vacuna covid no ha tenido mucha aceptación en esta franja de edad?
Pero veamos qué es la bronquiolitis. Según la Sociedad Española de Pneumología:
“La bronquiolitis es una infección de los pulmones y del aparato respiratorio del niño, por lo general menor de 2 años, que puede ser causada por varias clases de virus. El más frecuente es el denominado Virus Respiratorio Sincitial, conocido comúnmente por sus siglas VRS. Otros virus menos frecuentes son el virus de la gripe, parainfluenza, adenovirus y metapneumovirus. La enfermedad afecta a los bronquios, fundamentalmente a los más finos.
La infección puede aparecer en cualquier época del año aunque lo más frecuente es que aparezca en los meses de invierno y al comienzo de la primavera (desde Noviembre hasta Marzo y Abril).
La mayoría de los niños están enfermos durante una semana y después se recuperan. No obstante, en algunos esta infección puede dar lugar a problemas respiratorios en el futuro: Es muy frecuente que tras un episodio de bronquiolitis, sobre todo si el niño ha precisado hospitalización, durante los siguientes meses o incluso años, sus resfriados cursen con síntomas similares a los de la bronquiolitis inicial, es decir, tos con o sin fiebre, dificultad para respirar y pitidos en el pecho. Incluso algunos trabajos de investigación han demostrado que los niños que han padecido bronquiolitis durante los primeros meses de la vida, presentan luego durante la segunda infancia y adolescencia un mayor riesgo de desarrollar asma que los niños que nunca han presentado bronquiolitis”
Es muy significativo que la bronquiolitis infantil es un cuadro clínico que ha ido en progresivo aumento en las pasadas décadas, en los años 70-80 del pasado siglo XX era excepcional en España. También es muy significativo, que sus síntomas tienen mucho que ver con los cuadros clínicos de inmunopatología TH2, es decir, con una disfunción del sistema inmune que se relaciona con las alergias y que está demostrado que guarda estrecha relación con la hipervacunación infantil. La enfermedad asociada al VRS apareció en 1956 y se atribuye a un artefacto de investigación sobre las vacunas contra la poliomielitis. ¡Qué ironía que hagan una vacuna para una enfermedad creada por una vacuna!
También es muy significativo que desde el pasado siglo hemos pasado de tres o cuatro vacunas en los menores de cinco años a las más de cuarenta que se les ponen actualmente en España, entre ellas algunas tan peligrosas e innecesarias como la de la hepatitis B, fuertemente relacionada con el desarrollo de bronquiolitis. Y eso sin contar la vacuna de la gripe que actualmente se ha incluido en el calendario vacunal desde los seis meses, de manera que ya no quede un solo año sin que un niño no reciba alguna vacuna.
Uno de los “nuevos virus” más relacionado con la bronquiolitis es el VRS, prácticamente desconocido el pasado siglo y sumamente protagonista en la actualidad. Casualmente ha sido publicada recientemente la asociación de esta patología: bronquiolitis por VRS con los niños que han recibido la vacuna covid: ¿será que por ello se espera un brote de la misma en Occidente y ya se adelantan los medios? Ciertamente se están desarrollando nuevas vacunas para el VRS, alguna de ellas de ARNm (como las vacunas génicas covid de Pfizer y Moderna) una vez abierta la veda de la experimentación genética y el uso de transgénicos en humanos gracias a la “oportuna pandemia”.
El problema que existe con el VRS es que, al igual que ocurría con los SARS y con el virus del Dengue, no se han conseguido hacer vacunas efectivas ni seguras, ya que todas las pruebas de estas vacunas han producido en los animales de experimentación, incluidos simios antropoides, el nefasto síndrome de ADE o enfermedad aumentada por vacuna. Pero ya vimos cual fue la solución para las vacunas SARS-CoV-2: la terapia génica, que ni evita enfermar ni evita la transmisión, pero eso sí, induce la formación de anticuerpos. Anticuerpos también se producen en un organismo al que se le inyecta veneno. Y lo que es peor, el síndrome de ADE está producido precisamente por anticuerpos. También los anticuerpos inducen una presión de selección que favorece la generación de “variantes”, con lo que las vacunas no esterilizantes, en realidad, generan epidemias perpetuas. Es lo que está pasando con la vacuna covid y también con la vacuna de la gripe, que a pesar de un siglo de vacunación sigue en aumento.
En cuanto a la campaña del miedo, decir que no está basada en la realidad, como suele ocurrir con la infausta propaganda televisiva, sino que parece ser algo orquestado “adecuadamente”, ya que si bien es verdad que los casos están aumentando actualmente, como ocurre todos los inviernos, a finales del año pasado su nº era muy superior al actual como puede comprobarse en la gráfica al respecto. También puede consultarse en el informe nº106 del SIVIRA de 23 de noviembre de 2022.
Finalmente, es necesario recordar que las vacunas son fármacos y todos los fármacos tienen sus especificaciones y contraindicaciones: no hay un medicamento universal ni que pueda ser administrado universalmente, además todos los fármacos ocasionan efectos secundarios adversos en determinadas circunstancias, especialmente en el embarazo. Para las personas sanas el mejor medicamento es el que no hay que usar y para la industria el que se administra universalmente, incluso a los sanos, por eso invierten tanto en propaganda provacunas. Se ha convencido a la población de que la vacuna es inocua, salva vidas (también las quita y eso sí que está demostrado experimentalmente) y por eso se explican perfectamente las agresivas campañas contra todo médico o científico que se atreva a cuestionarlas. La prueba más evidente es que en lugar de exponer razones y estudios científicos, se ataca directamente “ad hominem” y se ha acuñado el ridículo término “antivacunas” al que se quiere convertir en el enemigo público nº uno. Solo decir que no se quieren hacer estudios entre niños vacunados y no vacunados. Hemos visto cómo se cegó también el grupo placebo en el estudio de las vacunas covid ya a los seis meses (por cierto, cuando empezaba a haber más mortalidad en el grupo vacuna que en el grupo control). Es de rigor que en una terapia génica como son las inoculaciones de ADN o ARNm, debe conservarse el estudio control al menos durante cinco años. ¿Será porque en los pocos estudios comparativos que se han hecho, los niños no vacunados disfrutan de una salud mucho mejor?
REFERENCIAS:
https://www.nejm.org/doi/pdf/10.1056/NEJMoa2210058?articleTools=true%EF%BF%BC
https://linktr.ee/childrenshealthdefense
Autor
- Estudió Medicina en la Universidad de Murcia, España. Es catedrática de Procesos Diagnósticos Clínicos, así como profesora de Bioquímica, Inmunología y Técnicas Instrumentales de Laboratorio. Tiene posgrados en medicina alternativa como homeopatía. Considera que todos los médicos deben unirse para combatir las supuestas falsedades de la pandemia y forma parte del grupo Médicos por la Verdad.
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