15/05/2024 11:33
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Por la Memoria Histórica

HABLEMOS DEL COMUNISTA ALBERTI

Del que rompió con Lorca y Miguel Hernández por su entrega a Moscú

Del que mandó “a paseo” a Unamuno

y acabó cantando a Stalin con el romance más rastrero y más humillante de la Historia de la Literatura española

Hoy en el recuerdo del gran poeta que fue Rafael Alberti y gracias a la memoria histórica y democrática, que murió el 28 de octubre del año 1999 (solo por su “Marinero en tierra” pudo salvar su imagen), me complace reproducir el “Redoble lento por la muerte de Stalin” que publicó el año 1953 a la muerte del tirano Joseph Stalin, aquel que acabó con más de 20 millones de rusos con sus famosas purgas. Con este romance el poeta gaditano tiró por tierra toda su obra poética. Pero, pasen y lean… ¡y opinen!:

Redoble lento por la muerte de Stalin”

·Por encima del mar, sobre las cordilleras,

a través de los valles, los bosques y los ríos,

por sobre los oasis y arenales desérticos,

por sobre los callados horizontes sin límites

y las deshabitadas regiones de las nieves

va pasando la voz, nos va llegando

tristemente la voz que nos lo anuncia.

José Stalin ha muerto.

A través de las calles y las plazas de los

grandes poblados,

por los anchos caminos generales y

perdidos senderos,

por sobre las atónitas aldeas, asombradas campiñas,

planicies solitarias, subterráneos

corredores mineros, olvidadas

islas y golpeados litorales desnudos

va pasando la voz, nos va llegando

tristemente la voz que nos lo anuncia.

José Stalin ha muerto.

Va cruzando las horas oscuras de la noche,

la madrugada, el día, los extensos

crepúsculos,

todo lo austral y nórdico que

comprende la tierra,

y no hay razas, no hay pueblos, no hay rincones,

no hay partículas mínimas del mundo

en donde no penetre la voz que va llegando,

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la voz que tristemente nos lo anuncia.

José Stalin ha muerto.

II

(A dos voces)

1. Padre y maestro y camarada:

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quiero llorar, quiero cantar.

Que el agua clara me ilumine,

que tu alma clara me ilumine

en esta noche en que te vas.

2. Se ha detenido un corazón.

Se ha detenido un pensamiento.

Un árbol grande se ha doblado.

Un árbol grande se ha callado.

Mas ya se escucha en el silencio.

1. Padre y maestro y camarada:

solo parece que está el mar.

Pero las olas se levantan,

pero en las olas te levantas

y riges ya en la inmensidad.

2. Cerró los ojos la firmeza,

la hoja más limpia del acero.

Sobre su tierra se ha dormido.

Sobre la Tierra se ha dormido.

Mas ya se yergue en el silencio.

1. Padre y maestro y camarada:

vuela en lo oscuro un gavilán.

Pero en tu barca una paloma,

pero en tu mano una paloma

se abre a los cielos de la paz.

2. Callan los yunques y martillos.

el campo calla y calla el viento.

Mudo su pueblo le da vela.

Mudos sus pueblos le dan vela.

Mas ya camina en el silencio.

1. Padre y maestro y camarada:

fuertes nos dejas, Mariscal.

como en las puntas de la estrella,

como en las puntas de tu estrella

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arde en nosotros la unidad.

2. Vence el amor en este día.

El odio ladra prisionero.

La oscuridad cierra los brazos.

La eternidad abre los brazos.

Y escribe un nombre en el silencio.

III

No ha muerto Stalin. No has muerto.

Que cada lágrima cante

tu recuerdo.

Que cada gemido cante

tu recuerdo.

Tu pueblo tiene tu forma,

su voz tu viril acento.

No has muerto.

Hablan por ti sus talleres,

el hombre y la mujer nuevos.

No has muerto.

Sus piedras llevan tu nombre,

sus construcciones tu sueño.

No has muerto.

No hay mares donde no habites,

ríos donde no estés dentro.

No has muerto.

Campos en donde tus manos

abiertas no se hayan puesto.

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No has muerto.

Cielos por donde no cruce

como un sol tu pensamiento.

No has muerto.

No hay ciudad que no recuerde

tu nombre cuando era fuego.

No has muerto.

Laureles de Stalingrado

siempre dirán que no has muerto.

No has muerto.

Los niños en sus canciones

te cantarán que no has muerto.

Los niños pobres del mundo,

que no has muerto.

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Y en las cárceles de España

y en sus más perdidos pueblos

dirán que no has muerto.

Y los esclavos hundidos,

los amarillos, los negros,

los más olvidados tristes,

los más rotos sin consuelo,

dirán que no has muerto.

La Tierra toda girando,

que no has muerto.

Lenin, junto a ti dormido,

también dirá que no has muerto”.

Por la transcripción

Julio Merino

Próximo artículo: Cuando Rafael Alberti aplaudió el asesinato de Muñoz Seca».

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Geppetto

Alberti es recordado como gran literato y poeta sencillamente porque era comunista.
Su obra no vale tres pimientos

Hakenkreuz

Rafael Alberti estuvo en Moscú en 1936, según él y su esposa L. León, con Stalin. Sus loas a Stalin, la URSS y los comunistas soviéticos llegan al vómito de la horterada literaria aduladora de los socialistas del PSOE «amigos de la URSS» y de los comunistas de la Pasionaria (aventajada discípula de Stalin que sostuvo: «mejor que paguen 100 inocentes a que escape un culpable») y de S. Carrillo, el cobarde comisario comunista ejecutor del genocidio en masa de católicos en Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz. Eso sí, cuando huyó Alberti de España desde su chalet mansión de Alicante, en el que pasó rodeado de lujos y sin hambre la mayor parte de la Cruzada, se «exilió» en la peronista Argentina, rechazando volver a Moscú con su ídolo Stalin y su amada Unión Soviética (no debió agradarle mucho lo que vio allí, no). De criminal desalmado tenía todo, pero de tonto tenía poco, la verdad. Luego, por desgracia inmensa para la causa de Dios y los suyos, volvió en 1977 a España con la genocida Pasionaria a «sellar» la hipócrita y falsa paz de la transición a la democracia, es decir, a reiniciar la guerra de odio inextinguible con creciente intensidad (partiendo de «buenos gestos») contra los que les vencieron, sus hijos, nietos, bisnietos y así durante 40 generaciones (que no es invento, que así lo prometieron), esa era su «propuesta» de «reconciliación» que los «buenistas» no supieron entender o peor aún, no quisieron entender por a saber qué intereses mundanos y materiales.

Rafael Alberti es el cabecilla de la banda de delincuentes criminales y ladrones de arte mayor de la historia de España y del mundo: atracó el Museo del Prado llevándose sus valiosísimos cuadros, patrimonio de todos los españoles, so pretexto de que los petardos de la aviación nacional podría dañarlos (ni en sueños), eso sí, exponiéndolos a múltiples peligros frente a la artillería y la aviación en su trayecto en camiones sin blindaje al descubierto hacia Valencia primero, Barcelona después y Francia y Suiza más tarde, los muy embusteros malnacidos (esa era su «protección» al patrimonio artístico de los españoles). Además atracó innumerable número de museos menores de la zona roja durante la guerra, para vender sus tesoros artísticos de todos los españoles en el extranjero a cambio de patrimonios fabulosos para él y los líderes rojos que vivieron mejor que emperadores en su dorado «exilio» (huida cobarde exigiendo que los soldados rojos resistieran mientras ellos huían en avión, barco o coche diplomático cruzando las fronteras), mientras las víctimas de sus engaños morían miserablemente de hambre, frío, enfermedad y dolor en los campos de concentración del sur de Francia (que no fusilados por Franco y su ejército) y eran enterrados en fosas comunes por centenares sin que los rojos de hoy estén en absoluto interesados en desenterrarlos para «darles un entierro digno», como sí están interesados en desencadenar otra guerra profanando diabólicamente tumbas (perversión particular de rojos, enloquecidos de odio en todo lugar) de caídos por Dios y por España y por los engañados por ellos en el Valle de los Caídos, derribando de paso su colosal Cruz (odio a Dios y su Santa Iglesia Católica) y expulsando a los benedictinos y fieles a Cristo que allí celebran santa misa (el odio rojo y antiespañol no cesará jamás hasta que no llegue al infierno, su verdadera patria).

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