Sobre una realidad social y política que viene siendo socavada por minorías radicales y lunáticas que gozan de absoluta legitimidad, situación a la que se une el Tribunal Constitucional. Podemos certificar que España está en manos de una chusma que impone su tiranía a la mayoría.
Se necesita que España abra los ojos y entienda lo que está pasando… El conflicto y la corrupción que definen nuestro sistema político. La revolución en Cataluña, mientras en Vascongadas gana terreno político ETA. La invasión extranjera que repunta, y en estos momentos estamos a punto de superar el récord de 2006, cuando llegaron más de 31.000 personas. Mientras esto acontece, la preocupación en la Casa de S.M. el Rey es potenciar a la Niña, compartiendo material gráfico exclusivo de la Heredera de la Corona con motivo de su mayoría de edad.
El extenso material se trata de fotografías de la princesa Leonor en los más de 65 actos a los que ha asistido junto a sus padres desde que nació. Desde su bautizo, hasta el día que su padre le impuso el Toisón de Oro, pasando por el día de su primer discurso en los premios Princesa de Asturias. Acontecimientos que el Rey, su padre, Felipe VI, ha querido destacar como hitos en la vida de la Heredera a la Corona de España.
Así pues, las señales que la Corona está enviando delatan un acomodo creciente al estado de la nación. De ahí, que la Corona vuelva a ser útil para el sistema, lo que debería ponernos sobre aviso.
Periclitado el momento histórico para la Monarquía, diluida su clientela tradicional, trastocados lo valores por los que se rigió durante siglos, lo que ha prosperado es un negocio familiar que ofende la razón más elemental. Un negocio familiar que contribuye como elemento integrante a un sistema que ejerce un completo control sobre el pueblo español: ora poniendo en valor lo que el sistema hace de bueno, ora desviando la atención de sus errores.
Aunque personas muy allegadas me aconsejan que ande con pies de plomo como consecuencia de la “leonormanía” que se ha desatado con los últimos acontecimientos protagonizados por la Niña, lo mío es patriotismo en estado puro… No más efectos especiales! Si España quiere salvarse, y cada día le quedan menos oportunidades, lo primero sería ir hacia la República Nacional. A ver si entre todos escogemos un día para pedir ¡Qué se vayan! Y ojo, con lo puesto, como ocurrió en Gracia hace 50 años.
Nota del editor: aunque no se convenga en el argumentario de los colaboradores, se respeta la libertad de expresión, ya sea en la crítica o la aprobación, desde la ponderación y el respeto a la legalidad.
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Don Pablo, compañero escritor de este, nuestro periódico:
Te doy la razón en toda tu exposición, con la cual coincido. Ahora bien, disiento de tu conclusión. Entiendo tu conclusión, dado que debes ser o te debe gustar más un sistema político republicano. Pero no estoy de acuerdo en que ésta es la única opción que le queda a España. «¡Qué se vayan! Y ojo, con lo puesto, como ocurrió en Gracia hace 50 años», correcto, pero «Si España quiere salvarse, y cada día le quedan menos oportunidades» la cuestión no es ir a una república -que me parece daría lugar a un caos cantonal- sino que más bien deberíamos ir a la restauración de la verdadera monarquía católica, la monarquía tradicional y, por su puesto, en otra familia dinástica que sí sea defensora inmemorial de la Tradición. Para mi representada en Don Sixto, que le aseguro que es un auténtico Rey-Padre. El problema es que no tiene sucesión legítima de legítimo matrimonio pero supongo que él tiene perfectamente en mente quién debe ser su sucesor y recoger fielmente la bandera de la Tradición. También entiendo que, posiblemente, no estés de acuerdo con esta salida a la forma política de Estado que expongo. Un saludo y ¡Viva Cristo Rey!
Hasta hace poco, y cada vez que interesaba a Sánchez, el asunto mayor de distracción era su abuelo y sus andanzas. Ahora, por lo visto, le toca a ella. La elegante, moderna, muy preparada y demócrata Leonor…
Muy bien en cuanto a que se vayan ( o larguen ) y con lo puesto, a diferencia de lo que ocurrió en 1931 frente a la leyenda lacrimógena. Pero, por favor, no nos tome el pelo diciendo que el «récord» es 31.000 personas, ¡que no salen las cuentas ni por el forro! Puesto que hay aquí más de 13 millones, haga cuentas. Y, por otra parte, ¿no podrías ustedes prescindir de tanto extranjerismo?, pues cuando no son los anglicismos es el omnipresente, innecesario, absurdo galicismo «poner en valor». ¿Sabe alguien lo completo, rico, diverso y variado que es el idioma español?