21/11/2024 11:34

El término negacionista se acuñó para calificar a aquellos que negaban la existencia del cambio climático, pero las evidencias del calentamiento del Planeta son tan abrumadoras, que ese tipo de negacionismo prácticamente ha desaparecido, aunque el término se sigue utilizando en un sentido diferente.

Actualmente, las diferentes posiciones frente al problema del calentamiento global se pueden dividir en tres grupos: quienes afirman (ignorando la historia geológica del Planeta), que el cambio climático está exclusivamente causado por las actividades humanas; los que reconocen que en la historia de la Tierra ha habido cambios climáticos más importantes que los actuales, pero advierten que hoy el Planeta está calentándose más rápidamente de lo que debería por culpa de las acciones humanas; y por último los que consideran la evolución climática actual como normal y conforme con los ciclos naturales. Este último grupo es sobre el que recae el calificativo de negacionistas, no por oponerse a la existencia del cambio climático, sino por negar su origen antrópico. Los dos primeros grupos creen que la presente evolución climática está condicionada por las actividades humanas, y que el hombre puede y debe revertirla. Por el contrario, el grupo negacionista (que se denominan a sí mismos realistas climáticos), considera que la evolución climática depende de diferentes procesos naturales (cósmicos, solares, volcánicos, etc.) que son independientes de la influencia antrópica.

Los dos primeros grupos, apoyados por gobiernos occidentales y entidades internacionales, son mayoritarios y tienen una presencia constante en los medios de comunicación, mientras que los partidarios del realismo climático, a duras penas se hacen oír o incluso son censurados. Al mismo tiempo, se transmite a la opinión pública que existe un consenso sobre el origen antrópico de la situación climática actual. Conviene recordar que de acuerdo con el diccionario de la RAE, el consenso se define como un acuerdo adoptado por consentimiento entre todos los miembros de un grupo. Y este no es el caso, porque existe un grupo de científicos, minoritario pero significativo, que se opone a las tesis oficiales sobre el calentamiento global, cuyos argumentos son prácticamente desconocidos por la opinión pública. Además, tampoco debe olvidarse que el mundo de la ciencia nunca se ha regido por criterios democráticos ni por consensos, y que la existencia de una mayoría partidaria de una determinada hipótesis, no implica que ésta sea indefectiblemente la interpretación correcta. Durante los últimos años, han sido numerosas las publicaciones que critican tanto el papel del CO2 como agente magnificador del efecto invernadero, como los modelos climáticos que profetizan un futuro catastrófico. Pero este debate está siendo escamoteado a la opinión pública, al ocultarlo detrás de la cortina de humo de un falso consenso.

Es evidente que para la mayor parte de la población, los términos en que se produce este debate resultan un galimatías, y sólo puede formarse una opinión a partir de las informaciones proporcionadas por los medios de comunicación. Y si esa información es monolítica, no puede extrañar que la opinión mayoritaria, consolidada en la conciencia social, sea la propugnada por los partidarios del origen antrópico del calentamiento. Sin embargo, si atendemos a los mensajes que la propia naturaleza se encarga de enviarnos, no es tan complicado comprender las claves esenciales de los procesos climáticos que estamos presenciando.

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Sabemos que la Tierra inició el periodo de calentamiento actual hace unos 20.000 años, y que como consecuencia, el nivel del mar se ha elevado desde entonces unos 120 metros. Un sencillo cálculo, dividiendo esa diferencia de cota por el tiempo transcurrido, indica que el agua marina lleva veinte milenios ascendiendo a un ritmo promedio de 6 milímetros al año. Pero también sabemos que el aumento de temperatura y la elevación del agua asociada, no han sido continuos, sino que han estado sometidos a altibajos, con avances y retrocesos. Así, en diversos puntos de nuestro litoral, como por ejemplo en la costa valenciana o en el litoral gallego, existen evidencias de que hace unos 7000 años, el nivel del mar estaba por encima del actual.

Estas oscilaciones implican que, en algunas etapas, la velocidad de ascenso del agua fue superior al promedio (se han registrado velocidades que llegaron a duplicar ese valor), para compensar el retroceso de las etapas de descenso. Recientemente, el IPCC, el organismo promovido por la ONU para el estudio del cambio climático, ha anunciado que la elevación del nivel del mar, de acuerdo con medidas de satélite, se ha acelerado, pero sin mencionar que ha recuperado el ritmo que ya tenía hace varias décadas, e ignorando que el ritmo actual (4 milímetros al año) está por debajo del promedio de los últimos veinte milenios. Sin embargo, apoyándose en modelos informáticos (esos modelos que profetizaron que nos íbamos a achicharrar por culpa del agujero de ozono, que el hielo tenía que haber desaparecido desde hace años en el Polo Norte, que ya nunca más tendríamos nieve en Europa, o que Venecia y Ámsterdam tendrían que estar ya bajo las aguas), nos advierten que la velocidad de ascenso del nivel del mar se acelerará, con catastróficas consecuencias para la humanidad, hasta los 5,5 milímetros en el año 2100, a pesar de que ese ritmo es todavía inferior al registrado durante los últimos 20.000 años. Aunque, advierten que ese aumento sería mucho mayor, de acuerdo con los modelos, si no se cumplen los acuerdos suscritos en la Cumbre de París para la reducción de las emisiones de CO2.

En los informativos, se nos informa insistentemente que el año 2023 ha sido el más cálido desde que hay observaciones climáticas, y que el ascenso del nivel del mar va a engullir nuestras zonas costeras. Es verdad que 2023 ha sido el más cálido de los últimos 174 años, pero no es cierto que sea el más caliente desde que existen observaciones climáticas, porque gracias a las observaciones geológicas, sabemos que en épocas pasadas (hace cientos, miles y millones de años), se alcanzaron repetidamente temperaturas más elevadas que las de ahora. Y también, que el nivel del mar ha estado siempre oscilando, situándose repetidamente por encima del actual.

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Sin embargo, se nos afirma incesantemente que la evolución climática actual es anómala, debida a las emisiones humanas de CO2, y que están sucediendo cambios que nunca antes habían ocurrido. Pero, si el calentamiento que estamos observando fuese realmente anómalo, ¿no debería estar subiendo el nivel del mar a velocidades inusualmente rápidas? Y sin embargo, contradictoriamente, las variaciones de temperatura y del nivel del mar están dentro de parámetros totalmente normales respecto de lo ocurrido en el pasado, haciendo inexcusable la formulación de algunas preguntas. Porque, el calentamiento actual, ¿no podrían ser simplemente consecuencia de los ciclos naturales que viene ocurriendo desde hace millones de años? ¿Puede alguien garantizar que la reducción de emisiones de CO2 frenará realmente el calentamiento? ¿Por qué una pequeña elevación de la temperatura de tan solo sólo grado y medio desde el inicio de la época industrial, en oposición a lo que enseña la historia geológica, debe ser considerado como un punto de no retorno? ¿ Por qué se considera como temperatura ideal del Planeta la que existía en 1850 y no la de otros periodos más cálidos, cuando se produjo una eclosión de vida sobre la Tierra? ¿Por qué se nos ofrecen sistemáticamente datos parciales y sesgados, que presentan una visión distorsionada de la realidad, ignorando lo ocurrido en tiempos pasados? ¿Se pueden calificar como negacionismo las dudas sobre la fiabilidad de las predicciones basadas en modelos climáticos que, hasta la fecha, han fallado más que una escopeta de feria? ¿No sería más realista prestar atención a los datos e informaciones que nos proporciona la historia geológica de nuestro Planeta y llamar negacionistas a quienes ignoran los procesos naturales que han causado los cambios climáticos del pasado, que originan los cambios actuales y también generarán los del futuro?

Y, aunque eso es ya harina de otro costal, deberíamos preguntarnos quienes y por qué tienen tanto interés en distorsionar la realidad presentándonos sistemáticamente fenómenos naturales como si fuesen excepcionales y anómalos. Responder a estas dos últimas preguntas, complicadas y poliédricas, con muchas facetas, ya no forma parte del mundo de la Ciencia. Para ello, como solían decir los escritores decimonónicos, el sagaz lector sabrá deducir sus propias conclusiones y obtener sus respuestas.

Una versión más extensa de este artículo puede leerse en https://entrevisttas.com/2024/04/01/negacionismo-o-realismo-climatico/

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