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El año 1982 contabiliza también incidentes violentos contra los hombres y mujeres de Fuerza Nueva. Y entre ellos, alguno muy grave: fue asesinado Ángel Valero Mejías, concejal de FN en el municipio toledano de La Guardia, donde, cuatro años antes, los izquierdistas locales habían amenazado de muerte a una joven de la organización roja y azul; y, en enero, la Jefatura Superior de Policía de Bilbao comunicaba al presidente de la junta provincial de Fuerza Nueva, Mariano López-Linares, que se hallaba en las listas negras de ETA militar para ser ejecutado. Además, en Aranjuez, el taller industrial del delegado local fue objeto de un atentado, a principios de septiembre, efectuándose unos disparos de rifle desde un turismo en marcha, no siendo el primer ataque de radicales de izquierda que sufría el establecimiento. Pocos días más tarde, el automóvil del delegado provincial de Gerona también fue dañado intencionalmente.

La violencia afectaría igualmente a los edificios empleados por la agrupación piñarista para sus actividades. Pues bien, fueron atacados dos locales del sindicato Fuerza Nacional del Trabajo y cinco sedes de la organización FN. Los incidentes más graves ocurrieron en las referidas dependencias sindicales durante el mes de mayo, cuando unos desconocidos vertieron líquido inflamable contra las sedes de FNT de Las Palmas y Madrid, respetivamente, extendiéndose las llamas por las estancias de los edificios siniestrados. Más tarde, con ocasión de la campaña electoral de octubre de 1982, también fueron atacadas las sedes de la agrupación piñarista, sitas en las localidades de San Lorenzo de El Escorial, Mota del Cuervo y Vigo(1), amparándose los violentos en la madrugada, pues quemaron banderas y destrozaron determinada propaganda electoral, a la par que impregnaban de grasa y pintura las paredes y enseres.

Y, en noviembre de 1982, las fuerzas policiales arremetieron -con caballería y pertrechos poco convencionales- contra centenares de manifestantes que, por el centro de Madrid, protestaban por no haberse celebrado la concentración anual del 20-N y  por la disolución de FN, resultando varios heridos y contusionados, siendo detenidas 51 personas. Pero estas protestas carecían ya de importancia, pues constituían el canto del cisne de un movimiento social que solo pudo progresar a trancas y barrancas. Triste y lamentablemente. De hecho, el Consejo político de Fuerza Nueva fue sincero al  justificar las razones por las cuales disolvían el partido político: falta de apoyos morales y materiales por instituciones básicas de la comunidad nacional; incomprensión de quienes ideológicamente debieran estar más cerca de FN; y poca cosecha de votos, pese al aplauso generalizado de entusiastas y simpatizantes(2). Blas Piñar fue más clarividente en la exposición de la extinción voluntaria del partido, aunque no profundizó en el desgaste sufrido por la organización, fruto de las campañas de intoxicación política, que pienso fue una de la causas principales –si no la mayor- de que no se transformasen en votos los múltiples aplausos(3). Y es que el político toledano siempre fue fiel a la idea joseantoniana de un Frente Nacional, en relación con los procesos electorales; y así lo propugnó en los meses previos a las elecciones generales de 1982. Nadie le escuchó y decidió ir solo a las elecciones fijadas para el 28 de octubre, sospechando que podía fracasar(4), como así ocurrió(5).

Disuelto el partido político de Fuerza Nueva en noviembre de 1982, los ataques contra el colectivo fuerzanuevista prosiguieron, aunque más atenuados. Con todo, Piñar enumera cerca de una veintena de sucesos desde 1984 a 1997, comprendiendo obviamente la etapa en que estuvo operativo el Frente Nacional. El resumen estadístico es el que pasamos a detallar, sin solución de continuidad(6). A saber, ataques y atentados cometidos fuera de las sedes y por años respectivos: 1984, uno; 1986, dos; 1987, uno;  1989, tres; 1991, uno; 1993, uno; 1994, uno. Y en lo que respecta a los ataques en las sedes de FN o del Frente Nacional, se produjeron las incidencias que siguen: 1992, uno; 1993, cinco; y 1997, dos. Las agresiones revistieron las modalidades que ya hemos referido: amenazas, palizas, apedreamientos y hasta colocación de artefactos explosivos, como la bomba que explotó en la sede zaragozana del Frente Nacional.

En dicho período, también se cometió algún homicidio contra antiguos activistas y simpatizantes, perpetrado, principalmente, por el terrorismo rojo. Curiosamente, todos eran militares de graduación; he aquí el nombre de algunas de las víctimas: Jesús Alcocer Jiménez, comandante retirado, Juan Atarés Peña, general de brigada jubilado, Ricardo Sáenz de Ynestrillas, comandante de Infantería… El primero, había sido delegado provincial de Fuerza Nueva en Navarra y se dedicaba al comercio de la alimentación; fue muerto el trece de abril de 1984 en Pamplona. Acudieron a su entierro antiguos activistas de FN de las provincias limítrofes y el general Atarés, quien comunicó a los presentes: “yo seré el siguiente”. Y, lamentablemente, así fue, pues este ex combatiente de las Banderas de Falange sería asesinado también por ETA en la misma ciudad un 23 de diciembre de 1985…

La organización terrorista de ETA también terminaría con la vida del comandante Sáenz de Ynestrillas, en junio de 1986, cuyos hijos militaron en Fuerza Joven; y, dos meses después, con la del coronel en la reserva activa, José María Picatoste, habiendo sido uno de sus hijos un antiguo colaborador de las juventudes de Fuerza Nueva; este coronel era natural de San Sebastián y fue asesinado en la localidad alavesa de Villareal el dieciocho de agosto.

Nunca podrá saberse el número exacto de miembros de Fuerza Nueva maltratados, pues muchos sucesos han permanecido en el olvido, habida cuenta que un número indeterminado de aquellos fueron reprendidos por sus simpatías políticas. Por lo tanto, creemos que para aproximarse a la cifra real de perjudicados, sería menester contactar con los principales activistas, si bien están ilocalizables o han desaparecido, así como consultar los boletines provinciales de FN y FJ, pero muchas de estas publicaciones también se han perdido(7). Como cabe suponer, ello hace muy difícil el pronosticar un juicio acertado; empero, no han de preterirse las líneas maestras de aquella persecución tan singular: coacciones y agresiones contra entusiastas y simpatizantes (no todas dejaron registro por no ser las víctimas todavía miembros de la organización); correctivos y apaleamientos contra los activistas y militantes más significados (jefes juveniles y delegados), y homicidios contra los líderes más carismáticos (ametrallamiento del Frontón de Anoeta en 1978, el asesinato de Juan Ignacio González en 1980 o, mismamente, el intento de matar al delegado regional de Andalucía). Los ataques, tras salir elegido Blas Piñar como diputado nacional, disminuyeron, habida cuenta que podían ser denunciados en sede parlamentaria, lo que sería un escándalo difícil de ocultar; aunque como hemos visto no cesaron de inmediato.

Paralelamente, se intentó el desprestigio público de la organización por medio de acciones deplorables instigadas por infiltrados (asesinato de Yolanda González, v.g.) o detenciones preventivas de militantes (Madrid, Sevilla, Badajoz, Valladolid…). Y es que el acosamiento pretendía influir capciosamente sobre aquellos simpatizantes que podían ingresar en la organización, atemorizándoles y haciéndoles desistir de la militancia activa, mientras que el desprestigio representaba otra variedad de la operación de neutralización política de Fuerza Nueva.

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Si se había cambiado el Estado del 18 de Julio tras la muerte de Franco en 1975, cabe presumir que un movimiento postulante de aquellos principios no podía prosperar dos años después sin la complacencia política y mediática, cuando la represión contra FN había sido planificada de antemano(8). Y para los partidarios y amparadores del nuevo tablero político –sobre todo para sus propagandistas y exégetas- esa posibilidad no resultaba deseable ni admisible. Por ende, lo de la “ultraderecha”, lo de las “bandas de ultraderechistas”, etc., sólo constituía una cortina de humo, perfectamente diseñada, para evitar que tal posibilidad remota pudiese fructificar; ya que al usar el término “ultraderecha” implicaba geométricamente para el electorado que había una “derecha” menos extrema, y que era allí donde debiera instalarse el voto conservador, por comodidad, modernidad y respetabilidad.

Pues bien, la persecución física fue protagonizada por grupos radicales de izquierda que actuaban individual o conjuntamente; siquiera, en ocasiones, facilitasen información a concretos grupos armados de mayor envergadura. No en vano, fueron la ETA y el  GRAPO las tramas terroristas que más daño ocasionaron no solo a FN sino también a sus hermanos ideológicos, la Falange y el Tradicionalismo, generando más de medio centenar de fallecidos(9). En cambio, los atentados, agresiones, coacciones y amenazas de todo género superaron los doscientos incidentes entre 1976 y 1982, siguiendo los datos proporcionados por Piñar en sus memorias(10)

Por su parte, la represión administrativa y las campañas difamatorias fueron obra de varios elementos gubernativos de los gobiernos de entonces (no todos, ciertamente) así como de la mayor parte de la prensa intitulada de progresista.

 

En definitiva, la relación casuística que hemos expuesto solo pretende restaurar la realidad histórica de un fenecido movimiento político, bastante tergiversado en España(11), cuando allende de nuestras fronteras -en el ámbito de las delegaciones internacionales de FN- no nos consta que hubiese ocurrido algún incidente reprochable, relacionado con sus actividades y activistas. Conviene recordar que el partido tenía seguidores y simpatizantes en Portugal, Francia, Bélgica, Italia, Suiza, Alemania, EE. UU., Méjico, República Dominicana, Costa Rica, Guatemala, Colombia, Ecuador, Venezuela, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Brasil, Argentina, Chile y Australia, en conformidad con las referencias semanales que publicaban la revista y los demás boletines informativos de la organización. Por lo tanto, no pocas falsedades e inexactitudes se dijeron entonces, con el fin de anular y entorpecer el desarrollo político del partido de Blas Piñar, encubriendo de paso la persecución soportada por sus fieles seguidores. 

(1) En agosto de 1982, un nacionalista gallego agredió con un vaso de cristal a un antiguo activista de FN, mientras este se hallaba pacíficamente en un bar. El hecho ocurrió en la comarca pontevedresa de Caldas de Reis, donde existía un pequeño grupo de piñaristas desde tiempo atrás. Los partidos judiciales de la provincia de Pontevedra con actividad fuerzanuevista fueron Vigo, Pontevedra, Puenteareas, Villagarcía de Arosa, La Estrada y Caldas de Reyes. Lo mismo puede decirse de la Falange, la cual tenía seguidores encuadrados en las organizaciones locales de Alianza Popular.

(2) “Fuerza Nueva explica las causas de su disolución”, Diario de Burgos, (21.11.1982), p. 48.

(3) Piñar, al anunciar la decisión de disolver FN, manifestó que los habían dejado de lado varias instituciones, como la Iglesia, el Ejército, la magistratura, el profesorado, etc., incluso “aquellos que queríamos entender que estaban con nosotros y a la hora de la verdad recomendaron el voto a Alianza Popular” y hasta sus propios militantes…, precisando que si Fuerza Nueva continuaba como partido sería ilegalizado, por la animadversión que sentían los socialistas por ellos, aunque reconoció que quien había derrotado a FN había sido Alianza Popular, al convencer a los votantes y simpatizantes de Fuerza Nueva. Cf.  “Blas Piñar: nos han dejado absolutamente solos”, Hoja del Lunes, Santander, (22.11.1982), p. 18.

(4) “Fuerza Nueva estima que la tarjeta de antimarxista y antiseparatista no basta (…) Fuerza Nueva, en esta línea de pensamiento, también con José Antonio, estima que bajo la bandera del Frente Nacional no puede cubrirse mercancía de contrabando (…) pero afirma desde ahora que no contribuirá al simulacro del que habló José Antonio (Cine Europa, de Madrid, 2-2-1936), el simulacro de la Gran Derecha en gestación (…) Fuerza Nueva prefiere su descalabro en la soledad a la victoria sin alas (…). Cf. “Tiempo político”, Firmes, núm. 16, órgano informativo de FJ de Valladolid, 1982.

(5) Los resultados electorales fueron pírricos: Congreso, 108.746 votos; y Senado, 344.645. En cambio, en las elecciones de 1979, Fuerza Nueva había obtenido en coalición electoral el siguiente resultado: Congreso, 378.964; Senado: 1.089.883; y un escaño. Pues bien, en 1982, lo obtenido era incluso peor que en las primeras elecciones generales de 1977 (Congreso, 67.336 votos; Senado, 682.088). Con todo, los resultados del Frente Nacional al Parlamento Europeo no fueron mucho mejores: elecciones de 1987, 122.799 votos; y elecciones de 1989: 60.672 sufragios, no saliendo Blas Piñar elegido. De todo lo expuesto, se infiere que el planteamiento electoral de Fuerza Nueva fue erróneo, no acertando sus dirigentes con la estrategia idónea para obtener representación parlamentaria.

(6) Las localidades donde ocurrieron las violencias fueron los siguientes lugares: Valencia, Alicante, Manresa, Mataró, Vich, Zaragoza, Madrid, Jaén, Barcelona y Palencia.

(7) Valga como ejemplo de lo dicho el caso valenciano. El boletín fuerzanovista Rojo y Azul tenía una sección dedicada exclusivamente a registrar los ataques recibidos por la organización en la zona de Valencia. Pues bien, consultados los números 3 y 4 (1979) y 12 y 13 (1980) se cuentan hasta cinco agresiones, atropellos, cadenazos, golpes…. El boletín madrileño Cruz de los Caídos, de los distritos de Ciudad Lineal-San Blas, núm. 3, refiere el incendio intencionado contra el jefe del distrito y otros militantes en julio de 1980 mientras comían en las cercanías del Valle de los Caídos… En Palencia, tres activistas de FN que colocaban propaganda fueron atacados por quince socialistas en septiembre de 1977, armados de palos, cadenas y barras de hierro, según refiere en su número 2 Patria en Pie, órgano informativo de FJ de Asturias y León, respondiendo un simpatizante de Valladolid con arma de fuego (FN de Palencia previamente había sido amenazada). Como hemos expuesto, no hemos podido hacernos con los folletos informativos de bastantes provincias, aunque queda el testimonio de sus antiguos activistas, como lo escrito por aquel joven de la calle Harinas de Sevilla, de nacionalidad argentina, que recibió una golpiza, dejándole para siempre una cicatriz en la ceja derecha: los agresores, miembros del Partido Socialista Andaluz…

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(8) Principalmente porque la represión contra FN y la transformación institucional habían comenzado en plena vigencia del Movimiento Nacional. El informe secreto de la CIA, de cuatro de noviembre de 1975, resulta esclarecedor: “El esfuerzo conocido de los líderes del Movimiento Nacional, única organización política legal en España, para desmantelar la ultraderecha de Fuerza Nueva, dirigida por el falangista Blas Piñar, es un ejemplo del peligro que representan estos grupos marginales. Fuerza Nueva se prepara para soportar tales represiones y seguir oponiéndose a la liberalización política”. Fuente: CIA-RDP86T00608R000500040034-7.pdf.

(9) En la Transición, la persecución de falangistas se inicia muy pronto: el 24 de noviembre de 1975, con el homicidio del alcalde de Oyarzun, Antonio Echevarría Albisu. Los caídos de FE de las JONS murieron sobre todo en Vascongadas, víctimas del terrorismo separatista. He aquí sus nombres: Julio Martínez Ezquerro, Vicente Rubio Ereño, Pedro Garrido Caro y Carlos García Fernández. En 1981, sería asesinada en Zarauz María José García, hija de un falangista madrileño y, en 1986, moriría en Madrid, víctima de un enorme atentado, el joven guardia civil Alberto Amancio, ex militante falangista. También fueron objetivo de ETA varios dirigentes falangistas, como Diego Márquez Horrillo en 1977 o como los letrados José Miguel y Luis Alberto de la Guía Escobar en 2009, pudiendo sospecharse que el interés etarra por estos dos hermanos criptanenses se debió a informaciones de la región manchega. La Falange madrileña también sufrió algún atentado en aquella época, cuyos autores fueron activistas marxistas: Pedro Alberto Menéndez Rascón (10.03.1977) y Ramiro Figueroa Ruiz Ugarrio (10.05.1977); este último perdería la vida en la localidad madrileña de Valdemoro. Otro falangista, cuya muerte violenta se sospecha fuera obra de comunistas, fue el malogrado Fausto Martínez Garrido, afiliado a Fuerza Nueva y asesinado en Cañete (Cuenca) el 11 de diciembre de 1976. Por su parte, el carlismo ha sido mutilado por el terrorismo vascongado, de ideología nacionalista, de forma inmisericorde. He aquí los nombres de los asesinados: Manuel Albizu Idiáquez, Carlos Arguimberri Elorriaga, Víctor Legorburu Ibarreche, Esteban Beldarraín Madariaga, José Javier Jaúregui Bernaola, Elías Elexpe Astondoa, José María Arrizabalaga Arcocha, Dioniso Imaz Gorostizaga-Goiza, Jesús María Colomo Rodríguez, Luis María Uriarte Alzaa, Jesús Ulayar Liciaga, Alberto Toca Echeverría e Ignacio Toca Echeverría. Como antiguos activistas del movimiento tradicionalista encontramos hasta siete civiles masacrados por ETA, destacando los nombres de José María de Araluce, presidente de la Diputación de Guipúzcoa, y Gregorio Ordóñez, presidente del Partido Popular guipuzcoano. Y como simpatizantes, podemos incluir los siguientes militares de profesión: comandante Joaquín Imaz Martínez, comandante Jesús María Velasco Zuazola, teniente coronel José Luis Prieto García, teniente coronel Carlos Díaz Arcocha y general Juan Atarés Peña.             

(10) Como hemos indicado, la estadística ofrecida por Blas Piñar no comprende todos los ataques y provocaciones; sobre todo, los sufridos por los simples simpatizantes. Por ende, es muy difícil cuantificar la persecución soportada; pero, teniendo en cuenta lo observado en algunas provincias del noroeste (Pontevedra o León), donde los ataques doblan los recopilados por Piñar, bien podría estimarse que los intentados y perpetrados duplican, necesariamente, la cantidad divulgada por el notario madrileño. Por tanto, no sería ninguna exageración el sostener que los atentados, agresiones y demás violencias físicas o psíquicas, padecidos por Fuerza Nueva, rondaron los quinientos casos en todo el país.

(11) Fuerza Nueva ha sido considerado como un partido de ultraderecha, pero ¿lo era de verdad? El polémico término de ‘extrema derecha’ solo debiera usarse como lugar de ubicación en gráficos y coordenadas destinados a medir, desde los parámetros de la ciencia política, las conductas sociales o electorales de las distintas fuerzas políticas que compiten en un espacio territorial determinado. En ocasiones, empero, tales necesidades de medición analítica no concuerdan con la filosofía ni con las soluciones económicas de una concreta opción política. De hecho, Piñar y sus asesores únicamente aceptaron el término de derecha –y con salvedades-, al participar en las actividades del pretendido grupo parlamentario europeo de la Eurodestra; pero ello fue debido a necesidades de oportunidad política, ya que el MSI italiano, componente principal de la Euroderecha, procedía del fascismo derrotado en 1945; y el fascismo como tal estaba prohibido en Italia desde la famosa Ley Scelba de 1952. Políticamente, FN repudiaba los conceptos de “derecha” e “izquierda”, por su ideología tradicionalista y nacionalsindicalista; pero, incluso, el programa económico de FN en absoluto podía ser considerado como de derecha ordinaria, al permitir una gestión de la economía sobre las bases de la justicia social propugnada por Vázquez de Mella, Ledesma o Primo de Rivera. No en vano, he aquí algunas de sus ideas rectoras: banca sindical, cooperativas, la empresa como comunidad de intereses, revolución justicialista… El ejemplo más evidente de ello, fue la erección de un sindicato, como FNT, que sobrevivió más de 20 años a la propia Fuerza Nueva. Véanse: “Izquierda, centro, derecha y lo contrario”, Fuerza Nueva, (10.03.1979), p. 25; “La derecha acollonada”, Fuerza Nueva (01.04.1978), pp. 8-10; Declaración Programática de Fuerza Nueva, Madrid, 5 de julio de 1976.

Fuentes:

ABC, Madrid-Sevilla (1981-1982); Diario de Burgos (1981-1982); El Alcázar (1981-1982); Fuerza Nueva (1977-1982); El Heraldo Español, Madrid (1981); Mundo Obrero, Madrid (1977); La Vanguardia, Barcelona (1981-1982).                                       

Archivo Linz de la Transición española.

Archivos y testimonios personales (1977-2017).

Boletines informativos de Fuerza Joven (1977-1981).

FOIA, Central Intelligence Agency (CIA).

Fuerza Nueva, la bitácora de los rebeldes. Fuente electrónica: https://fuerzanueva.wordpress.com (consultado 11.01.2022).

García Vázquez, I. (2012): Víctimas del Silencio; los años de plomo, Glyphos Publicaciones, Madrid.

Información electoral, Ministerio del Interior.

Javier Ibáñez, V. (2017): Una Resistencia Olvidada; tradicionalistas mártires del terrorismo, Ediciones Auzolan, Hinojosa del Duque.

Pascual, A. M. y Rilo, T. (2019): Cherid; un sicario en las cloacas del Estado, El Garaje Ediciones, Madrid.

Piñar, B. (2003): Bandera Discutida, FN Editorial, Madrid.

Piñar, B. (2004): Así Sucedió, FN Editorial, Madrid.

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José Piñeiro Maceiras