08/07/2024 07:40
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Uno de los métodos clásicos para analizar la efectividad de una campaña sea cualesquiera, militar, política o sanitaria en este caso, es observarla según el grado de cumplimiento o no de determinados principios que rigen la ejecución de la misma . Estos principios difieren según cada pensador pero en definitiva aunque contemplados desde diferentes perspectivas son esencialmente los mismos . No quiere decir que el cumplimiento exacto de lo que preconizan le lleve a uno a la victoria pero sí es reconocido que es precisamente el no haberlos tenidos en cuenta lo que le lleva a uno a la derrota.

Analizo desde aquí la actual campaña sanitaria que el Gobierno está llevando a cabo contra los efectos del Covid- 19 desde la perspectiva de los principios que la vieja doctrina del Ejército de Tierra establece como fundamentales y complementarios.

El primero de ellos y fundamental es el de tener un voluntad férrea de vencer lo que implica ante todo un propósito de victoria algo que no le negaré al Gobierno pero aspecto esencial de esta voluntad es la de una actividad insuperable en la ejecución sin la cual es muy difícil la victoria. No me extenderé aquí en demostrar como hasta el momento por razones de sobra manifestadas desde el principio de la crisis : improvisación continua, descoordinación total , falta de previsión, no utilización del personal más preparado en la dirección …etc, todo ha sido y es un desastre palmario.

 

La facultad de saber adecuar los medios disponibles para alcanzar el objetivo es otro de los principios ineludibles algo que como se puede ver en la descoordinación de acciones entre el Gobieno central y las autonomías o entre la sanidad pública y la privada  no está siendo ejercitada  de manera eficiente. Esto sólo se consigue únicamente con un mando único y con un férreo ejercicio del liderazgo aspectos que brillan por su ausencia. Cabría quizás alegar en descargo del Gobierno que el desaguisado total que constituye el Estado de la Autonomías le impide el ejercer ese deseada unidad de acción. Quiero entender que parece que con la declaración del Estado de Alarma lo han intentado, más vemos como en la práctica, al final, cada uno de las taifas creadas en su día al amparo de los intereses de cada partido lo imposibilitan.

 

La seguridad que consiste en precaverse contra la acción del enemigo evitando que este nos sorprenda no ha sido aplicada en ningún caso. Era inevitable que lo que estaba pasando en China y no digamos en Italia , que está aquí al lado , sucediera aquí en España en cualquier momento. Pues nada y a sabiendas -lo que es mucho más grave pues podría implicar responsabilidades penales – el Gobierno no hizo nada para prepararse  y evitar lo que luego decidió . 

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La concurrencia a un mismo fin de cuantos elementos intervienen en la batalla – en este caso todos los medios hospitalarios de la nación – con una oportuna aplicación en tiempo y lugar de las acciones convenientes es imprescindible si se quiere ganar la batalla. De nuevo vemos como la descoordinación desgraciada que hemos visto entre el supuesto mando único y las autonomías  ha supuesto un lastre lamentable.

Naturalmente que es necesaria siempre tener la flexibilidad apropiada para modificar las disposiciones adoptadas para su adaptación a las imprevistas mutaciones de la situación. Cuando vemos que pese al desastre que estamos viendo se mantiene en la dirección de la batalla a un filósofo incompetente para esta tarea o se sigue haciendo caso a ese mantra tan extendido de que no es momento ahora de pedir responsabilidades se comprende la magnitud del desastre.

Y por supuesto, y encima de todo esto, la dirección de la guerra y las batallas parciales exigen no sólo un mando único sino que este y el Estado Mayor que le asesore tengan los conocimientos adecuados para vencer en la misma. Un mero repaso a quienes componen el consejo de ministros y sus cualificaciones para esta batalla nos produce una enorme tristeza a la vista de los miles de muertos que tenemos delante. Es intolerable lo que estamos viendo .

En definitiva el análisis de esta batalla desde la certera aplicación de los clásicos principios de la guerra nos lleva a la conclusión que nos encontramos en el peor momento dirigidos por los peores dirigentes que uno pueda encontrar. Y no me digan ni pongan ejemplos de que está sucediendo lo mismo allende nuestras fronteras porque no es cierto. Puede que en Italia suceda algo parecido más hay otros países donde en ningún caso la batalla se ha perdido como aquí como por ejemplo Alemania, Rusia o Corea del Sur entre otros .

Añádase a todo este desgraciado desaguisado la maliciosa actuación en el campo de la política de estos dirigentes incompetentes que nos gobiernan.

Es difícil hacer prospectiva de lo que nos espera en un inmediato futuro, más cuando al hilo de la desgracia imperante vemos como se ataca a la Corona sin que nadie la defienda , se ceden subvenciones vergonzosas – hasta 15 millones de euros – a medios de comunicación en apoyo de sus incompetencias y objetivos, se anuncian nacionalizaciones encubiertas o se propone poner todos los ahorros al servicio de una banca pública , se deshace el tejido empresarial a pasos forzados y asoman sus patitas o patazas los líderes comunistas bolivarianos como Pablo Iglesias y sus huestes, convendrán conmigo en que la situación comienza a ser de emergencia nacional. Lo he recordado ya  muchas veces : “el viejo adagio comunista de que la revolución se mueve en el caos como pez en el agua” comienza a ser una realidad. Cuando uno ve como la policía tiene ordenes de controlar todos nuestros movimientos – como está sucediendo ya – el derecho de reunión prohibido , restringidos los actos litúrgicos, la prensa controlada, el Parlamento cerrado y las empresas maniatadas uno medita cuan cerca estamos de la Venezuela de Maduro.

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Decía Mac Arthur y con razón que la guerra se pierde siempre que triunfan los del “ ahora no “, “todavía no” , “ no es el momento” ….Pues de estos abundan por aquí .

Y ¿cuál es la solución se preguntará Vd? pues simplemente atender a los errores cometidos en la aplicación de los principios de la guerra expuestos en estas líneas y revertir la situación. Y no esperar a que acabe todo esta tragedia.

Ante todo un Gobierno de emergencia nacional que sustituya al presente tras la dimisión de todos los que lo forman. Un Gobierno liderado por quien reúna la competencia para hacer frente a la emergencia asesorado por  dos o tres comités de expertos constituidos por las personas más capaces de la nación en el campo sanitario y económico. Existen vías constitucionales para ello.

O se reacciona o Dios nos coja confesados.