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En principio, buena nueva. Atroz espejismo, pues. Primer y relevante y crucial dato: por mayoría, jamás por unanimidad. Seis contra cuatro, pura almoneda. Y arbitrio: los dos estados de alarma, parcialmente inconstitucionales. Reitero, parcialmente. Pero desengáñense. Pierdan toda esperanza. El despótico gobierno de Sanchinflas se equivocó en el cómo, nunca en el qué, Prostitucional dixit: tuvo que recurrir al estado de excepción o de sitio. «Fuera complejos, Sanchinflas. La próxima, a triturar definitivamente y del todo, con los adecuados instrumentos jurídicos, los derechos y libertades de los españoles». Ese es el verdadero sentido de ambas y aciagas sentencias.
Suprimieron nuestras libertades bajo mentirosos pretextos sanitarios
Recordemos la primera sentencia. 14 de julio de 2021. Primer estado de alarma, inicio de la PLANDEMIA. Secuestro domiciliario, inconstitucional. Tan obvio. Memento Art. 55 CE, sin más. Se estimaba en tal sentencia que el brutal arresto domiciliario de hace año y medio y algunas medidas liberticidas devenían nítidamente inconstitucionales. Y recordaba al gobierno lo que tenía que haber hecho: jodernos la vida y la libertad declarando un estado de alarma o excepción como Dios o Baphomet manda.
Pero ojo, el Prostitucional JAMÁS declaró inconstitucional que se suprimiera la libertad de empresa, la de educación, la de manifestación, el derecho de reunión y/o la libertad religiosa. El tribunal de marras alega que esas libertades no se pulverizaron, solo se limitaron, considerando que las liberticidas medidas del decreto gubernamenta del 14 de marzo de 2020 (con el apoyo de todos los partidos, Vox incluido) eran necesarias, idóneas y proporcionadas.
Los jueces/virólogos, como todos: no valen para NADA
Grosso modo, tal corruptísimo tribunal lo tiene claro: se trata de proteger al amo/Gran Leviatán, al poder ejecutivo (y al legislativo), pero echándole levísimo rapapolvos en las formas, jamás en el fondo. «A ver macho, que pareces tonto, excepción o sitio». Tribunal legitimador de la tiranía, justificando todo el horror liberticida pasado, presente y futuro.
Tribunal Prostitucional, puro detritus intelectual. ¿Pero cuál es su gran problema? Pues que los ropones se nos metieron a virólogos. Tales togados estimaban que la supresión/limitación de derechos se justificaba porque su fin era «evitar el contagio entre ciudadanos dada la facilidad de propagación del virus, su enorme tasa de mortalidad, la potencialidad de causar patologías graves y la saturación del sistema sanitario«. Sic. Resic.
Grandes virólogos, di que sí. Y biólogos. Y médicos. La polla en cebolla. Reveladora metamorfosis: de atuendo de aciago y nigérrimo cuervo a bata blanca. En definitivo, el Prostitucional asumía en la sentencia del pasado 14 de julio que existe, SIN DEMOSTRARLO, un peligroso virus pandémico que asola a toda la humanidad solo por el hecho de que así lo han afirmado – tan mentirosamente – ciertos representantes de organismos nacionales e internacionales ( como la OMS, Organización Mafiosa contra la Salud) de NULA credibilidad. Lo dicho, nuestro tribunal de garantías (¿qué garantías pueden darse cuando defecan sus funestas sentencias ¡¡¡ más de un año después!!!?) acepta acríticamente la embustera narrativa oficial covidiana sin haber comprobado ABSOLUTAMENTE NADA.
Segunda sentencia, tan liberticida como la primera
¿Y la sentencia sobre el segundo estado de alarma, excretada el pasado 27 de octubre. Pues otra liberticida y antijurídica bazofia. Le jode al conciliábulo de togados que el parlamento quedase eludido. Medio año demasiado, macho, jeje.
Eso sí, se lo vuelvo a recordar: parten de equivocada premisa, pensar que los 350 gallifantes de La Carrera de San Jerónimo representan a alguien. A mí, desde luego, NO. Tampoco le mola mucho al tribunal el surrealista y laberíntico reino de taifas con la pamema de la cogobernanza, a ver quién la tenía más larga, quién era más déspota e hijo de su santísima madre a la hora de reprimirnos.
Liberticida sentencia, como la anterior. El Tribunal Constitucional no cuestiona las medidas en sí para hacer frente a la alta incidencia de «contagios», como los cierres perimetrales o el toque de queda, sino que este tipo de decisiones se delegaran en los presidentes autonómicos. El liberticida y militaresco toque de queda, de putísima madre, tron. Literal. «Debe reputarse como una medida adecuada para combatir aquella evolución negativa de la pandemia pues se hizo frente a una situación de riesgo que había sido detectada como favorecedora de los contagios: la de los encuentros sociales producidos en aquellas horas de la noche del tiempo anterior al estado de alarma», agregando que fue «proporcionada a la consecución de un fin constitucionalmente legítimo y de interés general para la comunidad social como era el de la preservación de la vida». Sic. Resic.
El tribunal también avaló la supuesta constitucionalidad de la limitación de entrada y salida de personas en comunidades y ciudades autónomas o en ámbitos territoriales inferiores. La sentencia destaca que dicha medida superó la prueba de proporcionalidad, ya que “resultó adecuada porque era apta para dar cumplimiento a una finalidad legítima como era la de reducir sustancialmente la movilidad del virus” y “necesaria para hacer frente a las constatadas mutaciones del virus y a su creciente propagación, como también al previsible incremento de la presión asistencial y hospitalaria”.
Liberticida, antijurídico y anticientífico pitorreo
Lo dicho unos virólogos de putísima madre. Que cambien de profesión, coño. El bichito-19, tan inteligente él, solo era malo maloso a partir de las once de la noche. Luego, a partir de las seis de la mañana, más majo. Y confundiendo, tan primarios ellos, pandemia vírica con pandemia de papayatest. Y, por supuesto, las fronteras – autonómicas, provinciales, municipales- siempre merecieron hondo, hondísimo respeto al «inteligente» y «cortés» bichito-19…
…Vaya pitorreo. Pitorreo que solo tiene sentido, en ambas y siniestras sentencias, si el edificio (anti)jurídico se sostiene en falsísima creencia. Los ropones, y su viga maestra: antijurídico acto de fe (¿masónico?) al aceptar la mentira – además de conspiración criminal – covidiota.
…Lo demás, el horror liberticida y el descarnado asesinato de la verdad, vienen por añadidura. Ocultados ambos bajo amplísimas cortinas de humo. En fin.
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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