21/11/2024 20:07
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Entrevista con Hannan Serroukh, educadora social y coordinadora del Área de Estudios Islámicos del GEES.

¿Qué es el GEES?

El GEES un think tank que colabora con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, y que fue fundado por antiguos miembros de esos mismos cuerpos con largas trayectorias de servicio público. Su director, Diego Miranda, me eligió para trabajar en un ámbito muy específico: concienciar sobre el islamismo, el brazo político y social del yihadismo. 

Rubén Pulido, un periodista experto en inmigración ilegal, ha denunciado la llegada de yihadistas a Europa en estos flujos migratorios. ¿Es la falta de políticas serias de inmigración la causa del aumento del yihadismo? 

Las leyes de inmigración deben ser un elemento de prevención, una buena ley de extranjería que se aplique correctamente y que determine si una persona reúne las condiciones para ser español, que es algo legítimo para un país. Es decir, ¿qué nos hace españoles? Tiene que haber un elemento común que nos identifique como españoles: un arraigo social, cultural e ideológico. Desgraciadamente, esto no es así. 

Respecto al yihadismo, tenemos que diferenciar entre el yihadista, miembro de un grupo terrorista armado, y el islamista, que es la corriente política. Es verdad que las organizaciones terroristas aprovechan la vulnerabilidad de las fronteras para entrar en Europa, pero si observamos los perfiles de la gran mayoría de los yihadistas e islamistas, vemos que son de cosecha propia. Son hijos de la inmigración o llegados aquí por la reagrupación familiar. El pasado martes, Francia decretó la orden de expulsión en firme de un imán que llevaba más de treinta años allí. La expulsión se debe a que fomentaba lo que ellos llaman el “separatismo islámico” y era una amenaza para la paz social. Cuando se le comunicó su expulsión, el imán huyó a Bélgica. Y esto también está pasando en España, tenemos dos casos, el de Mohamed Said Badaoui y otro en Vilanova de la Geltrú, con un orden de expulsión administrativa, pero no porque vayan a cometer un atentado, sino porque amenazan nuestro modelo social y político.

Básicamente porque quieren construir una sociedad islamista.

Así es, los barrios que son islamizados, las zonas que se denominan “no go”, surgen en torno a líderes como estos. Forman organizaciones multiculturales islámicas para enseñar a los más jóvenes sus ideas identitarias y políticas, bajo el camuflaje de valores islámicos, educación religiosa e incluso clases de árabe. Eso tiene consecuencias directas en la sociedad porque esos jóvenes tienen una especial sensibilidad a mensajes que encuentran en las redes sociales y, en algunos casos, como sucedió en Barcelona, llegan a cometer atentados. Estos jóvenes no llegaron en patera, nacieron y vivían aquí. O como el caso del joven de 24 años, nacido en Miami, que ni siquiera se ha leído los “versos satánicos” de Salman Rushdie, pero que está tan sensibilizado con el islam que se siente obligado a cumplir una fatua emitida hace treinta años. Ese joven no ha estado nunca en un país musulmán.

Es un asunto complejo y uno de los mayores errores en Occidente con respecto a Oriente es que no ha entendido su trayectoria ni su historia. Por ejemplo, en Egipto desde 2013 los Hermanos Musulmanes son considerados una organización terrorista. Es muy conocido el video en el que Nasser se ríe porque los Hermanos Musulmanes le piden que imponga el hijab a las mujeres. Ese video debería interpelar a Occidente, hacer ver que el hijab es un instrumento político y no permitir que un grupo como Hermanos Musulmanes se expanda por Europa bajo distintos nombres. En España también, una de sus organizaciones más conocidas está en Cataluña, se trata de las Juventudes Multiculturales Islámicas y funcionan según los criterios y objetivos de la Hermandad Musulmana.

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La Hermandad Musulmana está siendo financiada por Turquía, de igual modo que muchas organizaciones “culturales” son financiadas por Qatar, como demostraron los famosos “Qatar Papers” publicados en Francia.        

Es correcto. Tanto Turquía como Qatar, mediante la “Qatar Charity” financian a estos grupos, pero además, estas organizaciones consiguen también financiación europea y llegan a tener capacidad de injerencia en tomas de decisión. Para mí, la más notoria es cuando el Consejo Europeo hace campañas para la juventud y la identifica con el hijab. Otro ejemplo lo tenemos en Cataluña, donde organizaciones musulmanas han presionado para la aprobación un protocolo de actuación para la policía, a la hora de identificar a alguien en la calle. Supuestamente para combatir actitudes islamófobas y racistas. El mero hecho  de aprobarlo hace creer que nuestra policía es racista, algo absolutamente falso, y lo peor es que esto lo está comprando el gobierno catalán.

Cataluña es la región más afectada por el islamismo. Hace unos días, la consejera de igualdad y feminismo de Cataluña se reunía con Mohamed Said Badaoui, un salafista que tiene una orden de expulsión. ¿Cómo se explica esto?

Aquí confluyen varias cuestiones. Por un lado se hace la lectura de que el Estado español hace una persecución ideológica contra un activista, al igual que el Estado persigue a los independentistas. Por otro lado una lectura muy errónea, creen que apoyando al islamismo ganarán más votos, y no es así, son los islamistas los que utilizan cualquier fisura social, y el independentismo lo es, para lograr sus objetivos, y los están consiguiendo.

En el caso de los islamistas que deben ser expulsados, los independentistas han pedido al ministro Marlaska que cancele la orden de expulsión. Si Marlaska cede estará echando por tierra el trabajo de nuestra policía y será la primera vez que España se rinda a la presión política del islamismo. La alianza del islamismo y el indepedendentismo va a tener unas consecuencias muy graves.

Ademas de este apoyo al islamismo, los independentistas también presentan activistas musulmanes como candidatos.

Sí, porque ERC cree que consolida su proyecto poniendo hijabs en las listas electorales, cuando los problemas no se solucionan así. Es una idea racista y clasista pensar que yo, como musulmana, prefiero un hijab o una mezquita antes que un barrio seguro. Yo, como hija de inmigrantes, soy española y me siento insultada y ofendida por estas políticas simplistas, ¿por qué creen que no me interesa la seguridad o la economía?

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Porque en realidad dan por bueno el discurso de los Hermanos Musulmanes.

Efectivamente, lo compran porque no quieren hacer frente a los retos del islamismo, que es una realidad política y social en nuestro país. Y si lo hicieran, todas las organizaciones que viven del discurso del multiculturalismo y la islamofobia desaparecerían. Son una cadena de lobbies.

Otro problema que también hemos visto en Cataluña es el de los matrimonios forzosos. Una situación que usted ha vivido. 

Sí, cuando tenía 14 años fui la primera en denunciar  este islamismo y un matrimonio forzoso que me querían imponer. Para mí, esta lucha es algo muy personal.

En Cataluña el caso más reciente y con más repercusión mediática fue el de las dos hermanas de origen pakistaní que fueron obligadas a casarse. El matrimonio forzoso se realizó aquí, en Cataluña, y en Pakistán fueron asesinadas por querer abandonar el matrimonio. Fueron las autoridades de ese país las que informaron de su asesinato y en su localidad se negaban a admitir la existencia de los matrimonios forzosos porque eso significa reconocer un problema. Pero tenemos un problema y hay que darle respuesta.

¿Esta inacción nos va a llevar a un escenario como el que se vive en Francia en unos pocos años?

No en unos pocos años, sino mucho antes. Ya tenemos realidades como las de Francia, aunque la historia de la inmigración allí es diferente. Sin embargo, ya hay barrios donde las mujeres no salen a la calle los viernes para no provocar a los hombres que van a la mezquita, tienen que tener cuidado de con quién hablan, del  largo de su falda o tienen que llevar hijab para no ser señaladas. En estos barrios rige otra ley. Es una forma de expulsión de una cultura para imponer otra.

El pensador David Engels afirma que la falta de una cultura fuerte en Europa es la lleva a muchos inmigrantes a abandonar una mentalidad de integración y a tomar una de conquista. ¿Le parece correcta esta afirmación?

Todo esto tiene que ver con lo que llaman la cultura “woke”. Es verdad que hay una serie de élites sociales que abogan por un multiculturalismo en los barrios, pero luego viven en entornos protegidos. Las consecuencias de esa ideología progre, de diluir la esencia propia y los valores de un país, hacen que en esos barrios se instale otro modelo más solido y que ofrece unas guías más claras. Ante la destrucción de valores y de identidad occidentales te aferras a algo sólido. En el Islam te aferras a la Umma, a la comunidad de los creyentes, y esa comunidad genera una fuerza de presión social, comunitaria y política.

Autor

REDACCIÓN