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En los años 80, asistí un día a un pleno de las Cortes por la curiosidad de oir en directo a los oradores del momento (Fraga, Suárez, Felipe, Carrillo, Guerra ),  y allí mismo se me ocurrió hacer un libro-antología que recogiese los  discursos más importantes que se hubiesen pronunciado desde las Cortes de Cádiz. ¡Una tarea de locos, porque para seleccionar primero había que leer, ya que nadie lo había hecho antes, lo que habían hablado en esos casi 200 años los «padres de la Patria»!….). Pero, terco como era (ahora con los años, menos) solicité los permisos necesarios de la Presidencia para poder entrar en el archivo y la biblioteca y, sobre todo, consultar el «Diario de Sesiones»… y sin  prisas pero sin pausas me fui leyendo los discursos de aquellas heróicas Cortes de Cádiz, las del Trienio Liberal de 1820-1823, las de 1837 en plena guerra civil, las de 1843, con Espartero y sin Espartero,  las de 1869 (la cumbre de la oratoria parlamentaria española), las de 1873, cuando la Primera República, las de la Restauración de Cánovas y Sagasta… y hasta las de la Segunda República (no quise incluir las de la Dictadura de Primo de Rivera ni las de Franco, porque para mi fueron otra cosa). O sea, tres años de discursos y muchas horas de «Diario de Sesiones» y una primera selección de «Oradores famosos» que habían pasado a la Historia. Unos 40: Martínez de la Rosa, Salustiano de Olózaga, Bravo Murillo, Gonzalez Bravo, Ríos Rosas, Cánovas del Castillo, Ruiz Zorrilla, Donoso Cortés, Sagasta, Silvela, Romero Robledo, Maura, Martos, Canalejas, Morell, Pablo Iglesias, Dato, Melquiades Álvarez, Romanones, Cambó, Alba, Sánchez Guerra, Azaña, Alcalá Zamora, Lerroux, Prieto, Largo Caballero, Ortega y Gasset, Unamuno, Jiménez de Asúa, Besteiro, Gil Robles, Calvo Sotelo, Serrano Súñer, José Antonio…y otros que elevaron el «Arte de la Oratoria» a su máximo esplendor.

               Bien, pues listo el libro para la imprenta (con una  última selección de 10 discursos: LOS 10 DISCURSOS PARLAMENTARIOS QUE CONMOVIERON A ESPAÑA, desde las Cortes de Cádiz a la Segunda República».) le pedí al entonces Presidente del Congreso, el socialista Gregorio Peces Barba, que me hiciera un Prólogo y que fueran las Cortes las que lo editaran… y a fé de Dios que Don Gregorio no se pudo portar mejor, pues no sólo me hizo un prólogo precioso y gratificante para mi labor «casi de locos»  («Hay que estar medio loco, o loco entero, para hacer lo que ha hecho Julio Merino» escribió) sino que dispuso que fuera el Departamento de Publicaciones el que se encargara de todo a partir de ese momento.
             ¡Ay, pero como dice el refrán: el hombre propone y Dios dispone!, porque en esas estábamos cuando hubo cambio de Gobierno (1986) y en la Presidencia del Congreso: salió el socialista Peces Barba y entró el también socialista Don Felix Pons… y ahí se «jodió» el libro, ya que el nuevo Señor Presidente lo paralizó sin más… bueno, sin más no, porque al final tuvo que darme una explicación y me dolió tanto su mediocre comportamiento que yo, también sin más, lo mandé a la mierda. Lean y juzguen ustedes.
                  — Bueno Presidente, me han dicho  que ha paralizado lo de mi Antología… ¿puede decirme por qué?
                 —  Pues sí, Señor Merino, y muy claro ¿como voy yo a editarle un libro que lleva el Prólogo de otro Presidente? Que se lo hubiera editado quien le hizo el Prólogo.
                 — Señor Presidente, creo que el libro –le contesté todavía sorprendido- no es del Señor Barba ni de usted, y si me apura ni mio, creo que es un libro del Parlamento y de gran interés para los parlamentarios presentes y futuros.
                — No insista, Merino, no lo vamos a publicar… y menos con el discurso de Pablo Iglesias que ha incluído.
                —  Vaya por Dios. Ya estamos. Mire, Don Félix, ese discurso lo seleccioné de entre tres que le presenté por su antecesor, el señor Peces Barba… pero, si es por eso yo lo cambio por otro y punto.. y si es por el Prólogo hágalo usted. escriba otro e incluímos los dos.
                 — No, amigo Merino, ni así… Búsquese una editorial y…
                —  … y ¿sabe usted  lo que le digo, Señor Pons?… Que es usted un enano mental y que se vaya a la mierda.
                      Y sin más salí del Palacio donde me había pasado casi tres años de mi vida… ¡¡ MIS RECUERDOS !!

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REDACCIÓN
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