21/11/2024 16:00
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     A pesar de las evidencias, hay quien se empeña en negar la presencia de la Región Leonesa en la realidad política y social de la Segunda República. Tratan de convencer a todos de que lo que estaba en las mentes de los políticos del momento era conseguir un Estatuto único para las 3 provincias leonesas con las ocho castellanoviejas y que en ese planteamiento había unanimidad. Todo lo contrario. Las opciones sobre el ámbito territorial de un Estatuto castellano variaban ampliamente desde seis provincias de Castilla la Vieja hasta las diecisiete que incluirían las dos Castillas, Vieja y Nueva, junto con el Reino de León.

     Bastaría recordar la composición regional de España trazada por las Cortes republicanas en 1933, que delimita perfectamente las provincias que corresponden a cada una, para concluir que cuando se propone un Estatuto único que englobe Castilla la Vieja  (ocho provincias) y la Región Leonesa (tres provincias), se está planteando una Mancomunidad o Federación defensiva de las dos regiones como medio de enfrentarse a las reivindicaciones catalanas y al concierto vasco, en un proceso de concesión progresiva de Estatutos regionales que dejaría en inferioridad a las regiones que no pudieran disponer del mismo. Además, en el caso de la submeseta norte, están muy presentes los intereses cerealistas y caciquiles, los agrarios y los relacionados con la Mancomunidad de la Confederación Hidrográfica del Duero. También se hace notar el apoyo de sectores católicos a tal propuesta.

     Un repaso a la organización interna de los diferentes partidos políticos pone de manifiesto la presencia de la representación regional en los mismos, que contempla una para la Región Leonesa y otra para Castilla la Vieja. Recordemos algunos ejemplos.

     El Partido Radical liderado por Alejandro Lerroux, en su Congreso de septiembre de 1931, elige su Comité ejecutivo, en el que están presentes por la Región Leonesa el Sr. Fernández de la Poza y por Castilla la Vieja D. Perfecto Ruiz.

     En octubre de 1932, la prensa de Salamanca se hace eco de la próxima asamblea del Partido Republicano Radical Socialista e informa: “En León, con asistencia del representante del Comité de Salamanca, don Tomás Martín, se ha celebrado hace unos días la reunión, convocada por el nacional, de todos los Comités provinciales de la región. Se tomaron importantes acuerdos y se acordó encargar al representante de Salamanca asistir, como delegado de la región leonesa, a la próxima asamblea que se celebrará en Madrid.”

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     En la Asamblea del Partido Federal de abril de 1933, se designa una Comisión de actas con distribución regional, fueron designados por León el Sr. Pombuego y por Castilla la Vieja el Sr. Campano. El Partido Republicano Federal se reúne en abril de 1935 con asistencia de representantes de sus juventudes de diferentes regiones, acudieron, entre otros, el de León y el de Castilla la Vieja.

   Otro tanto ocurre en la CEDA. En el manifiesto tras la victoria en las elecciones generales de mayo de 1933, aparecen las firmas de Ortiz de Solórzano por Castilla la Vieja y la de Mañueco por León. Algo similar ocurre en el Congreso de las Juventudes de Acción Popular, celebrado en El Escorial el 22 de abril de 1934. En la mesa hay una representación de las diferentes regiones, entre ellas la de Castilla la Vieja y la de León.

   Dentro del jaimismo, el jefe regional del antiguo Reino de León desde 1925 hasta 1932 es el salmantino Luciano Esteban Polo. En 1936 se constituye la Junta Tradicionalista de Guerra del Reino de León, al frente de la cual aparece don Tomás Dolz de Espejo y Andreu, conde de la Florida.

     En el Primer Consejo Nacional falangista, de octubre de 1934, fueron convocados como representantes regionales Pedro García Hoyos por León y Emilio González por Castilla la Vieja. Ya iniciada la Guerra Civil, el 6 de octubre de 1936, Rafael Garcerán aparece al frente de la Junta Territorial del Reino de León.

     Basten estos datos para mostrar la existencia de una representación diferenciada para la Región Leonesa y para Castilla la Vieja en el interior de las diferentes organizaciones políticas durante la Segunda República, reflejo de la composición regional de España en ese momento. Puede afirmarse que tal composición la tienen presente los representantes de los distintos partidos políticos y entidades sociales, de modo que cuando se plantea la cuestión de los estatutos regionales en la submeseta norte se produce una amplia variedad de alternativas, como ya pusiera de manifiesto Amparo Rubiales Torrejón en 1973, en su estudio La Región: Historia y Actualidad, quien afirma: unos desean un Estatuto común para las dos regiones castellanas y León, otros sólo para Castilla la Vieja y León o para cada una de estas tres regiones por separado”.

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     Así lo pone de manifiesto el editorial del 12 de junio de 1936 de la publicación Ahora, en la que colaboran las Juventudes Socialistas Unificadas y que se posiciona contra el “estatutismo antihistórico” y afirma la identidad entre Castilla y España: “No hay nada de contraposición tan flagrante como hablar de Estatutos, de autonomía y lanzar el nombre de Castilla. Sin arrojar previamente todo el caudal de cultura histórica que se tenga, sin considerar también como lastre toda la tradición, no es posible hablar del Estatuto de Castilla. Castilla no es una región que se incorporó a la vieja España: es el núcleo vital de España, es la célula originaria de toda la nación. Por eso, cuando se quiere buscar una delimitación geográfica para ese Estatuto de Castilla, se vacila. ¿Castilla la Vieja? ¿Con León o sin él? ¿Y Castilla la Nueva? ¿Y dentro de ésta Madrid? ¿No indica esa imprecisión que Castilla es más que todo eso? ¡Como que Castilla es España, porque es su fuente en el tiempo y su verbo en el espacio!”

Autor

REDACCIÓN