15/05/2024 07:01
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          Se echa el telón, fin del primer acto de la carnavalada electoral. Tiempo de descanso –si nos dejan- para, de manera inmediata y urgente, convocar al electorado para sufrir los rigores –nunca mejor dicho- del segundo acto de la fiesta de la democracia. En pleno verano,  para mayor ensañamiento.

          No entraré, por ahora, en realizar valoraciones sobre los resultados producidos que, dicho sea de paso, se parecen lo que  un huevo a una castaña en relación a las artes adivinatorias del “vidente” Tezanos, siempre dispuesto a realizar encuestas a la carta según dictados de Moncloa. Un petimetre que merecería la reprobación y el escarnio en todas las facultades universitarias de España y el extranjero, como  paradigma de la manipulación, la tergiversación y la mentira institucionalizada desde el gobierno sanchista.

          Dicho esto, quiero referirme a los pactos post electorales entre los chicos de Génova, todo pletóricos y radiantes, y las huestes de Vox, siempre serias y formales. No me gusta  la actitud de las gentes de Feijoo,  sencillamente porque no me gusta el gallego, cuanto si más lo que sus aláteres puedan negociar. El lobo llama a la puerta con piel de cordero, jugando a ser caperucita. No se equivoquen, hablo del Partido Popular, muy “centrado” en engañar a los interlocutores del partido de Santiago Abascal. Recomiendo encarecidamente la visualización del proceso de desmoronamiento del partido naranja. Ciudadanos,  para poder entender el peligro que amenaza el diálogo entre las formaciones  sentadas a la mesa de una negociación, tan imprescindible como necesaria.

          Quítate tú, para ponerme yo. En esta máxima reside las intenciones de los populares, hoy más populares que ayer pero menos que mañana, según parece. Es decir, nada de hermanamientos ni relaciones fraternales, solamente amistades peligrosas por ambas partes. Pero para Vox, sin ninguna sombra de dudas, se presenta una oportunidad única que no pueden malgastar renunciando a su proyecto ideológico, si es que quieren seguir presentes en la escena política patria. Fundirse en un abrazo mortal con los genoveses es un suicidio que pueden pagar en las urnas. El cainismo es una de las competencias en las que destacan los centristas que suspiran por el gallego, tan dados a la refriega civil interna, sin rubor ni miramientos. Que se lo digan a los partidos con los que han pactado a lo largo de su ya longeva vida política. Mientras te beso, te apuñalo. Así es y ha sido, espero que no sea a partir de ahora.

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          El Partido Popular  no traga a Vox, no lo puede evitar, pese a la teatralidad de algunas melifluas escenas filmadas para la posteridad. No existe lealtad en las palabras de sus líderes hacia sus posibles socios. En Castilla y León lo sabemos, lo vemos y lo escuchamos entre bambalinas y los corrillos políticos montados por doquier. No les puedes dar la espalda, tienes que mirarles a los ojos para comprobar su disposición a la felonía. Así de claro, así de rotundo. Qué felices, como una perdiz, serían si no tuvieran esos incómodos vecinos con los que parlamentar, de manera que, a la primera ocasión que se presenta, zas y te asestan una estocada política mortal.

          Mis ilustrativas palabras pretenden alertar, a propios y extraños, de las maniobras en la oscuridad en las que se manifiestan y expresan de de manera brillante, genuina, única y difícilmente repetible. Se mueven entre las sombras, urden tretas y engaños, y te hacen promesas de amor y cariño incontestable. Siempre tienen un plan C, que es el auténtico plan de acción política última que se plantean. Son arrogantes, prepotentes, vanidosos, presuntuosos, petulantes, engreídos, van de sobrados, por exceso de soberbia y falsa modestia. Avasallan e intimidan, desprecian y discriminan a quienes osan a cruzarse  con ellos en los caminos de la política institucional de ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autónomos. Hacen imposible la vida de aquellos que, decepcionados y hastiados, abandonan sus filas para alinearse con quienes juzguen oportuno.

          Les refiero los sentimientos y emociones expresadas por muchos ediles, diputados provinciales y procuradores regionales desencantados de haber trabajado y colaborado con ellos, en cualquier condición, coalición, alianza o pacto circunstancial.

Vox debe estar muy atento, escoger los tiempos, las formas, el qué, el cuándo, el cómo y el dónde. También es muy importante el con quién. Se debe negociar TODO, hasta el último y aparentemente insignificante detalle, pero sobre todo, políticas activas y proyectos concretos, nada de cuestiones aisladas. Se debe pactar la parte dentro del todo. No se pueden dejar cabos sueltos, menos aún, aceptar intolerables chantajes bajo el pretexto de la gobernabilidad institucional.

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          No me gusta nada lo que estoy escuchando estos últimos días cuando se habla de las estrategias de los populares diseñadas. Les preocupa sobremanera el asalto al poder, la toma del gobierno. Vox es un obstáculo y un incomodísimo interlocutor en cualquier negociación que se pueda celebrar, de ahí su obsesión por las mayorías absolutas –verdaderos rodillos de opciones minoritarias-. Para conseguirlas son intransigentes con los críticos a sus postulados y mensajes mesiánicos, controlan medios de comunicación impermeables a cualquier disidencia o discurso ajeno, no dudan en utilizar su poder ejecutivo para imponer su voluntad, tampoco son amantes del diálogo fluido y ameno.

         A la izquierda le interesan los fines y los medios utilizados para conseguir sus propósitos. Al Partido Popular solamente le preocupan los fines.  Es muy difícil sentarse a hablar con quien sabes que está esperando cualquier ocasión propicia para manifestarte su rechazo, su abandono y su hostilidad, plenamente concebida con anterioridad al posible desenlace, provocado o no. Decía al comienzo de mi artículo que, de manera taimada, sutil y consciente, practican lo que recoge esta  acertada expresión popular: “Quítate tú, para ponerme yo”. Así es y así se lo he contado.

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Aliena

Verá, prescindiendo del hecho de que me produce muchas dudas la existencia de ese «ideario político» en VOX, el problema es que esta película ya la hemos visto, con la diferencia de que, antaño, era el PSOE el que despreciaba, golpeaba, insultaba y traicionaba… al PP. ¿Han perdido ustedes la memoria? Bueno, hay hemerotecas sin cuento para recordar la violación de la jornada de reflexión por Rubalcaba un cierto 13-M, que quedó sin respuesta por parte del PP; los insultos de socialistas a peperos llamándoles «asesinos»; apoyos del PP al PSOE sin contrapartida para la «Lehendakariza»; ofrecimientos de alcaldías ganadas por el PP despreciados por el socialista de turno como si quien le tendía la mano tuviese la lepra; palizas a jóvenes peperos que repartían propaganda contra el aborto ( porque también el PP DECÍA estar en contra del aborto ), militantes del PP a quienes un socilista «insigne» ( un tal José Bono ) acusó de haberle pegado, con gran escándalo y los medios de la izquierda en plan busca, captura y publica fotos… Sí, repito, yo ya he visto esta película, aunque ahora VOX interprete al antiguo PP y el PP actual al viejo PSOE, pero los papeles que interpretar son exactamente los mismos, lo único que varía es el reparto.

Última edición: 11 meses hace por Aliena
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