
Los israelitas que habían sido regidos por Dios al suscitar doce jueces para su gobierno y unidad, pidieron a Samuel que les ungiera un rey para que les juzgase, “como todas las naciones”, y Samuel se disgustó. Dios dijo a Samuel “no te rechazan a ti, me rechazan a mí para que no reine sobre ellos”, no obstante lo cual, Dios accedió a la unción. Es el primer intento del pueblo elegido que desea regirse como “todas las naciones”, que eran idólatras y politeístas. Ese rechazo de Dios como rey volvió a declararse por los sumos sacerdotes ante Pilatos, “no tenemos más rey que el César”, y nada más pronunciar esta afirmación, Pilatos entrega a Jesucristo para que le crucifiquen y así lo oiremos el próximo viernes santo. En esta ocasión en lugar de querer parecerse a los otros pueblos del mundo, se pliega ante el poder del César reconociéndole su rey.
En la Cruz pusieron el cartel: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos. (INRI) Desde entonces la Cruz es el signo cristiano, por ello hacemos la “señal” o “signo” de la cruz al iniciar y al finalizar las misas. La Cruz apareció en unas misteriosas revelaciones al emperador romano, Constantino, manifestándole «In hoc signo vinces» «Con este signo vencerás»
Francisco Franco fue condecorado en 1953 por Papa Pío XII con el collar de la Orden Suprema de Cristo, creada para premiar servicios especiales a la Iglesia. La Basílica del Valle de los Caídos, siendo Basílica Menor, fue ultrajada y vilipendiada con la exhumación de Franco, sin que la Jerarquía defendiera el derecho a la inviolabilidad de los centros de culto. Trasladado al cementerio del Pardo se cubrió el primer obstáculo para lograr el objetivo final.
El Papa Juan XXIII el siete de abril de 1960, mediante la carta apostólica Salutiferae Crucis, que quiere decir “Cruz de salación”, elevó a perpetuidad al honor y dignidad de Basílica Menor la Iglesia de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, signo de la Redención humana por la piedad que inspira.
“Por una filtración”, que la Archidiócesis de Madrid lamenta sin explicar por qué, ahora nos enteramos de que el Valle de los Caídos, que se va a “resignificar” y que la Iglesia ha acordado con el Gobierno “garantizar una entrada lateral independiente” a la Basílica y asimismo que el Gobierno va a “permitir” a la Comunidad Benedictina celebrar el culto, -gran logro- y se oyen comentarios sobre la cúpula obra del catalán Santiago Padrós, en la que, actualmente, figura un mosaico en el que aparecen Cristo en su majestad, la piadosísima Madre de Dios, los apóstoles de España Santiago y San Pablo, que ambos, nos dice la tradición, estuvieron en España y otros bienaventurados y héroes que hacen brillar con luz de paraíso la cúpula de este inmenso hipogeo.
Se cree que se respetará el altar actual, pero bajo una cúpula tapada por una capa blanca, ocultando o destruyendo la actual que tan correctamente se describe en la carta apostólica papal. También se cree que se ha acordado respetar los elementos religiosos situados fuera de la Basílica, planteando una incógnita la presencia de la imagen de la Virgen de los Dolores que abraza en su seno el cuerpo exánime de su Divino Hijo, y que trasladarla implicaría un incumplimiento del respeto acordado. No hay información alguna sobre los elementos religiosos que hay en el interior, reflejados también en la carta apostólica, pues en su interior se encuentran las verjas que albergan a santos no solo españoles sino también de la cristiandad y los seis grandes relieves de elegante escultura, representando a la Santísima Virgen que presiden otras tantas capillas.
La entrada actual no requiere ser garantizada y no es comprensible ejecutar una nueva entrada lateral que lo único que hace es presagiar la reducción de la Basílica Pontificia a una especie de capilla de cementerio, que pretenden, y así lo han manifestado algunos, que sea civil, para preparar el próximo objetivo: la supresión de la Basílica, porque en los cementerios civiles no hay culto, pero ya se sabe que la Jerarquía de la Iglesia comprenderá que siendo civil deben respetarse que no haya culto.
El signo cristiano, como es la Cruz, no requiere resignificación alguna porque se entiende que resignificarlo es cambiar aquello a lo que nos remite el signo, y este signo remite a la muerte en Cruz de ese Dios que rechazaron los israelitas al pedir la unción de un rey y renovaron ante Pilatos los sumos sacerdotes y los guardias, aduciendo que ellos tenían una ley y de acuerdo con ella, debía morir. No hablaron de justicia, sino de ley, ley de Dios que utilizaban para matar al Dios rechazado, ya que Jesús les había demostrado su maligna interpretación de la ley. ¿A qué realidad remitirá el ahora denominado Valle de Cuelgamuros, una vez resignificado?
Dado que, en virtud de lo establecido en la Constitución de 1978, artículo 16.3, los poderes públicos mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica, se infiere que la Jerarquía de la Iglesia ha cooperado a todas las actuaciones llevadas a cabo en el Valle de los Caídos.
Esa misma Jerarquía actual también parece haber olvidado la carta apostólica que terminaba diciendo: “Esto mandamos, determinamos, decretando que las presentes Letras sean y permanezcan siempre firmes, válidas y eficaces y que consigan y obtengan sus plenos e íntegros efectos y las acaten en su plenitud aquellos a quienes se refieran actualmente y puedan referirse en el futuro; así se han de interpretar y definir; y queda nulo y sin efecto desde ahora cuanto aconteciere atentar contra ellas, a sabiendas o por ignorancia, por quienquiera o en nombre de cualquiera autoridad”.
Profundamente dolido por la colaboración que mi Iglesia ha prestado plegándose al poder, como antaño los sumos sacerdotes, invito a Obispos, que reciben la autoridad que les confiere la sucesión apostólica, a sacerdotes y católicos a leer o releer, la carta apostólica, que se encuentra fácilmente en internet y que no es más extensa que este artículo.
La senda es evidente:
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Exhumar a Franco y trasladarle al cementerio de El Pardo. Olvidando el reconocimiento del que fue objeto.
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Cambiar el signo de la basílica, resignificándola. Olvidando la carta apostólica que la elevó a Basílica Menor.
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Sólo queda eliminar la Cruz más alta del mundo, signo del cristianismo, para convertir el lugar en un cementerio civil. Un lugar donde los muertos no tendrán a una Comunidad de Monjes ofreciendo misas por ellos.
José Luis Montero
Ingeniero Agrónomo
Autor

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Ingeniero Agrónomo.
A lo largo de su trayectoria profesional, Montero Casado de Amezúa ha desempeñado diferentes puestos de responsabilidad en el Ministerio de Agricultura, como jefe provincial del IRYDA en Cáceres (1981-1985), subdirector general de Coordinación Institucional (2002-2004), director general de SEIASA (2012-2014) o vocal asesor en la Dirección General de Desarrollo Rural (2014-2020), entre otros.
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