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Este libro exige al lector sus reflexiones, a tenor de la aptitud indagatoria de su autor, en los hechos que narra. Considera los deseos como ente superior, y origen de las acciones, así como la voluntad del español normal, con sentido común. Así abre interrogaciones de esta guisa: «María, cómo vamos a confiar en unos señores que, en vez de defender -nuestros deseos- los agreden frontalmente». Pues el primer ataque de este gobierno va contra los deseos españoles, contra el ser espiritual de sus ciudadanos que debería mimar. Gracias a ellos está donde está, pero no para hacer lo contrario a lo que promete, al engañarles y traicionarlos.
Esta democracia -prosigue- que permite que se ataquen nuestros deseos, plasmados en la Constitución, es una coña marinera.
Los defectos los encuentra en el origen. La Constitución introduce en su seno a sus enemigos. Al igual que los aqueos deseaban la destrucción de Troya. «Y pretenden la devastación y aniquilamiento de España, de su cultura y sus tradiciones». Ni que decir tiene que estos individuos son el caballo de Troya, destinados a destruir el país que deben representar.
Hay que darles la enhorabuena a quienes hicieron la Constitución, -dice ironizando- por admitir tamaño dislate, y a los enemigos de España, que están legitimados para destruirla. A España, démosle el pésame, concluye. Con la ironía para mejor definición de muchos hechos, consigue un mayor efecto comunicativo.
Le cuenta a María, la «defensa a la Monarquía Parlamentaria» que le hace Sánchez, como una mentira más del personaje, a las que nos tiene acostumbrados. «Y miente, al defender a la Monarquía, porque sabe que esa mentira le beneficia». Por el momento no se atreve a atacar y otorga con su silencio. Cuando propusieron un referéndum, monarquía/república, también dio la callada por respuesta. Está encantado con que Pablo Iglesias le haga el trabajo sucio. En cuanto pueda Pedro Sánchez se cargará la Constitución y la Monarquía Parlamentaria, «aunque con ello traiga la ruina a España». Sabemos lo que le importa todo eso al tahúr de la Moncloa.
Versa bastante el autor sobre economía, como pieza tan importante de la vida y subsistencia. A este respecto arguye lo siguiente: «Si los votantes terminaran dándose cuenta de que la izquierda es sinónimo de pobreza, no la votarían, y no podrían hacerse con el Tercer Poder, el Judicial, para ostentar el poder absolutista, ni tendrían tiempo de que la Ley Celaá consiguiera el necesario objetivo de sumir al pueblo en la incultura y privarlo de la capacidad de pensar en libertad. El hambre (Tercer Jinete del Apocalipsis) y la incultura son sus mejores aliados». La pobreza espiritual y cultural en la enseñanza llega hasta hoy con prohibir la filosofía, parte de la historia, etc., que fue creando víctimas desde la LOGSE, con los planes de enseñanza de la izquierda.
Critica el hecho de que entre a la política la gentuza que tenemos. Gente sin formación ni haber trabajado nunca, gente mala que pronto se verá rica, y no la echarán de la política ni con agua hirviendo. Pues sabido es que cuando un comunista llega al poder -eso sí, con todas las mentiras juntas- es para ya no soltarlo, e implantar el sistema comunista. Analiza el destino de ruina a la que llevan todos estos sistemas diabólicos demoliendo el país, y cómo después para dominarlo le dan las migajas, a sus siervos, poniendo como ejemplo teórico, la anécdota de la gallina desplumada de Stalin. Acabar con la libertad y propiedad privada que van unidas, y como estamos viendo, es su objetivo. «España está en quiebra, y en esa quiebra nos han metido los políticos».
Afirma que el atentado criminal del 11 M hundió a España en la ruina, al traer a Zapatero. De lo contrario hubiera seguido la buena política económica que estaba sacando al país del pozo en que se encontraba. De la autoría de este atentado, del que habla bastante, expresa: «Cui prodest scelus, is fecit. Aquel a quien aprovecha el crimen, es quien lo ha cometido» (Séneca) Las cosas que se ocultan al final son las más claras. Para eso las esconden con tanto empeño y tratan de borrarlas de la memoria colectiva.
La economía española la ve quebrada gracias al abuso de subvenciones, y al derroche del gasto abrumador que arrastra el gobierno en su mala administración. Propone: «Dejar de financiar a los partidos políticos, a los sindicatos, chiringuitos, y a la patronal… Y en cuanto puedas, suprimir de un plumazo, las 17 autonomías». Pero, ya sabrás -expresa- que para las izquierdas, todo aquel que se atreva a disentir, o pretenda dialogar, es un fascista.
Este libro muestra la realidad que nos envuelve; abre los ojos al lector sobre su entorno en el que está metido cociéndose como la rana en la olla de agua. Despierta al que duerme en la penumbra de su desgracia. Cuando se dé cuenta que va hervir con el agua, ya no podrá saltar. Los españoles no tienen conciencia completa de hasta dónde se han metido con los socio-comunistas, ni dónde va su barco en la singladura. Ya les llega el agua al cuello, y aún no creen que fenecerán en el naufragio.
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