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FELIPE GONZÁLEZ PERDIÓ LA BATALLA PERO SUÁREZ NO TARDARÍA EN CAER

“No tengo muchas esperanzas de ganar la Moción, pero el deber de la Oposición es denunciar ante el pueblo español lo mal que lo está haciendo el Gobierno del señor Suárez”

“La Moción de Censura es un acto político de primera magnitud, un imperativo moral que trata de demostrar la caótica situación del país”

“El primer Partido de la Oposición no puede ser cómplice del fracaso que ha quebrado las esperanzas del país y que de cara a enfrentar la fuerte crisis económica el Gobierno no piensa, ni sabe realizar una política distinta a la que viene realizando, lo cual equivale a que cada día la crisis será más profunda. El Presidente del Gobierno debe dimitir” 

En 1980, hace 43 años, el presidente Adolfo Suárez sufrió la primera moción de censura de la democracia española. Entre el 28 y el 30 de mayo de ese año se defendió en el hemiciclo la moción de censura que presentó el PSOE con Felipe González como candidato y que fue defendida en la tribuna por Alfonso Guerra.

Portada de El Socialista de mayo de 1980

A los socialistas les faltaron 24 votos para sacar adelante la propuesta. El resultado fue de 166 votos en contra,  los escaños de la UCD, frente a los 152 votos a favor de socialistas, comunistas, andalucistas y tres diputados del grupo mixto. Se abstuvieron 21 diputados y hubo 11 ausencias. Manuel Fraga (Alianza Popular) optó por la abstención ya que no veía posible ofrecer su confianza a un Gobierno que no gobernaba, ni tampoco quería dar paso a una alternativa social-comunista. Suárez salvó la moción pero dimitió diez meses después.

Felipe González, candidato a presidente

En mayo de 1980 el objetivo del partido socialista al presentar la primera moción de censura de la democracia era fundamentalmente presentar al PSOE como la gran esperanza de España, dando visibilidad a la imagen de Felipe González como presidenciable ante la ciudadanía. En este contexto, los socialistas tras la votación fallida habían perdido una batalla pero su líder había ganado una guerra.

Ante una Cámara presidida por Landelino Lavilla de la Unión de Centro Democrático, Felipe González defendió su candidatura afirmando que no tenían muchas esperanzas pero que lo importante no era ganar la moción. Esta  inesperada declaración  junto a la firmeza de los argumentos en contra del Gobierno y la calidad demostrada como orador hicieron crecer la figura del Secretario General como futuro candidato a la presidencia.

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Alfonso Guerra, portavoz en el parlamento, presentó antes la moción desde la tribuna en el Congreso de los Diputados como un deber moral de la oposición cuando considera que el Gobierno no ha defendido a los ciudadanos. Además estaba seguro que la moción sería también útil como instrumento de dinamización social que terminase con el desencanto y la apatía general.

La moción de censura es un acto político de primera magnitud que recoge el Artículo 113 de la Constitución española de 1978, que permite al Congreso retirar su confianza al presidente del Gobierno y forzar su dimisión.

Felipe González candidato en la primera moción de censura se enfrentó en 1987 a la segunda que presentó el 23 de marzo Antonio Hernández Mancha del partido de Alianza Popular, antecesor del actual Partido Popular y que no prosperó porque el PSOE gobernaba con mayoría absoluta.

La moción por imperativo moral

En Socialista, en aquel entonces con formato de revista quincenal, dedicó una gran parte del contenido de su número de 27 de mayo a la presentación de la moción de censura al Gobierno de Adolfo Suárez. En su  editorial bajo el título de ¿Por qué la Moción de Censura?, consideraba la moción como una exigencia nacida de “un imperativo moral que trata de demostrar que existen otras ofertas programáticas para afrontar la crisis dentro del juego democrático al mismo tiempo que puso al ejecutivo de UCD frente a sus incoherencias”.

Opina el editorialista en aquel momento, que el primer partido de la oposición no podía ser cómplice del fracaso “que ha quebrado las esperanzas del país” y que  de cara a enfrentar la fuerte crisis económica “el gobierno no piensa, ni sabe realizar una política distinta a la que viene realizando, lo cual equivale a que cada día la crisis será más profunda” afirmando que “las realidades del país son demasiado graves” y ante ellas  “el Gobierno no ha gobernado, no gobierna ni sabe gobernar”.

Tampoco existe, dicía, “una política para resolver esos problemas, especialmente para atajar el terrorismo en el País Vasco, la violencia de la extrema derecha y la delincuencia común” y el plan económico “que se quiere poner en marcha es una enorme fábrica de parados”, y el paro lo que  “está envenenado la convivencia social”.

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Finalizaba afirmando que “la moción de censura fue un imperativo moral” y que “el imperativo real del PSOE es ofrecer un programa con credibilidad” que ante la opinión pública “se van a clarificar muchas cosas” dejando en evidencia “los responsables del desencanto producido por la nueva democracia”.

La crónica parlamentaria en el artículo titulado 20-M: Tocado, consideró el debate que comenzó sobre las cuatro y media como “histórico por cuanto, por primera vez, la oposición ponía en tela de juicio la política global del gabinete Suárez” y que la presentación de la moción ha afianzado la “credibilidad democrática en nuestro país”.

La intervención del candidato, Felipe González, fue calificada como «precisa y contundente” moviéndose con agilidad entre los distintos temas, siendo el principal el de la crisis económica que el presidente Suárez achacaba a las continuas alzas del precio del petróleo que impedían reactivar el binomio inversiones-producción, lo que venía a incrementar el nivel de desempleo”.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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