06/10/2024 09:26
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En 1979, fui requerido por el Embajador de España en Portugal… para celebrar el centenario de la reconstrucción de la Torre de los Clérigos en la ciudad de Oporto. 
            También se había invitado al célebre escalador alpino Walter Bonatti… para que ambos… esos meses…de máxima actualidad en España…ascendiéramos a la mencionada torre.

            Bonatti no compareció… y creo que hizo bien… despreciando la peligrosa ocasión… pero yo no pude eludir aquél curioso y para mí muy temido compromiso… 
            El diario más antiguo de Portugal, el «Jornal de Noticias» fue el medio de información… que en colaboración con el ayuntamiento de la ciudad… y con la complicidad del diario «Pueblo» de Madrid…organizó la temida y singular jornada…
            La plaza estaba llena… los tranvías y autobuses de Oporto tenían la obligación de confluir en aquella gran plaza siendo el recorrido gratuito… lo que explicaba la inmensa cantidad de espectadores convocados… Y el lleno era total…

            La escalada de la Torre de los Clérigos abría las fiestas de la ciudad…coincidiendo también con otras celebraciones destinadas a presentar el «Día Internacional del Niño»
            El espectáculo era insólito… ni una manifestación política del máximo interés podía superar el éxito de la convocatoria…

            Cuando pude ver la torre que tenía que escalar sentí un miedo atroz… insuperable… y me negué…

            – Yo… -dije en el periódico y en la radio portuguesa-… 
            – Soy un alpinista y un escalador de montañas, pero no un acróbata sin red que busca la fama… a cualquier precio»…

            Me pusieron al habla con Laina, entonces Director de la Seguridad del Estado y por tanto mi jefe… quien me había rogado que colaborase con el Embajador de España en Lisboa

            – “No puedes defraudar a tanta gente…despreciando la ocasión de dejar bien a España… Eurovisión retrasmitirá tu escalada… el Ayuntamiento de Oporto ha hecho una placa de oro para entregarte… Este acontecimiento se enmarca dentro del Día Universal del Niño y hasta Pelé… el gran futbolista brasileño ha jugado un partido gratuito con el mismo fin”…

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            Yo pensé… influido por el miedo…que lo que a mí se me pedía era mucho más exigente y arriesgado…sin comparación con el fútbol de Pelé… 
            Solo ver la torre tan alta con el campanario a 70 metros del suelo, me producía espanto. Estuve mucho tiempo pensando en el absurdo compromiso que las circunstancias me deparaban encerrado en un salón contiguo, mientras oía el clamor de la muchedumbre que exigía que comenzase el espectáculo… 
            Alrededor de un centenar de reporteros y fotógrafos de medios informativos esperaban para entrevistarme… haciéndome fotografías… mientras yo no sabía dónde meterme… ni que cara poner… La policía acordonaba las proximidades de la torre y un dispositivo de bomberos con material muy moderno estaba allí. ¿Podrían hacer algo por mí…si fuera necesario? 
            Me acompañaban mis amigos Miguel Ángel Herrero y Manuel Sánchez Guijarro… ambos alpinistas…con la misión de apoyarme asegurando la escalada… pendientes de mis pasos… en cuanto yo requiriese su ayuda… 
            Mi decisión final de aceptar al fin escalar la torre… vino determinada por una reflexión que siempre ha sido una constante en mi existencia…

            «Confiar siempre en todo lo que sea difícil».

            Me dispuse entonces a luchar contra mi miedo… a mantener la cabeza tranquila… mientras todo a mí alrededor eran gritos y bullicio… a examinar con determinación cómo podría superar aquella situación para mi tan difícil y extraña… 

            Recuerdo… como salí ante la multitud… como los toreros en sus días grandes… o como los gladiadores antes del combate mortal… 
            Me coloqué con calma el casco de escalada… sin mirar al gentío que me contemplaba expectante…

            Comencé a trepar por la estatua de un santo… que estaba adosada a la torre… sin dejar de mirar las puntas de hierro de la verja…que eran como una amenaza…
            Pisaba la cabeza del santo -con el mayor respeto- al tiempo que escuchaba un atronador abucheo de la multitud… decepcionada por mi lentitud…

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            En esos momentos pude ver cómo mis compañeros me lanzaban una cuerda desde el campanario… cuerda que para mí resultó un total alivio a mis temores…            Enganché en ella un bloqueador… es decir un puño «Jumar»… y así fui subiendo con esforzada rapidez… lo que era una forma de hacer trampa… pero que convenció a la multitud… que ignoraba lo que era la verdadera escalada y que ahora aplaudía con entusiasmo…

            Salir del voladizo del campanario fue penoso… ya que la cuerda era dinámica y su estiramiento me producía una gran inseguridad…

            Muy entrada la tarde pude superar la última parte… ayudándome con el cable del pararrayos a sesenta metros del suelo… colocando en el cimborrio… es decir en la cúpula final de la torre… las banderas de Portugal y España… 

            Desde lo más alto de la Torre de los Clérigos sentí la satisfacción incomparable del que ha conseguido elevarse por encima de sí mismo…

            Descendí en un largo y espectacular «rapel» ante la aclamación popular de cientos de personas que me miraban como a un héroe… Algunas revistas, como «Lecturas», además de Eurovisión… dieron el reportaje de mi forzada escalada a la Torre. 
            Y guardo entre otros muchos valiosos trofeos… la placa de oro del Ayuntamiento de Oporto… muy fina comparándola con los intensos sudores y esfuerzos que me supuso conseguirla….

 

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REDACCIÓN