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Señores, confieso que hasta vergïuenza me da reproducir la carta que le escribió el ya Rey de España, Don Juan Carlos, el 22 de junio de 1977, al entonces poderoso Sha de Persia pidiéndole dinero como un pobre diablo pide limosna… y cómo lo pide, y para qué y para quién lo pide. ¡Dios, y este es el Rey ejemplar que durante casi 40 años gozó de todos los honores de un pueblo entregado porque le creía sano, noble y, ciertamente, demócrata!… ¡Dios, ahora sí que pueden tener razón aquellos que dicen que «el que siembra vientos recoge tempestades» o aquello de «las traiciones, tarde o temprano se pagan»!.
O sea, que se dirige a un Jefe de Estado árabe, que ya estaba al borde del desastre (caería en enero de 1979) , a quien llama mi hermano y le pide 10 millones de dólares para que su Presidente del Gobierno pueda formar un Partido serio y seguir en el Poder, amparándose en que el Partido Socialista ha sacado en las elecciones más votos de los deseados y es marxista y, por tanto, un peligro para la Monarquía de cara al futuro… Increíble, todo increíble.
Pero, como no encuentro justificación alguna para su grandiosa corruptela, ni adjetivos para calificar su acción… les dejo a ustedes, con la libertad de sacar sus propia conclusiones.
¡¡ Y la pregunta del millón: ¿qué pasó con los 10 millones de dólares y donde fueron a parar?!
Así que pasen y lean la carta maldita de un hombre que, por lo que ve, se está mereciendo lo que le está pasando. Claro que siendo Borbón no puede sorprender a nadie.
Mi querido hermano:
Para empezar quisiera decirte cuán inmensamente agradecido estoy por que hayas enviado a tu sobrino, el príncipe Shahram, a verme, facilitándome así una respuesta rápida a mi petición en un momento difícil para mi país.
Me gustaría a continuación informarte de la situación política en España y del desarrollo de la campaña de los partidos políticos, antes, durante y después de las elecciones.
Cuarenta años de un régimen totalmente personal han hecho muchas cosas que son buenas para el país pero al mismo tiempo dejaron a España con muy deficientes estructuras políticas, tanto como para suponer un enorme riesgo para el fortalecimiento de la monarquía. Después de los seis primeros meses de gobierno de Arias, que yo estuve igualmente obligado a heredar, en julio de 1976 designé a un hombre más joven, con menos compromisos, a quien yo conocía bien y que gozaba de mi plena confianza: Adolfo Suárez.
Desde aquel momento prometí solemnemente seguir el camino de la democracia, esforzándome siempre en ir un paso por delante de los acontecimientos a fin de prevenir una situación como la de Portugal que podría resultar aún más nefasta en este país mío.
La legalización de diversos partidos políticos les permitió participar libremente en la campaña electoral, elaborar su estrategia y emplear todos los medios de comunicación para su propaganda y la presentación de la imagen de sus líderes, al tiempo que se aseguraron un sólido soporte financiero. La derecha, asistida por la banca de España; el socialismo,por Willy Brandt, Venezuela y otros países socialistas europeos; los comunistas, por sus medios habituales.
Entretanto, el presidente Suárez, a quien yo confié firmemente la responsabilidad del gobierno, pudo participar en la campaña electoral sólo en los últimos ocho días, privado de las ventajas y oportunidades que expliqué ya anteriormente y de las que se pudieron beneficiar los otros partidos políticos.
A pesar de todo, solo, y con una organización apenas formada, financiado por préstamos a corto plazo de ciertos particulares, logró asegurar una victoria total y decisiva.
Al mismo tiempo, sin embargo, el partido socialista obtuvo un porcentaje de votos más alto de lo esperado, lo que supone una seria amenaza para la seguridad del país y para la estabilidad de la monarquía, ya que fuentes fidedignas me han informado que su partido es marxista. Cierta parte del electorado no es consciente de ello y los votan en la creencia de que con el socialismo España recibirá ayuda de algunos grandes países europeos, como Alemania, o en su defecto de países como Venezuela, para la reactivación de la economía española. Por esa razón es imperativo que Adolfo Suárez reestructure y consolide la coalición política centrista, creando un partido político que sirva de soporte a la monarquía y a la estabilidad de España.
Para lograrlo, el presidente Suárez claramente necesita más que nunca cualquier ayuda posible, ya sea de sus compañeros o de países amigos que buscan preservar la civilización occidental y las monarquías establecidas.
Por esta razón, mi querido hermano, me tomo la libertad de pedir tu apoyo en nombre del partido político del presidente Suárez, ahora en difícil coyuntura; las elecciones municipales se celebrarán dentro de seis meses y será ahí más que nada donde pondremos nuestro futuro en la balanza.
Por eso me tomo la libertad, con todos mis respetos, de someter a tu generosa consideración la posibilidad de conceder diez millones de dólares como tu contribución personal al fortalecimiento de la monarquía española.
En caso de que mi petición merezca tu aprobación, me tomo la libertad de recomendar la visita a Teherán de mi amigo personal Alexis Mardas, que tomará nota de tus instrucciones.
Con todo mi respeto y amistad.
Tu hermano,JUAN CARLOS
¿Y el señor Suárez qué arte y parte tuvo en el negociete?… 10 millones de dólares y aquí paz y después gloria. No me extraña que la UCD fuera el primer manantial de la corrupción. Eso sí, todo por la Democracia…¡¡y por la Monarquía!!. A ESTE PASO ESTE HOMBRE ACABA EN LA CÁRCEL y la Monarquía en el arroyo.
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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