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No se asusten. A mi no me asusta hablar de Franco. Sobre todo cuando hablo del personaje histórico que fue, el que fuera Jefe del Estado y del Gobierno de la España Nacional entre 1936 y 1939 y Jefe del Estado y del Gobierno de la España UNA, GRANDE Y LIBRE entre 1939 y 1975.
 Pues, digo que el gran error, el mayor de sus errores, fue creer y hacer creer que la Guerra había terminado el 1 de abril de 1939.
                    «En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército
                              rojo, las tropas nacionales han alcanzado
                             los últimos objetivos militares. La guerra
                                 ha terminado. 1 de abril de 1939.
                                 Firmado: Francisco Franco».
Porque alcanzar la victoria no fue ganar la guerra, ya que, como enseña Clausewitz, una guerra no se gana si el vencido no acepta su derrota y la firma…y es un hecho que los «rojos» nunca aceptaron su derrota ni se sentaron a una mesa para entregar las armas y firmar la paz (como si lo hicieron los alemanes, en un vagón de tren o los japoneses en un barco)… aunque la PAZ sólo sea, según el teórico alemán, una guerra sin armas.
                De ahí todo lo que pasó entre 1939 y 1975 y desde ese año hasta el día de hoy, pues está claro que los rojos siguieron luchando tanto en el exilio interior como en el exterior e incluso recuperando posiciones perdidas…y siguen sin rendirse y Franco y los suyos, y lo suyo, sigue siendo el enemigo a batir, porque para ellos aquella guerra (aquella sí con armas) no ha terminado ni terminará hasta que todo lo que huela a 18 de julio sea exterminado. No soportan nada que les pueda recordar su derrota de aquella guerra (o batalla, como ellos la llaman: «Aquello no fue una Guerra, sólo fue una batalla»).
                 Y ojo al dato. Porque de ahí, de ese pensamiento único, viene el que no hablen de la III República, ellos no quieren una República nueva, ellos quieren SU República, la de febrero del 36, la marxista-comunita, la de Largo Caballero, Negrín, Prieto, la Pasionaria, el Carrlllo de Paracuellos, la del «No pasarán», la de Teruel, Belchite, el Ebro…
                   Sí, Franco se equivocó el 1 de abril de 1939, porque dio por terminada una guerra que no había terminado, que sólo había sido una batalla, y lo malo de ese error fue que lo transmitió a los suyos, a los que se creyeron vencedores y se echaron a dormir… Así que no debe extrañar que 80 años más tarde los vencidos de ayer estén ganando la guerra, la de verdad, la del futuro…porque mientras los herederos, los franquistas, dormían y siguen dormidos, ellos, los vencidos del 39 se sientan ganadores y ya se permitan hasta el chuleo de la revancha     («que rie más y mejor el que ríe el último»). Tierra quemada.

                   A este respecto no me resisto a contar lo que un día me dijo el ya Don Santiago Carrillo, recién salido aquellos días de las catacumbas, hablando del desastroso final de los comunistas en 1939.
                     —  Sr.Merino, sí, Franco nos venció en 1939, pero le recuerdo lo que pasó con Napoleón en Marengo, ya lo sabe, a las 2 de la tarde estaba derrotado y de retirada y 4 horas más tarde había vencido a los austriacos y los perseguía victorioso.

                Pues, eso puede pasar aquí, añado yo, o mejor está pasando, en esta España y en esta PAZ democrática, porque la paz, según Clausewitz, sólo es una guerra sin armas… y dice más: «La paz sólo es una tregua, una guerra virtual, que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad»
              En la guerra se puede vencer a un ejército, en la PAZ se puede vencer a un pueblo. Pues, no se hable más. Es lo que aquí está pasando o ha pasado ya.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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