22/11/2024 18:01
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Rebuscando en la prensa madrileña de la época nos encontramos con la noticia de un suceso que, a buen seguro, quedaría relegado a un pequeño suelto perdido en medio de una columna, a no ser por la identidad de su principal protagonista: un perro. 

El perro “Ney”, auténtico precursor y antecedente de los actuales canes de las Unidades Caninas de la Policía Nacional y del resto de las Unidades Cinológicas, tanto de los Ejércitos como de la Guardia Civil y que, por méritos propios, debería ostentar el número uno en el escalafón de los perros policía.

Corría el 13 de julio de 1908. Suponemos, sin duda, que sería una jornada de calor agobiante en Madrid. En el Distrito de La Latina, un Guardia de Seguridad, vestido con el denostado uniforme de “rayadillo”, patrullando una de las calles de su Distrito policial, advierte la presencia de un conocido delincuente, «el Cangareal», saliendo de un inmueble lo que llama la atención del actuante y, como quiera que su actitud le despierta sospechas, procede a su detención y traslado a la Comisaría del Distrito de La Latina.

Una vez en las proximidades del Centro policial, el delincuente, aprovechando un descuido, golpea con fuerza al Guardia, arrojándolo al suelo, y una vez liberado de su captor se da a la fuga a la carrera. 

Apercibido el Capitán Araguas, jefe de la Compañía del Cuerpo de Seguridad, destinada en la citada Comisaría, sale al exterior a auxiliar a su subordinado. Lo acompaña su fiel perro “Ney”, quien, sin pensárselo, inicia la persecución del malhechor, logrando detenerlo y aunque el delincuente, en primera instancia, consigue zafarse, continuando con su carrera, el can no cesa en su persecución hasta que finalmente lo derriba y neutraliza, aguardando la llegada de varios Guardias que proceden a su detención y traslado a la Comisaría de Vigilancia, desde donde es puesto a disposición de la Autoridad Judicial.

Esta acción del perro Ney constituyó noticia en la prensa madrileña que no pasó inadvertida para la mayoría de los medios escritos de la Capital, destacándola en sus ediciones. Sin embargo, las hazañas de este can no concluyen ahí.

Tan solo tres días después, en la tarde del 16, en la calle de Don Pedro, situada también en el barrio de La Latina, se registra una pelea callejera entre dos individuos de resultas de la cual, uno de los contendientes logra arrojar al otro al suelo, circunstancia que aprovecha para comenzar a propinarle fuertes patadas. Ante el temor de que la disputa tuviese graves consecuencias, es avisada la fuerza pública, concurriendo al lugar de los hechos varios Guardias de Seguridad, para con su concurso dar la reyerta por concluida y proceder a la detención de los contendientes. 

Percatado el agresor de la presencia policial y ante el temor a terminar con sus huesos en la Prevención de Seguridad, inicia la huida siendo perseguido por los Guardias a quienes acompaña el perro “Ney” que finalmente, en su veloz carrera, logra, una vez más, neutralizar al huido para, sin causarle daños físicos, facilitar su detención.

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Si la primera hazaña del perro ya había merecido una especial atención en los medios informativos madrileños, ahora son ríos de tinta los que corren elogiando la acción de este inteligente can, hasta el punto de que el Centro de Reporteros Judiciales acuerda conceder a “Ney” una medalla distintiva y un homenaje popular.

El acto se celebra en la tarde del 30 de julio en el Centro de Reporteros Judiciales y de él se hace eco, tanto de forma escrita como gráfica, la prensa de la Capital quien lo describe de la siguiente forma:

«Ayer tarde (30 de julio) se celebró en el Centro de Reporteros judiciales con toda solemnidad la imposición del collar que como premio a sus servicios le regala dicho Centro al perro. El collar es de metal blanco, forrado de piel, y pende de él una medalla con la siguiente inscripción en una de las caras: «Al Gorón de nuestros canes, el Centro de Reporteros», y debajo lleva grabado un gallo, símbolo de la vigilancia. En la otra cara se lee en letras grandes: «Ney».

El collar, le fue colocado por el presidente del Centro, Sr. Rosón, mientras el reportero Sr. Torres del Alamo le leyó un graciosísimo soneto.

Después «Ney» fue obsequiado con un trozo de carne, bizcocho, azúcar y agua, todo lo cual se comió en menos que se lee.

Como es natural, el perro agradeció tanto agasajo y prometió no olvidar la atención que se le ha dispensado».

El acto contó con la presencia del Coronel Elías, Jefe del Cuerpo de Seguridad; los Capitanes Echenique y Araguas, dueño del perro; el Teniente Navarro de la Comisaria de La Latina y muchos periodistas y otros invitados.

Por su parte, el Coronel Elias, manifestó, en la alocución que ofreció a los asistentes al homenaje a “Ney”, su propósito de instruir algunos perros con el fin de convertirlos en auxiliares de la función policial -una práctica ya observada en otros países-, destinando al menos uno de ellos a cada una de las Unidades del Cuerpo de Seguridad, destacadas en las distintas Comisarías de Distrito de la Capital de España, 

Fuere por el motivo que fuere, muy probablemente el económico unido a la necesidad de buscar adiestradores y otros impedimentos de carácter administrativo, la iniciativa no prosperó, teniendo que esperar treinta y siete años hasta lograr que en el seno de la entonces Policía Armada y de Tráfico se constituyese la primera Unidad Canina.

Es el 1º de enero de 1945 cuando se crea la Sección de Guías Caninos con sede en Madrid dentro del Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico, bajo el mando del Capitán Baraona, dotándola, inicialmente, con ocho perros de raza Pastor Alemán, procedentes del Ejército germano, tras su evacuación del teatro de operaciones francés en su repliegue durante la II Guerra Mundial, con la finalidad de contribuir a la lucha contra la delincuencia. 

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Pero volvamos a las andanzas policiales de “Ney”, ya que no concluyen con lo narrado, toda vez que, en la noche del 30 de enero de 1909, en la plaza de la Cebada, escribe nuevamente, con letras de oro, otra de sus hazañas.

Al observar el perro la presencia en dicha plaza de un individuo que debió resultarle sospechoso, el can se le aproxima y, al percatarse el personaje en cuestión de esta circunstancia, inicia una veloz carrera, siendo perseguido por “Ney” hasta que logra darle alcance. En ese instante, el delincuente extrae una navaja con la que trata de agredir al perro, circunstancia que abortan dos Guardias intervinientes que logran detener al malhechor y trasladarlo a la Comisaría donde, tras ser identificado, resulta ser el conocido «Cangareal» a quien “Ney” ya había detenido el año anterior. 

Todavía la prensa refiere otro hecho del que “Ney” fue protagonista, aunque por otras circunstancias bien distintas. Un día de marzo de 1909, “Ney” desapareció sin dejar rastro, ni dar señales de vida. Este hecho provocó la alarma no solo de su dueño, el Capitán Araguas, sino también de muchos madrileños ya que la prensa se hizo eco de su misteriosa desaparición.

Muchos se temieron lo peor, incluso la venganza de algún delincuente que podía verse en peligro si se cruzaba con “Ney”. Sin embargo, de la misma forma que había desaparecido, pasados unos días, regresó finalmente con su dueño. Por lo que más tarde se pudo saber, el motivo de la desaparición del can se debió a una cita amorosa con una perrita a quien “Ney” cortejaba y que lo tenía encandilado. Es de suponer que el perro se limitó a coger, por su cuenta, eso sí, unos días de “asuntos personales”, convencido de que no todo iba a ser trabajo. 

Tras causar, por su marcha, gran desazón, especialmente entre los integrantes de la Policía Gubernativa madrileña, al final todo quedó en un temporal «abandono de servicio», sin otras consecuencias de mayor gravedad.  

El epílogo de esta historia tiene también tintes emotivos, toda vez que “Ney”, fue nombrado Guardia honorario de la Comisaría de La Latina, siendo, sin duda, el primer can que recibió este título.

Aquí perdemos la pista, al menos hasta ahora, del bueno de “Ney”. Es una lástima que sus hazañas no sean conocidas y divulgadas como se merece, pues forman para de la historia de la gloriosa Policía Española.

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