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Ser rigurosos con los cuidados de la parra virgen nos permitirá disfrutar de una planta excepcional. Sus ramas desnudas dan paso, desde final de la estación del frío, a grandes hojas de un color verde intenso. Una tonalidad que cambia por completo a finales de verano, adoptando todas las tonalidades del otoño y con un color como protagonista: el rojo.
CUIDADOS DE LA PARRA VIRGEN
A diferencia de otras trepadoras como la hiedra, su adhesión a cualquier muro no causará daños en él. Las pequeñas lianas sobre las que sustenta su crecimiento difieren de las de la hiedra en que no se pegan a las superficies. Pero hay otra diferencia importante con respecto a otras trepadoras. A pesar de que si cumplimos con los cuidados de la parra virgen puede alcanzar los 15 metros, sus tallos leñosos son manejables y sencillos de podar.
A diferencia de otras plantas, cuando hablamos del cultivo de la para virgen no tenemos que preocuparnos de la temperatura. Soporta hasta 15 grados bajo cero pero, también, el calor del verano.
La ubicación de plantado, una muestra de la versatilidad de esta trepadora
La parra virgen es una planta increíblemente resistente. Si bien lo ideal es que esté en sombra o semi sombra, también puede cultivarse a pleno sol en climas templados. Si vivimos en un sitio en el que el verano es especialmente cálido, lo más recomendable es que le busquemos un lugar protegido del exceso de sol.
Es importante que tenga un soporte por el que trepar. En un estadio inicial, podemos guiarla mediante espalderas. Sin embargo, esta técnica solo sirve para las plantas jóvenes y siempre tendremos que contar con plantarla con un respaldo. Llámese muro, enrejado, celosía, pérgola o arco de jardín.
El suelo, profundo y rico en nutrientes
Este aspecto influye mucho en su desarrollo. Esta planta demanda estar plantada en un lugar en el que pueda tender sus raíces hacia abajo. Podemos cultivarla en maceta, pero su crecimiento no será tan espectacular como si lo hacemos directamente en el suelo.
La parra virgen es amante de los suelos ricos en materia orgánica. Por lo que, tanto en el momento de plantado como después, no está de más añadir mantillo y humus al suelo.
El abono, dos dosis al año
Por sus necesidades, la parra virgen demanda una renovación constante de los nutrientes del suelo.
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