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«Rico pan de esta carne morena, moldeada/ en un aire caricia de suspiro y aroma…/ Sirena encantadora y amante fascinada/ los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma…/ Vuestros nombres, de menta y de ilusiones sabemos:/ Carmen, Lola, Rosario… Evocación del goce,/ Adela… Las mujeres que todos conocemos,/ que todos conocemos ¡y nadie las conoce!/ Naranjos, limoneros, jardines, olivares,/ lujuria de la tierra, divina y sensual,/ que vigila la augusta presencia del ciprés./ En este fondo, esencia de flores y cantares,/ os fijó para siempre el pincel inmortal/ de nuestro inenarrable Leonardo cordobés.» (Soneto titulado: Las mujeres de Romero de Torres.) Autor: Manuel Machado.
Este acertado soneto es casi una radiografía de parte de su alma. Nació en la Ciudad Califal el 9 de noviembre de 1874, hablo de Julio Romero de Torres.
Y es que los cimientos de su obra y la viga maestra fueron las mujeres. Ya la sociedad se encargó de denominarlas: las chiquitas buenas y las malas, (creo que sobran las explicaciones).
Tal era su «adoración» hacia la mujer que representa a San Juan Bautista mediante la figura de una fémina con barba.
* » Julio Romero era un gran «cansao» hace unos meses que me lo decía en su estudio de la calle de Pelayo, junto a los braseros enormes, cerca de la vitrina donde él guardaba estoques y capotes de Lagartijo, sentados los dos con una chavala morena, que envolvía su cuerpo en un abrigo del pintor.
– Estoy cansado. Me cansa Madrid y me cansa Córdoba.
– ¿Adónde se va usted, entonces?
– A París, me cansa esto, además (…)». (Extracto de la entrevista que en 1930 le realizó César González Ruano.).
* «Romero de Torres sabe que la verdad esencial no es la baja verdad que descubren los ojos, sino aquella otra que sólo descubre el espíritu unida a un oculto ritmo de emoción y armonía, que es el goce estético. (Ramón María del Valle-Inclán.
* Una noche fuimos a ese café (Candelas), del que era asiduo Romero de Torres, el pintor cordobés, el creador de la Musa Gitana, que había impuesto con sus cuadros el tipo de la mujer morena, pasional y fatal. Fue para mí una gran emoción, oírle sus «buenas noches» con un acento andaluz y estrechar su mano, ancha y ruda, de torero. (Extractado de: La novela de un literato, página 176. Autor: Rafael Cansisnos-Asséns.).
Personalmente creo que todavía hay personas que no tienen constancia de la dimensión y proyección de nuestro pintor.
En mi descargo diré, que el escritor Francisco Muñoz Reyes y yo realizamos una ruta cultural titulada: Los Grandes de Córdoba y como no podía ser de otra manera en ella incluimos a nuestro artista.
Su funeral fue multitudinario. El fatal momento le llegó el 10 de mayo de 1930 y el entierro fue el 12 a las 10 de la mañana en la Mezquita-Catedral. Toda Córdoba quiso asistir a despedirlo, el difunto fue velado en el salón del Museo Provincial, lo que antes había sido la capilla del hospital de la Caridad. Antes de llegar a su destino definitivo, el cementerio de San Rafael, fue conducido a La Plaza de Capuchinos donde se pudo escuchar «Reveire» de Shumann.
Los taxistas lucieron crespones negros en señal de luto. Con su ropa de trabajo asistieron los afiliados de UGT para acompañar a un célebre trabajador. Cerraron todos los comercios. Los gastos del sepelio corrieron a cargo del Ayuntamiento. Entre otras personalidades destacadas asistió José Estrada y Estrada, ministro de Gracia y Justicia que fue en representación del rey Alfonso XIII.
Los escritores Francisco Muñoz y Pilar Redondo ante el busto de Rafael Romero Barros, en el patio de recibo del museo Julio Romero de Torres.
Con motivo del 148 aniversario del nacimiento del pintor cordobés hemos disfrutado de una visita a su museo y de una cata de vino.
Gran parte de su producción pictórica son desnudos, púdicos, limpios.
La planta baja está relacionada con su entorno más familiar.
Dentro de la temática religiosa el cuadro más sobresaliente de Julio es: «Muerte de Santa Inés» doña Rosario, madre del genio era muy devota de esta santa, que es patrona de los adolescentes.
El único cuadro que tiene sobre mitología es: Diana, que hace alusión a la diosa.
Al quedarme sola en una sala del museo cerré los ojos y pensé ¡cómo me hubiera gustado conocer a Julio!
Hice un juego de introspección y me vi reflejada en la profunda, penetrante y triste mirada de María Teresa López González (La chiquita piconera).
Me retó con su mirada directa Asunción Boue, mientras yo me recreaba en sus naranjas y sus limones.
Me imaginé formando parte de: La consagración de la copla, al lado de Adela Carbone. Hablábamos de la escritura, ya que ella obtuvo algún reconocimiento por las novelas que escribió.
Fantaseé que brindaba con Dolores Castro Ruíz, conocida como Dora, lo hacíamos con anís La Cordobesa entre lamentos de guitarra.
Me alié con «Musidora», Jeanne Roques, la guitarra marcará los acordes de su vida.
Quise ser una de esas anónimas inmortales, que todos creían conocer pero nadie conocía, excepto el pintor que sí sabía la medida de sus latidos porque había tallado a mano sus sístoles y diástoles.
Injustamente se apresuraban a hablar sin conocimiento de causa, siempre en detrimento de ellas. Por eso él tuvo que salir en defensa de sus musas.
Pensaba que en lo más profundo de cada uno de nosotros siempre existe algo puro, independientemente de a qué te dediques o que hayas podido hacer. Con este motivo en muchos de sus cuadros, en un lugar casi imperceptible colocaba varias azucenas blancas ya que él simbolizaba la pureza con esa flor.
También para imponerse ante quienes hablaban por hablar, en muchos de sus cuadros comparte escena lo sagrado y lo profano, la beata y la alcahueta.
Su vida fue un viaje de creación, transgresor, temperamental, creó su propio canon de belleza, rompió los moldes de la estética. Fue un hombre del Renacimiento, artista integral, eternamente rebelde.
Su obra pictórica forma parte de nuestra arquitectura emocional. La mixtura de lenguajes es un recurso muy enriquecedor. De cada cuadro brota vida.
En los ojos de sus modelos podemos ver la urgencia del grito por vivir. Ellas fueron flores abiertas con heridas supurantes, que no acababan de cicatrizar…
La segunda parte del homenaje fue la cata de vino que dirigió Isabel Calvache y que degustamos al anochecer en el patio de la casa de Julio, a escasos metros del estudio donde inmortalizó a sus modelos.
Hicimos paralelismos entre los caldos y las composiciones pictóricas.
– Vino de tinaja: es un paseo por el paladar, ambarino, joven, brillante, uno de los vinos más complejos. Podemos asociarlo a: «La nieta de la Trini». «Retablo del amor».
– Oloroso: Se caracteriza por su gran intensidad aromática, que te abre las entrañas. lo podemos unir a: «El pecado», «La gracia», «Cante hondo» (en esta composición se aglutinan muchos de los elementos de la vida: el amor, los celos, la muerte…).
– Amontillado: vino con personalidad y carácter. Edgar Allan Poe, escritor relevante lo perpetuó en su relato: El barril de amontillado.
Lo podemos enlazar con: «Poema a Córdoba», «La siesta», «pereza andaluza», «Las dos sendas».
«El objetivo del arte no es representar la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior». (Aristóteles).
Autor
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Escribe en varios periódicos, entre ellos: "ÑTV", "El Cierre Digital", y revistas, algunas: "La Casa", "Sueños de papel", "Azahar".
Desde hace 23 años es miembro de la Asociación Literaria Hasday, aunque colabora con cuantos colectivos culturales se lo solicitan. Fundadora del primer club de lectura de la Biblioteca Provincial de Córdoba.
Junto a Francisco Muñoz coordina las rutas culturales: "Los Grandes de Córdoba" y "La Batalla de Munda".
Ha trabajado en dos programas de Canal Sur Televisión: "El público lee" y "Pido la palabra". Organiza actos culturales en colegios, instituciones, etc.
Es autora de dos libros de relatos: "Relatos atormentados" y "Relatos de humor", (incluidos en la Colección Guadalquivir).
Tres poemarios: "Mortalmente eterna", "Quejíos del alma", "La piel del alma".
Doce cuentos infantiles, pertenecientes a la Colección Albolafia y cuyo emblema es la rana Clotilde.
Junto a otras nueve escritoras es productora de un disco de poemas musicalizados, titulado: "Poetizando, mujeres con voz y verso". Es en apoyo a las víctimas de la violencia de género y cualquier tipo de violencia en general.
Ha publicado dos libros de artículos periodísticos: "El pacto de las libélulas" y "Los labios de las amapolas".
Junto a don Julio Merino ha escrito las siguientes novelas: "Vitoria Colonna, el gran amor del Gran Capitán". "Las marionetas de Cuspis". "La princesa del jazmín", "la boda cautiva", "Leila de Granada", (Pertenecientes a la trilogía de La Reconquista).
"Cuando los dioses se hacen humanos", "Penélope la Reina tejedora". "Betsabé y el Rey David", "Pelayo el Astur", (forman parte de la serie de los dioses).
Es fundadora de dos clubs de lectura en la Biblioteca Provincial de Córdoba. En uno llevan una andadura de casi dos décadas, y en el segundo, es de reciente creación, de este 2023.