08/06/2025 07:31

La Wikipedia miente cuando dice que murió del Covid 19 el 22 de abril del 2020. Aquella matanza que no borra el tiempo fue una masacre convenida y fueron muchos los asesinados por sedación protocolaria o que estando libre del supuesto virus los condenaron aprovechando la macabra confusión. Lo cierto es que aquella satánica plandemia sirvió para deshacerse de una generación de hierro donde Enrique Castellón Vargas ocupaba con méritos excepcionales el espacio de la reconstrucción de España, el arte del flamenco como cultura popular y el virtuosismo como cantante con impronta propia y a la altura de los mejores de España.

El Príncipe Gitano, cuyo verdadero nombre era Enrique Castellón Vargas, fue una leyenda viviente del flamenco y la música española. Nació en Ruzafa, Valencia, el 7 de abril de 1928, en el seno de una familia gitana con un gran legado musical. Era hermano de la talentosa Dolores Vargas «La Terremoto», y tuvo entre sus hermanos al virtuoso guitarrista Juan José Castellón Vargas, y fue primo de la célebre guitarra flamenca Sabicas.

Desde niño, El Príncipe Gitano estuvo rodeado de arte, creciendo en el barrio de La Bordeta, donde la cultura gitana floreció en cada rincón. Comenzó su carrera artística en Madrid, debutando en el Teatro Calderón junto a la icónica Lola Flores, y rápidamente se convirtió en un fenómeno en los años 50.

Con una extraordinaria versatilidad, su música abarcó desde el flamenco puro hasta ritmos como la zambra y la rumba, brindándole un lugar destacado en el corazón de quienes amaban la música. Su popularidad sirvió de trampolín para otros artistas como Rocío Jurado y Manolo Escobar. Se le considera padrino de sus exitosas carreras. De hecho, muchos de los éxitos de Escobar como «El porompompero» y «Tengo miedo» fueron versiones que dejaron una huella imborrable en la historia musical.

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Se da la vergonzosa circunstancia del plagio que los Gipsi Kings cometieron con el éxito mundial Obí-Obá, que tantas ganancias procuraron a los malhechores con una copia práctica del éxito de Enrique. Muchos de esos royaltis desmerecidos enriquecieron a la caterva musical de origen francés. Aunque Enrique litigó frente a los malhechores, el mal consejo legal no le dio la razón ante los tribunales.

Su excepcional generosidad y nobleza protegió y alentó artísticamente durante décadas a su muy numerosa familia cuando llegó al culmen de su carrera, llevando consigo la voluntad de lanzar a las grandes figuras que debutaron junto a él en la compañía que arrasaba con éxito en toda España, siendo máximo exponente del cante español.

Su carisma y estilo único lo llevaron a ser un referente, con temas entrañables como «¡Ay, mi Dolores!» y «Cariño de Legionario», que resuenan en la memoria colectiva. Como actor, brilló en películas como «Brindis al cielo», dejando su marca como El Príncipe Gitano, un personaje que encarnaba su esencia.

Inexplicablemente, siendo Madrid el espacio imborrable de su huella personal y profesional, y a diferencia de su hermana Dolores, Enrique Castellón Vargas que paseó con éxito mundial el orgullo de España, carece de placa o reconocimiento por su dilatada carrera en las calles de la capital.

A pesar de su éxito, su amor por el toreo fue una parte importante de su vida, aunque nunca le alcanzó con la misma fama. Lamentablemente, su vida se apagó el 22 de abril de 2020 durante el infierno plandémico orquestado a nivel mundial, especialmente en la España secuestrada por Pedro Sánchez,  pero su legado perdura en cada acorde que celebra su deslumbrante Historia.

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Descansa en Paz, El Príncipe Gitano.

 

 

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