12/03/2025 22:29

Los instalados hablan de democracia, de su democracia. Una democracia impostada, hecha a la medida de los delincuentes y de los traidores, ya que, donde hay engaños y fingimientos, donde hay mentideros institucionales, donde surgen, corren y vuelan cada día cien escándalos y mil maquinaciones y garlitos, no puede haber democracia. En este patrón democrático, en su atmósfera mefítica, no puede vivir la verdad, ni respirar la excelencia, la justicia o la dignidad. En él, las personas esclarecidas no pueden fundar sus esperanzas ni desempeñarse de ordinario; al contrario que les ocurre a los malhechores, que se asientan y medran a su gusto, fabricándose grandes patrimonios, como ocurre en la actualidad.

En este ambiente de sentina, pues, el Minotauro embustero dirige su laberinto parlamentario, rodeado de seres anómalos y desviados. Y lo que resulta más nauseabundo es que las para él aberraciones vivificantes, también les parecen majezas y beldades revitalizadoras a sus seguidores y a sus compinches, esa copiosa cohorte de arpías y de sátiros que deciden las honras y las famas mientras se enriquecen a la sombra del doctor Lego. Así, rodeado de hombres y mujeres de alma momia, de bachilleres y bachilleras que presumen de entendidos y entendidas y son ignorantes de toda necedad, este sucesor de Narciso, sucio hasta las trenzas, con la tranquilidad añadida de que sus abominaciones vienen siendo refrendadas por la Corona y bendecidas por unos Ejércitos liebrescos, se siente con fuerzas suficientes, y aun sobradas, para hacer de toda dicha y toda gracia, cien mil desdichas y desgracias.

Lo cierto es que en España se ha cerrado la noche años ha y gran parte de sus pobladores han decidido cerrar también los ojos, pasando a ciegas su vida y las de los suyos. Han dispuesto vivir ajenos al mal que los humilla, ignorantes de su riesgo, aceptando el abuso y tratando a su vez de dormir a pierna suelta. Sin determinarse a comprender que este no es tiempo de cegatos, sino de abrir bien los ojos al peligro que los amenaza.

Porque este presente de «putos amos» y de aprovechados, y de mansos y lacayos, tiene antecedentes tan oscuros como deshonrosos, pero puede resumirse en que, desarbolado el fructífero período histórico conocido como franquismo, una casta de políticos codiciosos e hispanófobos (o apátridas), con la añagaza de la Constitución, decidieron confundir, humillar y depredar al pueblo español. Y se valieron para ello de los bailes y mudanzas de intereses personales y partidistas, añadiendo el entremés de la Democracia y la farsa de la malhadada Transición.

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Poco a poco fueron cebando a las engañadas gallinas y a los cerdos triperos para cebarse en ellos después, sacándoles para ello los ojos y los sesos, pues así lo practican los hechiceros del Sistema. Se excluyó a los españoles del orden social y cívico en el que se hallaba su patria (octava potencia mundial, bien administrada, en paz y en permanente progreso), para meterlos en el dorado palacio de la modernidad, una fantasía forjada por la mezcla artificial de bienestar material y de hedonismo, con la promesa de que desde las alturas de dichas cumbres podrían no sólo igualarse a los ciudadanos uropeos, y aun a los del mundo occidental al completo, sino señorear la corte universal.

Acometiendo aquella nueva etapa promisoria, «la España sórdida, salida de las tinieblas franquistas», de la mano de sus redentores, arbitraría el mundo entero y cuanto en él acaece. España, a la que no reconocería «ni la madre que la parió», sería capaz de impresionar a los mortales ponderando los hechos y los dichos de ciudadanos y reinos, de monarquías y repúblicas, y lo que es más meritorio, de conocer e interpretar no sólo lo de hoy y lo de ayer, sino de prevenir también lo de mañana, entendiendo de todo y por todo.

España, según aquellos nadillas advenedizos, autoproclamados salvadores de lo que estaba bien a salvo e iba viento en popa, sería un indiscutible emporio, un jardín del edén, una atalaya de lo venidero, que eso de lo pasado y lo presente cualquiera lo sabe. Así que, entre crédulos, indiferentes, desleales y aprovechados, pronto comenzaron a tambalearse las torres reconstruidas y los alcázares resistentes del franquismo, creciendo en compensación las ratoneras y las rufianerías, de modo que, al cabo de cincuenta años, todo lo noble se transformó en villano, las casas del saber en lenocinios.

Minada, pues, tienen la salud con pólvora sorda los espíritus libres, las gentes de bien que aún quedan en la patria. Luego, no es de extrañar que si hace unas semanas se nos fue Julio Merino, haya sido ahora Gil de la Pisa el que nos ha dejado para acompañarle. Porque aun siendo obvio que unos en pos de otros vamos todos desapareciendo, a nosotros nos duele más la despedida del sabio, del soldado valiente o del cortesano discreto, que la del ciudadano borrego, la del canalla o la del esclavo e ignorante voluntarios. Pues, por desgracia, son sólo los primeros los que tan presto se disipan en esta emboscada traidora que han tramado los malhechores contra la felicidad más segura, contra el progreso más noble, contra la dignidad más acendrada.

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¿Qué podemos hacer con los encumbrados pasajeros que de ÑTV España van saliendo, además de agradecer sus escritos, sino recordarlos en su más florido mayo y animarlos a gozar de los cielos? Seguro que, como ocurrió ayer con Julio Merino, tampoco Gil de la Pisa habrá llegado encogido al palacio de la muerte. Gil de la Pisa sabía que la muerte es el regreso al hogar definitivo después de un largo viaje, y en ese hogar se mostrará tan activo y desenvuelto como lo fue en vida, pues mucho nos vale tener un punto, y aun dos, de entrometidos en la lucha contra el mal allí donde nos encontremos.

Dijo Schopenhauer que «el conocimiento de la muerte, la consideración del sufrimiento y de la miseria de la vida, son los que dan impulso más fuerte al pensamiento filosófico y a las interpretaciones metafísicas del mundo». No olvidemos dicho impulso y pongámoslo al servicio del bien contra la maldad, que no otra cosa hizo durante su acontecer existencial Gil de la Pisa, nuestro admirado colega recientemente fallecido, a quien hoy ofrecemos un recuerdo permanente.

https://www.infocatolica.com/blog/caballeropilar.php/2304220133-gil-de-la-pisa-un-legado-de-v

Gil de la Pisa, un legado de vida virtuosa y sabia para las futuras generaciones. Por Javier Navascués

Gil de la Pisa Antolín. In memoriam

Casi un siglo. Por Gil De la Pisa Antolín

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Simplicio

El próximo viernes 14 de marzo a las 20 h. se oficiará la santa misa en sufragio por el alma de Gil de la Pisa Antolín en el Santuario del Inmaculado Corazón de María de Madrid, calle Ferraz, esquina Marqués de Urquijo.

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