20/01/2025 18:05

Acorralado y no por ello se dará por vencido, ni mucho menos,  en tanto tenga margen de maniobra para manipular torticeramente a sus anchas. Estos ruinosos parásitos son capaces de todo para no soltar la presa en que han convertido esta ingenua pero ya menos desavisada España. Ocupar Telefónica es un paso más de la estrategia de tenaza que inició desde el 2018 para emponzoñarlo todo a su favor. Una maquinación no menos sucia que lo que le caracteriza personal y políticamente. Sánchez pretende obstaculizar la acción de los jueces por si el borrado de los móviles no fuera suficiente ante el riesgo de recuperar información. Se toma al asalto Telefónica y se controla lo que no llegará a la mesa de los juzgados. De paso se asegura el control para futuras prácticas mafiosas con elecciones en ciernes y como máximo inversor de publicidad, ahogar a los medios de comunicación no afines al pesebre de Sánchez. El psicopático engendro siempre juega con ases en la manga en tanto disponga de poder para cambiar las reglas y las leyes a su antojo. Pero cada día se convierte en un penoso exhibicionismo de planes grotescos, como rastreros, cuando ya se divisa un horizonte penal para los encausados que comandó desde La Moncloa, como el «puto amo» número 1, de la gigantesca sucursal de corrupción originada desde la adulterada presidencia.

En política la taimada destreza del engaño populista siempre da aparentes resultados corto y medioplacistas que suelen desembocar con el tiempo en la derrota de quien la práctica. El ejemplo de esta efímera gloria de la demagogia está en Podemos que hoy acusa el desgaste de las ambiciones dispersas, con un electorado desengañado y conocedor de las reales intenciones de cuantos arengaron vehementemente sobre la ilusión del cambio social que, en particular y al margen del código ético del que se presumía, ha revertido beneficios económicos a todos sus dirigentes. Tarde o temprano si las intenciones son confusas y solapadas se recogen las consecuencias de tan poca inteligente siembra; por mucha financiación que haya existido para desestabilizar un sistema democrático, que la hubo, las urnas deciden expulsar a cuantos no han sido honrados en el desempeño de la confianza prestada… ¿Las urnas? Flaco favor haremos a la democracia si pensamos que con el tándem Indra-Telefónica, tras la expulsión de Pallete, el mafioso ladrón, criminal y pútrido corrupto Pedro Sánchez está dispuesto a jugar limpio en próximas convocatorias electorales. Nunca lo hizo.

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Si andamos con estas cuitas de apropiación, ahora de Telefónica, es porque la única operación que debería permitirse España, en vez de las torticeras de este desgobierno de delincuentes, es una macro policial de carácter extraordinario con la detención del cabecilla de la banda, y ya se vería qué hacer con él ante los tribunales; cercenar esta deriva ridícula e indigna de un país que a sabiendas de estar dirigido por un personaje delictivo, sigue dejándose hacer en un intento de dominar sin ninguna pulcritud las principales instituciones, organismos y empresas que procuren perpetuar esta farsa carroñera del sanchismo desde el 2018.

Antes sabíamos de las particularidades problemáticas de una formación política como el PSOE enfrentada contra sí misma por su carencia al descubierto de honestidad interna. Ahora todos se han contagiado de corruptelas y están a la expectativa de lo que haga el jefe en una huida hacia adelante que le enreda aún más en las futuras consecuencias de su malicia criminal. Es así previsible que pese al intento de rearme a la desesperada de la izquierda, la desmotivación se haga patente ¿ cuando los desengañados ex votantes quieran dar una lección a los atribulados líderes hoy a la gresca, tan preocupados por mantener el estatus socio económico particular devenido de la farsa bolivariana en España? ¿Quizá la misma suerte que le espera al PSOE sanchista es la que probó la chusma podemita aún, inexplicablemente, con leales adeptos a los que engañar? No creamos en la honra del votante que un día votó, y al otro también, al ídolo criminal sanchista.  No debemos olvidar la catadura moral de los incondicionales que seguirían votando al sánchez que los alimenta con la sopa boba que resulta de esquilmar los recursos del Estado en una permanente compra de votos. Y si pierden terreno se gana con hostilidad. Todo está por ver con estos que no tienen límites morales ni dignidad. Se mueven por instintos de codicia como depredadores insaciables capaces de todo por seguir parasitando de la buena vida de la que provee el latrocinio en gran escala.

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 La credibilidad del PSOE es hoy internacionalmente inexistente. A pesar de replantearse sus estrategias desde que cayese el feudo andaluz de Susana Díaz, la credibilidad estaba perdida por mucho tiempo gracias a la bastardía gubernamental de quien pretendía liderar, en su momento, la resistencia europea para instaurar la democracia bolivariana en Venezuela. Al día de hoy su presidencia en Europa y su defensa de Maduro han sido estrepitosos fracasos. Con esa improvisación interesada que caracterizaba su ilegítimo mandato con apoyo de los enemigos de España, ¿a quién iba a engañar? Maduro es a Sánchez como Sánchez a Maduro, pero lejos de la simulación chavista hasta colar la constituyente, el monclovita ha quedado como un delincuente común que accedió al poder para delinquir al más alto nivel político. El concepto democrático de entrambos comulga con la tiranía. Sólo que España no es Venezuela a pesar de que se comporte el falsario de La Moncloa como presidente de una república bananera. Tarde o temprano habrá de caer este reconocido criminal a nivel mundial, donde su rastro apesta singularmente a él mismo. Inconfundible hedor a prostíbulo institucional, enfermos de venéreas dolencias todos los afectos al lupanar monclovita.

Con el aborrecido y aborrecible tramposo queda un rastro pestilente de engaño que es más evidente cuanto más se sostiene, a base de carambolas como la de Indra y Telefónica, para tomar  impulso e intentar evitar la acción de la Justicia imparcial que le cerca en aras de garantizar el Estado de Derecho que porfía en destruir.  

 

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Editor ÑTV ESPAÑA
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