09/01/2025 22:34

Comenzaré este artículo por la tesis y luego aportaré los argumentos que la sustentan. Tesis: el Franquismo no existe. No existe -matizo para los que les resulte sorprendente la afirmación- como ideología. Como conjunto de principios y objetivos políticos que tienen una continuidad en el tiempo y un grupo de seguidores y de medios organizados. No estoy seguro de que haya existido nunca; pero lo que sí se puede afirmar es que hoy, a la altura de esta complicada segunda década del siglo XXI, en la sociedad española no existe nada parecido ni por asomo. Si usamos las consabidas etiquetas de “fascismo“, “ultraderecha“ y blablablá, el debate se rebaja a tal límite de simplificación y equívoco que no vale la pena entrar en él.

Ahora bien, ¿existió algo que podamos llamar “ideología franquista“ en vida de Franco? Pues tengo mis serias dudas. Franco fue fundamentalmente un militar que gobernó como tal. Esto es, fundamentado en unos principios básicos (catolicismo, orden, familia, tradición) y, sobre esos principios, se abrió un ancho margen de actuación que puede moverse en espectros ideológicos diversos. Así Franco pudo tener ministros y colaboradores tradicionalistas, falangistas, democristianos, tecnócratas, integristas religiosos, monárquicos. Pudo hacer una política liberal o proteccionista. Pudo realizar guiños al Eje y aliarse con Estados Unidos. Pudo formar esa especie de partido extraño de la Falange tradicionalista y de la JONS, que amalgama dos ideologías tan distintas como el tradicionalismo religioso y una falange que hablaba de la “Revolución pendiente“. Por último, pudo definir la forma del Estado en la Ley de Sucesión (1947) como  una Monarquía tradicional, católica, social y representativa“, cuando no había Rey presente ni se sabía quién sería el futuro.

Otro aspecto: las ideologías suponen una continuidad en el tiempo más allá de sus fundadores. De Gaulle da lugar al Gaullismo, Perón al Peronismo, Chaves al Chavismo (por poner ejemplos muy distantes entre sí). Cuando muere Franco, incluso antes, la derecha española ya está mirando para otro sitio. El último presidente del Gobierno de Franco, Carlos Arias Navarro, se presenta al Senado en la elecciones de 1977 por la Alianza Popular de Fraga y no resulta elegido. ¿Cómo se explica esto en una nación impregnada de una posible ideología franquista? Pienso que no existía tal ideología, pero de existir, se evaporó el 20 de noviembre de 1975.

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¿Qué es, pues, el Franquismo? La respuesta es fácil: una etapa de la Historia de España. Etapa que está muy bien delimitada cronológicamente. El inicio es el final de la guerra y comienzo del nuevo Régimen (1 de abril de 1939) o, en todo caso, la fecha en que los generales en Burgos lo nombran Jefe del Gobierno del Estado (28 de septiembre de 1936). El final es la fecha de su acabamiento natural.

El Franquismo es una etapa de la Historia de España. Una etapa fundamental en la que España experimentó un cambio profundo (cuya valoración ahora omito porque no es pertinente para mi argumento) y que, por tanto, cualquier persona culta debe conocer, como se conoce a los Reyes Católicos o a Cánovas o las Guerras Carlistas.

Tratar el Franquismo como un ámbito de controversia ideológica, como dijo aquel castizo, “no puede ser y, además, es imposible“.

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Tomás Salas
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No es una «ideología». El Régimen católico y nacional de Francisco Franco se caracterizó por lo que durante tiempo se consideró «ultra extrema derecha», es decir, por una forma de poder con las siguientes características:

a) Tratarse de un régimen NO político, sino militar y militarizado, con costumbres militares en la vida civil, con disciplina y autoridad militar, al menos en buena parte hasta la derrota del aliado alemán en la Segunda Guerra Mundial, que obligó a limitar el poder militar transfiriéndolo a tecnócratas católicos civiles de modo gradual, especialmente en el plano económico.

b) Tratarse de un régimen radical y profundamente antimarxista, es decir, contrario a la ideología de los judíos Karl Marx y Vladimir Illich Ulianov «Lenin». Régimen contrario, pues, a la izquierda, al progresismo, al socialismo, a la social democracia y al comunismo bolchevique o de cualquier otra latitud, enemigo pues, de la ideología más salvajemente criminal en cuerpo y alma de toda la historia de la humanidad. Esto parece eclipsarse en las mentes de las generaciones presentes de modo interesado, pero es esencial para explicar los regímenes llamados de «ultra extrema derecha», contrarios a la revolución comunista mundial y a la expansión mundial violenta de esta ideología según el Manifiesto Comunista de 1848 y la radicalización alcanzada a partir de 1917 con Lenin y Stalin en Rusia, de la que han sido víctimas centenares de millones de personas hasta hoy (especialmente en la República popular democrática de China desde Mao Tse Tung hasta hoy).

c) Tratarse de un régimen patriota, de amor a la patria y su tradición, su historia, su unidad, su grandeza espiritual y material, incomparablemente gloriosa, y sus costumbres, que en el caso de España, son marcadamente católicas durante siglos hasta el presente (aunque actualmente en clara merma creciente). Franco, que derramó, como los suyos, su sangre por España, a diferencia de los políticos, nunca se avergonzó públicamente de ser católico apostólico, incluso en su testamento público lo dejó bien claro. La fe en Cristo fue su principal móvil para sublevarse con los verdaderos católicos cruzados españoles en 1936 pues pudo soportar todo menos el exterminio de católicos consagrados o fieles y la destrucción masiva de la Iglesia de Jesucristo en España por órdenes de Stalin, amo de los rojos y antiespañoles.

d) Tratarse de un régimen enemigo mortal de la masonería, conjunto de organizaciones secretas enemigas de la Cristiandad y que tienen gran arraigo en los países de habla inglesa contra el mensaje de Cristo y sus mandatos, que pretende el rechazo social de Jesucristo Nuestro Señor de todo ámbito público.

e) Tratarse de un régimen parlamentario pero autoritario y NO democrático, es decir, que no otorgó el poder a intereses de facciones mayoritarias, aunque a diferencia de las dictaduras mayoritarias o democracias, atendió las demandas de incontables españoles, especialmente los más humildes y pobres, grandísimamente beneficiados con este régimen en todos los sentidos, aunque hoy esto se silencie y se oculte o manipule, el mejor régimen desde Felipe II para España y los españoles (no para los enemigos de España nacidos en ella o fuera de ella, evidentemente), difícilmente contestable. Franco no solo venció, sino que convenció, salvo a la estirpe roja y antiespañola de satanás, imposible de convivir con ella sea cual sea el régimen de poder. Y, desde luego, el régimen de Franco fue, en su tiempo, el más fiel al Nuevo Testamento y a los mandamientos de Dios de acuerdo con los hechos de toda la tierra, de ahí que sea tan odiado por los que odian a Dios, que ven a Cristo en cualquiera de sus fieles, religiosos, sacerdotes, obispos o templos.

f) Tratarse de un régimen valiente y marcadamente católico, fiel a Jesucristo hasta el límite que la imperfección, la cobardía, los intereses mundanos, el afán de gloria personal y el pecado humano permite, con lo que la moral propia de los Evangelios acarrea (como señala el apóstol san Juan en el capítulo 15 de su Evangelio de las palabras del Señor, el mundo odia a Cristo y a todos sus fieles). El engaño de la política, identificada heréticamente como «caridad», que se introdujo en la Santa Iglesia Católica Apostólica a partir del errático Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965), llevó a muchos españoles a cambiar de bando con apostasía creciente, vaciado de templos y seminarios, en tan solo 11 años, desde el aplastantísimo respaldo voluntario y sin coacción de la población, mayoritariamente católica, al régimen de Franco en 1966 (con más del 92% de los españoles mayores de edad respaldando voluntariamente en referendum al régimen, con una participación superior al 98%, hoy impensable en elecciones democráticas), a un apoyo de apenas dos tercios de participación en las elecciones de junio de 1977, ya consumado el tránsito de la fe a la apostasía de la mayoría de españoles o a la protestantización de los mismos con la relatividad moral que la democracia implica con sus partidos, lobbies o grupos políticos que dividen la sociedad hasta el extremo, nada afines a la fe católica de renuncia a uno mismo.

g) Tratarse de un régimen que mantuvo la unidad espiritual y territorial de España, la adhesión de la mayoría de españoles de cualquiera de sus cincuenta provincias, ajenos al odio que vendría y se generalizaría durante la tan idolatrada como violenta y sanguinaria transición a la democracia (un reguero de desgracias, dolor y sufrimiento hoy bien encubierto por los medios, las universidades y el poder político). Un régimen, el de Franco, sin otra oposición que stalinistas chekistas y etarras envenenados de odio visceral ciego e inextinguible, incluso hoy como todo el mundo puede constatar si quiere. Un régimen que logró las más altas cotas de salud física, mental y espiritual en la población de todo el planeta, con una población mayoritariamente alegre, desenfadada, esperanzada y confiada en el porvenir, sin droga, sin degradación pornográfica y de costumbres, sin propaganda de odio, con una educación exquisita y un futuro muy prometedor truncado a partir de 1976, además de una prosperidad económica hoy impensable, con una desconocida desde el siglo XVIII convergencia respecto a los países más ricos y poderosos que fundamentaron su poder económico en el siglo XX en su supremacía militar imponiendo su dictadura de mayorías a otras naciones, a diferencia de lo que España llevó a cabo en el régimen de Franco, prueba de ello es la actual nación más católica y rica de África en PIB per cápita PPA, Guinea Ecuatorial, cuya prosperidad es heredera de aquel régimen en particular.

Miguel Sánchez Asenjo

Señor Salas, le contesto mediante un artículo que espero me publiquen. Gracias

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