Dicen que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Yo añado que, si la conoce en su versión oficial, también.
El objetivo a medio plazo de las élites globalistas es un gobierno mundial, y para lograrlo pretenden asesinar a la mayoría de la humanidad y reducir a una esclavitud mayor de la actual al resto.
Si alguien cree que mis neuronas flaquean, que lo escuche de boca del periodista y ex agente de la KGB, Daniel Estulin, en sólo 3 minutos.
Para que las elites sobrevivan la mayoría de nosotros debe morir.
Y como vemos a diario, todas las cúpulas políticas y judiciales que obedecen a esas élites, conscientemente o no, nos asesinan.
Valencia es la prueba.
Unas veces será lentamente y sin ruido. Otras de modo escandaloso. Si no somos capaces de ver sus sucias zarpas en cada ocasión, lograrán su objetivo sin resistencia. Eso es lo que hay que evitar.
Para ello repasaré los episodios más probables con los que nos podemos encontrar en 2025:
–Falsas plandemias, con falsos virus, que en realidad encubren el asesinato mediante un doble agente: radiaciones electromagnéticas (síndrome de irradiación aguda) y envenenamiento multifactorial (“vacunas” y otras “medicinas”, agua, comestibles, chemtrails…).
Probablemente en 2025 vuelvan a intentar colarnos otros virus peligrosísimos (Marburgo, ébola, X…), de los que será importante pedir al Ministerio de Sanidad pruebas científicas de su existencia, no nos vaya a pasar como con el sars-cov-2, que nadie nunca lo ha visto.
–Frituras radiantes. El valiente médico yanqui Rashid Buttar, justo antes de ser asesinado, nos avisó de que existe el plan de achicharrarnos con radiaciones electromagnéticas, amplificadas por las sustancias con las que nos envenenan por tierra, mar y aire. Ya lo hicieron en Guayaquil (Ecuador) y lo llamaron covid, y en Argentina, y lo llamaron dengue.
–Hecatombe nuclear. Nada es casualidad, y menos aún, que polvorines nucleares estén en manos de delincuentes psicópatas, que si llevan varios años asesinando a sus compatriotas para evitar la cárcel y el patíbulo, menos problemas tendrán en apretar el botón atómico, si creen que les puede servir de algo. No obstante, lo más probable es una farsa nuclear fingida, con explosiones y muertos reales, para convencernos de tomar las pastillas de “yodo” que ellos mismos nos den, y aceptar nuevas restricciones “por nuestro bien”.
–Atentados “meteorológicos y geológicos”. Ellos disponen de tecnología que les permite provocar erupciones volcánicas, como la de La Palma en 2021 (cuyos afectados siguen viviendo en precario), terremotos como el de Turquía de 2023, huracanes y tormentas como el Milton de Florida y la gota fría de Valencia en 2024, luego no debemos dudar que seguirán perpetrando operaciones parecidas, como algún terremoto-maremoto en Galicia o Andalucía. NOTA: En Galicia ya ha habido avisos a principios de diciembre de 2024.
–Invasión extraterrestre. Tras decenas de años negando la existencia de los OVNIs, ahora nos los meten hasta en la sopa. Si muchos yanquis se creyeron como real el drama radiofónico “La Guerra de Los Mundos” (Orson Welles) en 1938, hoy, con técnicas holográficas apoyadas por drones, explosiones y unos cuantos muertos de verdad, nos tragaremos todo lo que nos quieran vender. Se llama proyecto “Blue Beam”, y pretende crear el gobierno mundial para “protegernos de esa amenaza global”, aunque también admite otras opciones, como extraterrestres benignos que nos convenzan de la necesidad de ese mismo gobierno mundial, pero “por nuestro bien”. Como decía “El Padrino”, le voy a hacer una oferta que no puede rechazar.
Es imposible poner remedio a un problema que ni siquiera creemos que existe, por ello resulta imperioso despertar a la realidad y oponernos a todas las medidas que pretendan imponernos.
Exagerando un poco, la regla infalible es: Si te lo quieren imponer “por tu bien”, haz lo contrario.
Yo pienso aplicarla –más bien, seguir aplicándola-.
¿Y usted?
Autor
- Guerrillero insurgente. El sistema lo describe como negacionista, conspiranoico, anticientífico, egoísta e insolidario. Él se cisca en el sistema y no ceja esfuerzos para derribarlo. No usa trabuco, pero a su ordenador lo llama “La MG-42”.
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