Galardones que matan. Por Filípides

El pasado y dantesco martes 29 de octubre, el Ministerio de Cultura presidido por el comunista Ernest Urtasun anunciaba el fallo de los Premios Nacionales de las Letras Españolas y de las Artes Plásticas. El primero, dotado con 50.000 euros, se otorgaba a Manuel Rivas, y el segundo, de 30.000 euros, se le concedía a Pedro G. Romero.

Del señor Rivas, la página web del Ministerio exponía lo siguiente: “el jurado ha destacado al autor por la extraordinaria calidad narrativa que aúna fuerza emocional y belleza formal y por la solidez de una trayectoria versátil y coherente construida con la sensibilidad y la defensa de la memoria histórica, la responsabilidad social y la lengua gallega. Pocos autores del panorama literario español, partiendo de un compromiso firme con su lengua, han conseguido alcanzar tal reconocimiento a nivel mundial”¹ (sic). Añadiendo que “el autor acompaña su activismo, (sic) con una pluma que, sin adoctrinamiento, agita conciencias, induce a la reflexión y estimula el pensamiento hacia la defensa de la pluralidad lingüística y cultural y hacia la igualdad de género” (sic).

Un texto que pone los pelos de punta y de entrada invita a preguntarse quién ha sido el genio capaz de perpetrar semejante basura y enhebrar tal sarta de sandeces. Porque aun tomando por idiotas a todos y cada uno de sus potenciales lectores, y dejando a un lado la ideología y la jerga que infesta el texto (“memoria histórica, “responsabilidad social”, “activismo”, “género”), sólo un auténtico majadero puede redactar una bazofia así y rematarla, además, con una doble falacia circular². Por un lado, señalando la singularidad del premiado amparándose en el reducido número de quienes han recibido el mismo premio por las mismas razones. Lo cual es tan obvio que resulta estúpido. Y, simultáneamente, pretendiendo no se qué excepcionalidad en virtud del presunto impacto internacional de un premio local. De hecho, también podían haber escrito que “ningún autor del panorama literario español partiendo de un compromiso firme o débil con su lengua ha conseguido ningún reconocimiento local a nivel mundial”, porque un premio local no implica ningún homenaje internacional, ya que son ámbitos distintos.

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¿¡Y esto lo publica el Ministerio de Cultura!?

¿Y qué decir del último párrafo? ¿Cómo es eso del activismo político y dirigir –perdón, “estimular”– las conciencias sin adoctrinamiento? Pues más o menos como el ácido sulfúrico sin azufre, el azúcar sin glucosa o la sal sin sodio. Cumpliéndose, además, aquello de que excusatio non petita, accusatio manifesta.

¹ Enlace a la noticia en la página web del Ministerio de Cultura: https://www.cultura.gob.es/actualidad/2024/10/241029-pn-letras.html

² Argumento que defiende una conclusión que se verifica recíprocamente con la premisa. Por ejemplo, si el que otorga un galardón esgrime la excepcionalidad del premiado por el hecho de recibir tal premio.

Pero sigamos con Pedro G. Romero, Premio Nacional de Artes Plásticas 2024. Veamos lo que dice la web del Ministerio en este caso, porque tampoco tiene desperdicio: “El jurado ha destacado al artista por una trayectoria consolidada cuya obra artística, intelectual y material, abarca múltiples campos de sentido y formatos aparentemente opuestos (escultura, cine, producciones archivísticas, performances, etc.), integrando las prácticas curatoriales (sic) y de investigación en su quehacer artístico”³ (sic). Además, el jurado ha señalado que, en su obra, “Pedro G. Romero logra atender, rescatar y reinsertar en nuestra esfera pública la cultura popular en sus expresiones más ingobernables (sic), investigando de manera genealógica las manifestaciones estéticas y simbólicas de aquellas comunidades a las que se les hurtó o no se les reconoció un espacio de representación. Sus metodologías han abierto nuevos campos en las prácticas artísticas más allá de la crítica institucional” (sic).

Además, el jurado ha destacado entre sus proyectos “el ARCHIVO FX, un fondo documental y una máquina de pensar (sic) a partir de las imágenes de la iconoclastia en España entre 1845 y 1945, entroncándolas con las vanguardias. Las cuestiones de estética, conocimiento y violencia han interesado a Pedro G. Romero desde siempre y se han materializado en multitud de obras y exposiciones como Tratado de Paz, 2016. Su otro proyecto de largo recorrido es Máquina P.H., que ha logrado ampliar el campo del arte con la introducción de las potencias del gesto, el cuerpo, el lenguaje y la música, de lo flamenco con claves totalmente novedosas. El giro performativo en nuestro país no puede entenderse sin su trabajo” (sic).

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Finalmente, el jurado ha expresado que Pedro G. Romero “trabaja transformando estructuras de conocimiento, formas de presencia y acción en el mundo, en la comunidad, con los otros, con muchos otros, generalmente excluidos de la forma social hegemónica (sic). Asimismo, ha incorporado una sensibilidad feminista desde un pensamiento de lo popular y lo invisibilizado”.

Sin duda, un texto sublime, aunque suponga una flagrante vulneración de la Convención de Ginebra, ante el cual poco puede añadirse. Manual y ejemplo de charlatanes, lo tiene todo: palabrería ridícula, mistificación a raudales, fantasmagorías, explotación del

³ Enlace a la noticia con el texto completo en la página web del Ministerio de Educación:

https://www.cultura.gob.es/actualidad/2024/09/240920-pn-artes-plasticas.html#:~:text=Pulse%20para

%20ampliar-,Pedro%20G.,est%C3%A1%20dotado%20con%2030.000%20euros.

Victimismo y una jeta sin límites. En fin, un compendio perfecto de todos los males que conforman y asolan el panorama artístico desde hace décadas.

Lo peor de todo, seguramente, es que ambos galardonados están a la altura de los textos que glosan sus méritos.

Y esto, al parecer, es lo mejor de España en las Letras y las Artes…

Filípides noviembre-2024