29/11/2024 17:11

El coronel don José María Manrique posee una mente lúcida, como pocas en España en la actualidad. Su perspicacia, Cultura, investigación y ecuanimidad, su falta de partidismo e ideología (llama a todas las personas e instituciones al orden), ayuda a quienes le leemos y escuchamos a reducir nuestra ignorancia, ampliar nuestros horizontes, y ser más fuertes ante la desinformación y manipulación, el veneno perverso del adoctrinamiento, hoy ubicuo. Él es una presa que evita ser arrastrado.

El coronel Manrique recuerda los cimientos y el norte. Su columna vertebral está constituida por ideas que muchos desconocen incluso conceptualmente, y que él defiende como quien protege la supervivencia. Es leal a sí mismo, y más resistente y valiente que aquellos que necesitan el rebaño para sobrevivir. Si bien la identidad del coronel es grave, positivamente pesada, hoy día ésa resulta refrescante y novedosa.

Sabias son sus palabras en su último artículo, «la Patria herida de muerte», la noción de que España está cerca de desaparecer. https://www.xn--elespaoldigital-3qb.com/espana-bajo-permanente-agresion-estado-fallido-o-fotut/ Ante el último escándalo político, como siempre en España, abunda en el pueblo el enfoque erróneo, y en la clase política, ocupar las horas en exculparse, excusarse, y señalar a otro. Mientras, se incurre en una de las faltas más inmundas: irresponsabilidad y traición a la Patria. Si a uno duele España, a nuestro coronel, que ha trabajado y sacrificado por la Patria, intuyo le sucede de una forma más incisiva. La felonía cometida hacia España por sus dirigentes, hunde y desdeña la alta labor de tantos españoles, desde Álvaro de Bazán a algunos militares contemporáneos, pasando por anónimos honrosos de todas las profesiones, e incluso sin ella (como amas de casa que han educado a ciudadanos de provecho), porque todos ellos han colaborado en la construcción y engrandecimiento de España, la cual ahora otros, de la forma más deliberada y calculada, empitonan.

El coronel Manrique y otras personas a su altura, son hombres con mayúscula, en pie, con arrestos, que derraman personalidad. Que han pasado la vida poniendo ésta al servicio de una causa mayor. Ante los óbices de su consecución, sin importar su dimensión, no claudican o se venden. Ellos resisten, y lo hacen apretando las entrañas (cada generación parece tenerlas más pequeñas que la anterior), y aferrándose tanto al amor por la causa y la creencia en ella, como a la honra propia (también en peligro de extinción). Son hombres, en definitiva, que dejan una huella indeleble en quien les observa y escucha. Uno recuerda la época en que les desconocía, y frunce el ceño ante la pobreza y aburrimiento que ello suponía.

Tras toda una vida soportando, trabajando, viendo y oyendo ciertas cosas, es inevitable que uno acuse cansancio vital, desencanto, nulo entusiasmo, y problemas de salud. Empero, estas personas deben recordar que la raíz del denso atractivo no se encuentra en la piel estirada, el músculo, brincar, y contar chistes efectistas. Sí se halla en la identidad única, en aportar orden y ventanas abiertas a verdades desconocidas. Son estas personas, pese a sus arrugas y la reciedumbre mermada, con quien uno desea reunirse el viernes tarde para despejarse de la semana, a quien contar y que le cuenten. Escogerles como influencias y amparo. Ojalá supieran que pensamos en ellos con frecuencia, que cada día sobra tanto y ellos faltan siempre que no están. Que merecen la pena, que meritan más atención, reconocimiento, gratitud y respeto del que reciben. Que todos los días les preferimos a la caterva de jovencitos (y no tanto) deshumanizados, enclenques, vacíos e infantilizados.

Qué soledad, frustración, desesperación y aflicción debe sentir el coronel Manrique y otros como él: españoles de orden y alta visión, que perciben el aniquilamiento de España avecinarse desde hace tantos años, el desmoronamiento de siglos de esfuerzo y avance. Tal vez lo único que pueden hacer españoles sin poder, como quien suscribe, es recordarles lo que son, porque en ocasiones el espejo propio distorsiona. Si bien en la actualidad abunda la egomanía, analfabetos simples y zafios que piensan encarnan la culminación de la raza, otros, que son excelsos, lo ignoran. El coronel y aquellos a su altura, sin necesidad de protagonizar una epopeya, sólo siendo lo que son, hacen tanto. Mediante sus escritos y conferencias, desvelan realidades y direcciones, nuestra historia y raíces. Quiénes somos, qué es España. Algunos, antes de ir a trabajar, como quien trata de cuidarse, de retener la brújula moral antes de introducirse en la jungla, le escuchamos en La pica en Flandes, o su exposición sobre el 11M o el magnicidio de Carrero Blanco.

El dicho es de buen nacido ser agradecido, parece haberse disuelto. Si uno lo practica, es acusado de albergar intenciones ulteriores, de utilizar la alabanza como herramienta para sonsacar al otro. El comportamiento naturalizado y que no levanta sospechas, consiste en despegar los labios principalmente para protestar, embestir, infamar, y exigir. Una de las mejores utilidades del tiempo y la habilidad comunicativa, es recordar a una persona su brillantez, el alcance edificante de sus acciones. El aprecio que uno le dispensa, el agradecimiento que siente. Lo respetable que ha llegado a ser, debido a lo que ha hecho de sí mismo.

Autor

Amaya Guerra
Amaya Guerra: "Aprendiz de todo, maestra de nada".
Aprendiz de todo y maestra de nada. Ferviente creyente en las Humanidades, en las posibilidades del ser humano de superar la crueldad, la estupidez y la ineficiencia, de lograr el avance de la civilización, mediante el cultivo del intelecto y la sensibilidad, mediante el reconocimiento de la experiencia, y la transmisión de valores morales (esfuerzo, seriedad, exigencia y disciplina).

En la actualidad sufrimos la misma falta de libertad de expresión y respeto a la diversidad en el mundo que en 1950: se ataca a la disidencia por el hecho de ser (aunque su comportamiento sea pacífico y legal). En época de guerra y algunas dictaduras, se fusilaba en el paredón, hoy se aniquila en internet, maquillándolo con la expresión "cultura de la cancelación". Silenciar todo lo que contravenga e irrite a uno, al tiempo que se desgastan los términos "tolerencia" y "diversidad".
Existen pocas verdades universales, la visión propia suele depender de la perspectiva desde la que se mira; ésta es la mía. No necesito seguidores ni palmadas en el hombro, sólo argumentos y contraargumentos.

Aquellos que no nos doblegamos ante el totalitarismo del siglo XXI (fin de las libertades individuales, verdad oficial, vigilancia y control absolutos del individuo a través de la tecnología), aquellos que no cedemos ante la deshumanización, encarnamos la Resistencia. Por lo tanto, unámonos... y ejerzamos.
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