27/11/2024 14:23

Las marionetas de “Cuspis”

EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO

MUERE

AL ESTRELLARSE EL HELICÓPTERO EN EL QUE INTENTABA ESCAPAR HACIA EL EXILIO

El suceso se produjo en los jardines de la Moncloa cuando más de 1 millón de personas guiadas por el Cardenal Primado de España y el Presidente provisional de las Cortes cercaban el Palacio Presidencial pidiendo a gritos su Dimisión

Ojo, no se asusten que el Presidente que murió al estallar un helicóptero en la Moncloa no fue el actual okupa huido de la DANA, Pedro Sánchez. Es la historia que me inventé para mi novela “Las marionetas de “Cuspis”, en las que se narra un Golpe de Estado que se da a sí mismo el Presidente del Gobierno, que aunque tenía los poderes que le daba la Constitución de 1978 quería más poder y se alía con un grupo de militares jóvenes que son los encargados de producir un atentado gigantesco (hacen explotar varias bombas en unos grandes Almacenes del centro de Madrid en el que mueren cientos de personas). Al final, el cerebro del plan muere a tiros cuando se celebraba un Consejo de Ministros y el General Jefe del Ejército se vuelve loco al enterarse que su mujer y su hija mayor están entre las víctimas del atentado de “El Milanés”.

Un Teniente Coronel, que en secreto era miembro del Partido comunista, se hace con el poder y establece una Dictadura férrea, incluso más violenta y asesina que otras Dictaduras del “proletariado”.

Es a este hombre, Pedro Castro, al que la otra España, la España de la Derecha cobarde amparada en la iglesia y el ejército no contaminado pretenden cargarse por vía de las urnas o por la vía judicial inútilmente. Pero, al final es tan cruel y asesina la actuación del “loco” que se ha apoderado de la Moncloa el que pierde la cabeza y cuando se vea acorralado y perdido se sube al helicóptero de guardia para irse hasta Torrejón, donde le espera un avión que le llevará a Túnez, donde ya está huido con sus millones el socialista italiano Craxi ahogado en su corrupción y en sus corruptelas.

Pero, lo mejor es que lean lo que escribí en 1986 y que se publicó en 2014. Don Pedro Sánchez no había okupado todavía la Moncloa, ni se había casado con Begoña Gómez, la amiga del “golferas” Javierito Hidalgo, para que vean cómo a veces la ficción se adelanta a la realidad y es que el futuro es la incertidumbre, ya que todo puede pasar al tiempo que no puede pasar.

Estalla el helicóptero en la Moncloa

Así que el presidente Castro convocó un Consejo de Ministros Extraordinario para estudiar la nueva situación y dictar las medidas oportunas. Fue un fracaso, ya que tan sólo cinco ministros acudieron a la convocatoria, los demás ni siquiera respondieron. Las ratas huían del barco. A pesar de ello el implacable General Castro ordenó la detención urgente del Cardenal Rouco y a ello procedieron las fuerzas de la “PPP”, lo cual vino a aumentar el malestar que ya estaba en la calle y miles de personas comenzaron a reunirse en las Plazas de los pueblos.

La situación era ya insostenible. Pero, más insostenible se hizo cuando a las dos y media de la tarde se supo que el Consejo de Europa había decidido sancionar a España.

Y más cuando el Embajador de los Estados Unidos de América anunció que su país rompía relaciones con el Gobierno español y anunciaba su marcha de Madrid.

Entonces el General Castro perdió la frialdad que le caracterizaba y se volvió loco. Con los nervios desatados y ante la sorpresa de los cinco fieles y serviles Ministros que habían permanecido a su lado dio órdenes tajantes para que detuviesen a los seis Cardenales y a los diecinueve Arzobispos, creyendo que así se detendría la marea católica que ya llegaba casi a la Moncloa.

Sin embargo, el destino ya estaba marcado, porque media hora después, sobre las tres de la tarde, se supo que diez de los Gobiernos Autonómicos se habían declarado en rebeldía y habían anunciado que retiraban el Estado de Excepción dictado por el Gobierno Central y que el Papa había decidido retirar al Nuncio y rompía amarras con el Gobierno.

Castro se vio entonces entre la espada y la pared y al borde del abismo. Ya no sabía qué hacer y decidió jugarse la última carta. Inmediatamente ordenó que el Ejército detuviese la marea. Pero, tampoco los militares le respondieron, o mejor dicho dijeron que el Ejército no iba a responder con la fuerza ni a disparar un solo tiro contra el pueblo. Tampoco la Guardia Civil. Sólo la “PPP” se inclinó ante el General Castro y decidió apoyar la legalidad.

***

Pero, la “bomba católica” también llegó de inmediato a Calamuchita. En plena madrugada se recibieron las noticias de España y el Doctor Toscani siguió con el máximo interés los acontecimientos. Eran las cuatro de la madrugada y por ello no quiso despertar al comandante y la expresidenta. Sólo a las nueve de la mañana, hora argentina, mandó a Rosa, su secretaria, para hacerles saber que quería hablar con ellos con urgencia.

  • Amigos míos -les dijo en cuanto estuvieron a su lado-, los acontecimientos se han precipitado en España y ahora mismo aquello es un volcán.

  • ¡Dios, mis hijos! -exclamó Luz María, Susi.

  • Luz María, no os preocupéis por vuestros hijos. Están a salvo. Ahora les contaré.

  • ¿Qué ha pasado, qué está pasando? -dijo sorprendido el comandante Torres.

Entonces el Doctor Toscani le pasó la Pastoral del Cardenal Rouco para que la leyera.

  • ¡Esto es la guerra! -dijo el comandante.

  • No, amigo mío, no es la guerra, es el final de tu amigo, el malvado Castro. No te olvides que detrás de todo está “CUSPIS” y el poder de “CUSPIS” es infinito.

  • ¿Y mis hijos?, yo sólo quiero saber dónde están mis hijos

-y Susi ya estaba llorando.

  • No os preocupéis, querida Luz María. Ahora os lo puedo decir. Tus hijos y los del comandante fueron trasladados hace unos días a un lugar totalmente desconocido para Castro y sus secuaces.

  • ¿Dónde? ¿Con quién están?

  • Vamos, querida Susi, tranquilízate. Te cuento. Ante lo que iba a suceder y lo que pueda suceder le pedí a un amigo personal de Madrid, que me debe muchos favores, que recogiese a los niños y se los llevase al chalet que tiene en una urbanización aislada de Segovia.

  • Pero, ¿con quién están?

  • Con tus amigos, el marqués de Guisando y su esposa. Por ahí no tenéis nada que temer. También están con ellos los hijos del comandante.

  • ¿Qué podemos hacer nosotros, Doctor? -preguntó el comandante.

  • Nada, de momento esperar. Cómo os he dicho los acontecimientos se han precipitado y el desenlace puede llegar en cualquier momento.

  • ¿Cómo que nada? ¡Yo me voy ahora mismo a Madrid! Si a mis hijos les pasa algo yo me muero. ¡Ricardo, tenemos que irnos!

  • Susi, por favor no te alteres, todo llegará. Pero, en medio de la tormenta lo mejor es guarecerse.

  • Susi, el Doctor tiene razón. Pero, Doctor, ¿ qué va a pasar, que va a suceder en España? No olvidéis que Castro es un desalmado, un asesino, y ese, bien lo conozco yo, es de los que mueren matando. Es un jugador de ajedrez que no acepta la derrota hasta que no se le da un definitivo Jaque Mate, aunque llegue al final con un Rey solitario.

  • Bueno, todos los grandes Dictadores de la Historia eran así, aparentemente. Sólo aparentemente, porque cuando se ven perdidos huyen o se suicidan… Aunque en este caso la huida la va a tener difícil y de ello se encargará “CUSPIS”.

  • Pero, ¿tanto poder tiene “CUSPIS”, Doctor?

  • No os lo podéis imaginar, comandante.

  • ¿Y los Gobiernos? ¿qué son los Gobiernos?

  • Marionetas, políticos… y dejarle el Poder a un político es un disparate. Los políticos son marionetas vigiladas.

  • Si a mis hijos les pasa algo no me lo perdonaría.

***

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Pero, sí, los acontecimientos se precipitaban. Porque sobre las siete de la tarde estalló la “bomba atómica”, pues apareció el importantísimo “Confidencial 7”. Lo habían descubierto unos obreros cuando realizaban obras en un chalet en las afueras de Madrid. Al parecer el chalet, con forma de barco, pertenecía a los padres del General Castro y trataban de localizar una caja fuerte con joyas escondida en una de las paredes de un cuarto de baño.

Todo aparecía en una edición especial de “La Nación” donde no sólo se reproducía el original del “Confidencial”, sino todo lo relacionado con su hallazgo por parte de los obreros.

Y el “Confidencial 7” fue leído por todas las emisoras, Radio y Televisión, de España. El texto abrió los ojos hasta de los más indecisos y fríos, lo que motivó ya un levantamiento general de los españoles, porque allí quedaba claro que el criminal atentado de “El Milanés”, con la masacre más horrorosa del terrorismo, había sido ideado y proyectado por el General Castro con el beneplácito último del asesinado presidente Clemente.

Era este comunicado:

Al Presidente del Gobierno. Confidencial 7.

Presidente, de acuerdo con tus instrucciones ya está todo listo para activar el volcán. Un coche-bomba con cien kilos de goma-2 será explosionado, según tus deseos, en unos grandes almacenes (todavía por decidir). Para llevar a cabo esta tarea han sido reclutados y pagados seis fanáticos de la extrema-izquierda haciéndoles creer que actuarán como adelantados de un estallido revolucionario contra el Gobierno que implantará una Dictadura popular. En ello ha tenido un papel fundamental el teniente coronel Castro, ya que a esos desgraciados les impresionó ver el uniforme y las estrellas del militar. Posteriormente actuarán los “comandos populares” a nivel de barrio con el objetivo de echar el pueblo a la calle; estos “profesionales a sueldo” serán quienes lancen el grito convenido (¡Ejército al Poder!) y los que encarrilen las masas primero hacia la Moncloa y luego al Congreso de los Diputados. También está preparado el comando (gente superespecializada) que ha de eliminar al Jefe de la Oposición a la salida de la Moncloa. El general Serrano y sus hombres serán detenidos por agentes de la “PPP” a la hora justa que tú señales, así como los demás “altos jefes” ya fichados. Lo más difícil, como siempre, será la prensa y los restantes medios de información, pero ya sabes cómo nos hemos infiltrado en los periódicos y emisoras más influyentes. Por lo que respecta a TVE no hay problema: ya están preparados los comunicados que tendrán que leer locutores adictos a nuestra causa.

En cuanto al “comandantín” que tú y yo sabemos no te preocupes, recibirá su “recompensa”… ya que él será el cabecilla máximo de la rebelión y por tanto el principal responsable. Tu honor será vengado. También se ha dispuesto una gran campaña de información de cara al exterior. En el “Confidencial 8” te informaré de las medidas que tendremos que tomar de cara al “post-golpe” y a la “reconducción”. Así que no te preocupes por nada. Esto marcha. Dentro de unos días, tal vez mañana mismo, nuestros objetivos se habrán cubierto. Viva el Partido Reformista del Futuro. A tus órdenes. Firmado: Femando Goñi Mesa”.

***

  • ¡¡Es el mío!! -casi gritó el comandante Torres en cuanto recibieron el “Confidencial” por las pantallas de los ordenadores-. Es el que yo escondí en el chalet donde me tuvieron detenido, que sí, que tenía forma de barco por lo que pude ver cuando me metieron a la fuerza. ¡¡Menos mal, porque esa es la prueba definitiva!! Ahora sí que Castro está perdido.

  • ¡ Canallas! ¡ Dios ha hecho justicia! -dijo la expresidenta.

  • Bien, pues esto es el final -dijo el comandante.

  • No, todavía queda ese General y lo que ha de venir después.

  • ¿Después?

  • Sí, después, porque ahora hay que resolver la “sucesión”, aunque también eso está programado.

  • ¿»CUSPIS”?

  • Sí, pero, por favor, comandante, no me pida que de momento le dé más información.

Entonces sí que se volvió loco el “asesino” Presidente Castro. En cuanto vio el “Confidencial 7” comprendió que había llegado su final, porque era la prueba definitiva que le condenaba. Así que se dispuso a morir matando. Mandó duplicar y triplicar las fuerzas de seguridad que protegían la Moncloa y él mismo cogió una metralleta dispuesto a todo. Pero, la marea humana que se dirigía y cercaba la presidencia era ya imparable. Miles y miles de madrileños, enrabietados, se acercaban sin dejar de gritar “¡

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¡Asesino, asesino!!”. Al frente de la gigantesca manifestación iba el mismísimo Cardenal Rouco, que había conseguido liberarse de sus guardianes y cientos de sacerdotes arropándole. Pero, por encima de todos los que más gritaban eran los familiares de las víctimas de “El Milanés”.

Ante aquella avalancha Castro sintió miedo, por primera vez, y mandó que preparasen un avión en Torrejón, al tiempo que pedía que acudiera el helicóptero que utilizaba a diario en sus desplazamientos.

Pero, además de miedo sintió rabia, sobre todo al ver que al frente de la manifestación iban los curas, porque entonces comenzó a gritar como un poseso:

¡¡Cabrones!! Os di la derogación de la Ley del Divorcio, y la del Aborto y la de Igualdad de Sexos… Os aumenté el Presupuesto y asumí todas vuestras exigencias… ¡Y así me lo pagáis! ¡Cabrones!. ¡Sois unos traidores, la Iglesia es una puta!

¡Chaqueteros!”.

***

Casi al mismo tiempo en la sede del Congreso de los Diputados se estaba produciendo la formación de un Gobierno Provisional. Sin saber como allí estaba, recién llegado de México el día anterior, el embajador don Anselmo Morán que fue el que tomó la voz cantante.

  • Señores -les dijo a los pocos Diputados que se habían congregado para seguir los acontecimientos y algunas personalidades preocupadas por la marcha de los mismos-, el País no puede quedarse sin Gobierno en estas horas difíciles que vive España. El “Confidencial 7” deslegitima totalmente al Gobierno y a su Presidente y aunque no sabemos cómo va a terminar esta tragedia creo que es urgentísimo formar un Gobierno provisional, porque alguien tiene que dirigir y encauzar lo que aquí está pasando.

  • Estoy de acuerdo -dijo la presidenta del Partido UP y D, que había sido el único Partido que se había opuesto desde el principio a los golpistas del General Castro-. Un Gobierno o una Junta Central, como en la Guerra de la Independencia. Yo me inclino por una Junta. Los acontecimientos son tan graves que no podemos perder ni un minuto en formalizar un Gobierno. El Poder está ahora mismo en el arroyo y necesitamos a alguien que lo recoja. Así que no tenemos tiempo para pensar ni buscar consensos.

  • Yo también estoy de acuerdo -dijo el Cardenal emérito don Marcelo González, que había acudido muy preocupado por la situación-, y la Iglesia no puede estar ausente en estos momentos cruciales para la Patria.

Y dicho y hecho. Sin más discusión se acordó la formación de una Junta integrada por Don Anselmo Morán, el embajador español hasta días antes en México, que había sido cesado por su oposición al Gobierno del asesino Castro; Doña Rosa Díaz, presidenta de UP y D; el cardenal Don Marcelo y el Vicepresidente Gómez Lúea quienes sobre la marcha juraron ante los evangelios. El presidente, hombre sumiso al Gobierno, había desaparecido.

Y allí, en el despacho de la Presidencia, la Junta decidió convocar a todos los Subsecretarios y a los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil, y dictó sus primeros Decretos. Uno con una Amnistía General de todos los presos políticos que estuviesen en las cárceles. Dos, el levantamiento del Estado de Excepción que había impuesto el General Castro y tres el cese de todos los Ministros, con su Presidente al frente, del Gobierno actual. Fue todo muy rápido, muy anormal y casi en secreto, porque las televisiones y las radios estaban dando en directo lo que estaba sucediendo en el barrio de Argüelles y en los alrededores del Palacio de la Moncloa, pues la “batalla” no había terminado. El loco General Castro mandó disparar contra los asaltantes y se había producido una verdadera matanza. Lo que enfureció más a las masas y ya no hubo cuartel. A pesar de las víctimas un numeroso grupo de personas asaltó y superó todas las barreras y se fueron directos a por el General Castro. Pero, éste ya había subido al helicóptero y el aparato se remontaba en el aire. Entonces sucedió algo increíble, del helicóptero salieron unas pequeñas llamas y en cuestión de segundos se produjo una gran explosión que hizo saltar por los aires la máquina que cayó al suelo hecha pedazos. El fuego calcinó los restos. No hubo supervivientes.

Y entonces, inesperadamente, más de 100.000 personas aplaudieron a rabiar y un grito unánime salió de todas las gargantas: ¡¡¡Asesino!!! La pesadilla había concluido.

Y todo lo vio el mundo entero por la televisión

Julio Merino

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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