Hoy 5 de noviembre los electores de EE.UU. decidirán entre Harris y Trump como Presidente cuatrienal (2024-2028), un periodo decisivo para Europa y los modelos analógicos que compiten brutalmente en el mundo.
Los seguidores quedan dentro de los tradicionales enfrentamientos estéticos y formales de los líderes, Demócratas y Republicanos (el rojo y el azul, el burro y el elefante, etcétera), mientras para Europa nos encontramos ante un momento especial y decisivo. Nos enfrentamos a una elección entre dos visiones no excesivamente diferentes: una centrada en el orden industrial, en completa decadencia, que defiende los valores tradicionales y otra centrada en el capitalismo financiero que, como su propia versatilidad define, defiende valores ‘nuevos’ inspirados en la conversión de la población en un recurso biótico (el aborto, la política de género, la justicia climática y medioambiental, la tolerancia a la inmigración, el desguace de la familia y de la nación, la no prohibición de sustancias psicotrópicas ilegales, la marginación de las iglesias, etcétera).
En esta elección, el electorado debe elegir entre dos modos no muy radicalmente opuestos de concebir el gobierno de EE.UU: están llamados a elegir entre gestionar la decadencia con la guerra o con la paz, la cooperación y el comercio. Pero no se altera ni muta el paradigma que lo atraviesa todo: la de un orden cultural o analógico que está completamente desorientado -como una brújula imantada- incapaces de definir cómo formular su nueva configuración nacional y mundial.
Las supuestas invocaciones a la libertad o a la tiranía que, curiosamente, como improperios, se lanzan unos contra otros, ya no forma parte de ningún debate. Son la expresión meridiana de un ictus o de un agotamiento de las ideas de unos líderes menores y que son la consecuencia de la desorientación en que están sumidos. Argumentos, pues, retóricos que carecen de relevancia y que son pura propaganda.
No suele hablarse del ‘capitalismo’, si es una referencia válida o no desde el punto de vista de los saberes económicos, sociológicos o políticos o, como más bien pensamos, si representa un problema o una solución para el futuro. Tenemos un sistema económico pero que no produce ningún debate serio sobre cuestiones esenciales como, por ejemplo, la naturaleza de la riqueza que transita desde el universo físico o material (la industria) hacia un orden de bits y de información básica y estratégica (lo digital) o el desplazamiento de esa misma riqueza desde el centro (occidental) hacia el sudeste asiático. Parece que republicanos y demócratas representan dos partidos pro capitalistas, es cierto, pero también son dos partidos que no pueden ser, por eso mismo, post capitalistas. ¿Dónde debemos poner nuestra esperanza?
Ya no estamos en el capitalismo industrial, sino en el capitalismo financiero en su fase de enloquecimiento y desde ese nodo nos dirigimos hacia un espacio que funda un tercer orden de energía, de información y de materialidades, de experiencia, de conciencia y de espiritualidad.
El capitalismo industrial adoptó una perspectiva a largo plazo porque requería tiempo para invertir en fábricas, desarrollar mercados y construir cadenas de suministro. Por eso ya no se da sino como un resto, un sobrante en los países Occidentales. El capitalismo financiero vive en el corto plazo. Ahora: estamos tratando de maximizar el precio de las materias primas y eso está matando el mercado manufacturero. Esto se debe a que el capitalismo financiero gana dinero rápido desmembrando economías y acaparando activos. La economía real esta siendo absorbida por la ilusión de los valores, de los mercados financieros y la pujanza de las inversiones ficticias y sus beneficios efectivos.
Se podría decir que la lógica de este capitalismo financiero, estadounidense pero también europeo, es la de definir los valores de los activos, jugar con ellos y obtener una ganancia allí donde aparece agotada en la industrial y en el comercio. En eso consiste la desindustrialización. No sólo se están destruyendo las plantas industriales, sino también las infraestructuras: los puentes, los ferrocarriles, los aeropuertos, en las carreteras e incluso los sistemas de Internet, todo lo que tiene un valor ya no forma parte de la riqueza nacional sino de un juego simulado de contabilidad y de valores en espiral sin freno …
El mayor tema de discusión en Europa tendría que ser la desindustrialización. Aquí las perspectivas son varias. Existe una verdadera angustia frente a la idea de que Europa quede atrapada entre dos potencias globales: China y los BRICs, por un lado, y Estados Unidos por el otro. Europa se está convirtiendo en el chivo expiatorio, mientras las superpotencias negocian su dominio explotando una Europa en desintegración.
Pero lo que no se discute en Europa, más allá de esos motivos de preocupación, sería lo que apuntamos a continuación ante unas elecciones en EE.UU.:
1.- La desindustrialización resultará irreversible porque no somos capaces de diseñar un nuevo modelo que no sea el mismo, el de base industrial (carbón o petróleo, industria y comercio, con crecimientos ínfimos e indefinidos como sostén de una población en crecimiento). Somos incapaces de pensar el futuro, porque nos basta con repetirnos en un círculo infernal de lo mismo.
Varias serán consecuencias directas, a corto plazo. Así, evidentemente, el fin del trabajo tradicional (lo que hace completamente innecesaria una política nacional sobre inmigración porque, sencillamente, no hay trabajo por cuenta ajena para los nacionales luego no tenemos un excedente que ofrecer para los extranjeros).
La automatización es centrífuga: invadirá la totalidad de las esferas de actividad de todo orden mediante la implementación robots y el desarrollo sistemático de nuevas máquinas dotadas de ‘vida propia’ con algoritmos que proporcionen servicios individuales o colectivos.
En un modelo de esas características, digámoslo sin miedo: sobra población y, por eso, se va a prescindir de la educación (las habilidades para diseñar, programar y fabricar máquinas de la cuarta generación no precisarán del anquilosado sistema de educación pre y universitario que pasará en bloque a la gestión privada) … y el mantenimiento de la población sobrante se hará mediante rentas básicas para satisfacer un mínimo de alojamiento y de manutención.
Se abrirán nuevos campos para el trabajo, pero, no alcanzarán en conjunto reponer mínimamente ni una décima parte el número de empleos tradicionales que se destruirán. Y, en cualquier caso, esas nuevas actividades requerirán exigencias de cualificación de muy alto nivel que la inmensa mayoría de la población sobrante no está en condiciones de ofrecer.
Solo podrá esperar para esas poblaciones zombis aplicar una política paliativa, en otras palabras, de exterminación de la población o bien lenta (drogas, feminismo, no reproducción, dependencia, morbilidad crónica, aborto … ) o bien brutal (como en la pandemia con nuevos virus, guerras … ) todo aderezado por productos farmacéuticos: no se permitirá la competencia que representan las mafias criminales para seguir controlando el mundo del diseño, de la producción y de la comercialización de las drogas ‘ilegales’, mercado al que se extenderán y que gestionarán directamente los grandes emporios farmacéuticos. Un nuevo nicho de negocio.
2.- Ambos contendientes en las elecciones estadounidenses, en relación a la guerra Rusa/Ucraniana, tienen posiciones idénticas en lo esencial. Y Europa está ahí en medio sin saber qué hacer, pero permaneciendo en la OTAN y sufriendo las exigencias de EE.UU.
El planteamiento convergente entre los contendientes en EE.UU. (y que han asumido acríticamente los europeos) es el siguiente: que, si no apoyamos a Zelenski, Rusia marchará directamente a través de Polonia en su camino hacia Alemania.
Mientras tanto, Blinken y los generales estadounidenses se están reuniendo en Ucrania para averiguar cómo poner fin a la guerra y cambiar el enfoque, de manera muy similar a cómo Estados Unidos se retiró de Afganistán cuando quedó claro que les convenía hacerlo.
No olvidemos un dato histórico: han sido los europeos los que han invadido Rusia, no al revés. La toma de Polonia, Hungría, Rumanía … y Alemania Oriental durante la II Guerra Mundial no respondía a una “invasión” ortodoxa sino a una “liberación”. Otra cosa es que después de marchar dejarán instalados en los gobiernos de los países liberados a sus partidos comunistas afines.
No podemos ignorar, en efecto, que una de las formas que Estados Unidos está haciendo para que los europeos prácticamente se suiciden es mediante su control sobre sus élites políticas. Un mercado sencillo de comprar, puesto que todos los políticos europeos al uso se conciben como dotados de valores ‘universales’ (desprecian los nacionales), presentan grandes déficits de formación (¿dónde trabajaría fuera de la política) y los mueve los vicios de eso que podríamos denominar ‘la erótica del poder’. Cuando sobran en sus países, para la defensa de los intereses de los EE.UU. son promovidos y promocionados en sus organismos internacionales (la OTAN, el FMI, el BM, etcétera) o reciclados, en una segunda existencia, vegetando en las altas instituciones europeas. Círculo cerrado.
De modo que el libre comercio al que está renunciando Europa es el comercio con el mercado en crecimiento más próspero del mundo: China, Rusia y los demás países a los que los neoconservadores estadounidenses están imponiendo sanciones o aranceles (es lo mismo) precisamente porque están creciendo y volviéndose más autosuficientes. Y ese crecimiento es lo que el estratega estadounidense ve como una amenaza a su capacidad de dominarlos.
Putin respecto a Europa, se da cuenta de:
1º Que cuanto más se prolongue esta guerra, más tensiones se acumularán en Europa contra la guerra (así Nord Stream nos ha perjudicado y las mismas sanciones impuestas a Rusia).
2º Que toda la promoción de las industrias bélicas por parte de los Estados Unidos nos ha perjudicado: una vez agotados nuestros arsenales facilitados a Ucrania, tenemos que comprar armamento a EE.UU. aun precio ruinoso.
3º Y que la idea de gastar nuestro presupuesto europeo en la guerra contra los rusos y con el armamento estadounidense, y básicamente asumir el costo de la guerra si gana Trump, está generando que la población comience a estar contra la guerra (Alemania ya ha tenido un vuelco en las últimas elecciones con partidos ‘nacionalistas’ mientras padece los estragos de esa política claudicante con los despidos en serie de la industria automovilística).
Por eso, creo que Putin sostiene que nos encontramos ante una situación inherentemente inestable. Por otra parte, dijo en la última reunión de los BRICs en Kazán, que Rusia no espera volver a asociarse con Europa occidental, con la OTAN, durante otros 30 años; les llevará a los europeos mucho tiempo separarse de Estados Unidos. Y eso parece un largo declive para Europa, mientras siga siendo objeto no sólo de Estados Unidos, sino de las guerras de Estados Unidos y de la transformación de la OTAN de una alianza defensiva a una alianza ofensiva, desde Ucrania hasta el Mar de China.
¿Qué va a pasar después de las elecciones EE.UU.? Mi respuesta es: nada. Nada va a cambiar mucho, seguirá el empeoramiento de Europa.
PD: El mundo no precisa líderes porque para que existan líderes sólidos se precisa que preexistan nuevas ideas fuerzas, motrices y radicales. No hay ideas, luego no puede haber líderes.
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