21/11/2024 15:15

«La presencia de María Jesús Montero en las dos cámaras parlamentarias, hace unos días, ha servido para aclarar poco y embarrar más la cuestión».

Tan poca es la transparencia del Gobierno, y tan despreocupado está por las cuestiones que interesan a la ciudadanía, que han pasado varias semanas desde que acordaron el PSC y ERC la investidura de Salvador Illa, pero no se han dignado en explicarnos con eficacia y eficiencia si lo de Cataluña es un concierto, un acuerdo, un convenio o la asignación de un cupo. Yo me inclino por esto último, aunque la ministra de Hacienda lo disfrace de bailarina, en vez de hacerlo de bandolero ladrón. Nunca más actualizado que ese «¡Cataluña nos roba!». Prueba de ello es que los presidentes de CC.AA., incluidos los de las comunidades socialistas, han puesto el grito en el cielo.

Ese grito se ha escuchado en toda España, si bien el que más ha calado ha sido el del consejero de Hacienda, Administraciones Públicas y Transformación Digital de Castilla-La Mancha: “No me creo los argumentos de Montero, quiero la letra pequeña del pacto catalán”. Muy agudo el consejero, Juan Alfonso Ruiz Molina, que ha dejado a María Jesús Montero en ridículo espantoso; es un hecho que la actual ministra de Hacienda utiliza su mala verborrea para trafullar y trafulcar, con construcciones lingüísticas ininteligibles, chistosas, festivas y atrabiliarias. La conclusión es que acaba por no aclarar nada, juntar chascarrillos y demostrar su habitual desconocimiento de temas varios, algo muy habitual en ella.

Sinceramente, Montero ofrece menos confianza que Conde-Pumpido en el TC, “Gracita” Bolaños en una mesa redonda sobre política financiera e igualdad de oportunidades u Óscar Puente reorganizando el Plan Ferroviario Nacional tras conseguir cerrar vías un día sí y otro también. Y si a eso unimos las meteduras de pata de la portavoz nacional-socialista, hoy relegada temporalmente, pues entonces sí que es imposible enterarse de cómo hay que denominar el ya famoso cupo o concierto catalán.

 La presencia de María Jesús Montero en las dos cámaras parlamentarias ha servido para aclarar poco y embarrar más la cuestión. El objetivo era explicar el «concierto» catalán, pero no lo hizo, sencillamente porque no supo. Su racanería dialéctica, desconocimiento del tema y afán por ocultar la verdad hizo que nos quedáramos igual. Eso sí, desde la oposición le dieron más cera que lentejas dan por un euro. Las dudas siguen estando ahí. Me recordó a Yolanda Díaz intentando explicar los ERTE cuando aún no sabía qué era eso, ni qué significaba ese acrónimo.

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¿Qué es lo que se ha firmado entre PSC y ERC? Sabemos que hay infinidad de contrapartidas arrancadas con amenazas por parte de ERC. Ante una situación así, y con tal de seguir durmiendo en Moncloa, Sánchez firma hasta en el lomo del documento. Sabemos también que va a haber un alza de casi un 30% en el tramo del IRPF porque de alguna forma debe compensarse la cesión de tributos a la Generalidad. Precisamente porque el Gobierno español dispara con pólvora del rey, la ciudadanía tiene derecho a exigir que se explique por escrito el contenido del «cupo» -simple «concierto» para Sánchez y Montero—que vamos a pagar entre todos los españoles.

Si estaba poco embarrada la explicación de ‘Chiqui’ Montero, no menos barro ha echado a la explicación la socióloga burgalesa, portavoz nacional-socialista y secretaria general en tierras castellanas del Cid. Me refiero a Esther Peña que, en un intento de comparar cuestiones que ahora son antagónicas, no ha dudado en recurrir a la «igualdad territorial», algo así como comparar cacahuetes con tomates o churras con merinas. ¿Se extraña alguien de que ahora el PSOE no pasee a esta señora por las televisiones, hablando de lo que supone el «cupo catalán para el afianzamiento de la igualdad entre Cataluña y el resto de España»? Además, el mismo papelón que ella ha hecho, lo ha hecho también la ministra de Educación, Pilar “Juergas”. Un resbalón político que desautoriza a ambas para abrir la boca en política.

Hay, además, algo más grave sobre el asunto y es que a la portavoz nacional del PSOE le ha faltado tiempo para comparar ese cupo o concierto catalán con las ayudas recibidas por Soria, Cuenca y Teruel. Una comparación hecha con torpeza supina y con la que sus propios compañeros han montado en cólera. Esther Peña no ha sabido defender la «financiación singular» de Cataluña. Pero ha ido más lejos: «Hemos firmado un reconocimiento a una financiación singular como ya tienen otros territorios de España». ¡Para correrla a gorrazos!

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Para ahondar más en la reseñada barbaridad, continuó ampliando el absurdo planteamiento: «Quiero recordar que la primera fiscalidad diferenciada y singular que se llevó a cabo en España es la que tienen Soria, Cuenca y Teruel» Ahí es nada, dio a entender que los sorianos, conquenses y turolense llevan tiempo chupando del bote y de espaldas al resto de las provincias contribuyentes. ¡Qué ignorante! ¡Qué torpeza mintiendo para acabar por ponerse “de culo y cuesta arriba”! ¿Nadie explica a esta señora burgalesa que eso no es financiación diferenciada y mucho menos singular?

Ante semejante tropelía de la portavoz nacional-socialista no faltaron compañeros suyos que levantaron los brazos al grito de «¡burra, más que burra!». Y es que algunos socialistas más leídos eran conscientes de que «esas ayudas lo son para el funcionamiento de las empresas». No se han quedado atrás García-Page, Lambán, Fernández Mañueco y numerosos diputados socialistas en el Congreso. La portavoz y Pilar “Juergas” debían ser las únicas que no lo sabían.

Tras las barbaridades expuestas por esta joven política burgalesa, y que era el recambio natural de Luis Tudanca, sospecho que lo ha fastidiado todo con las patas de atrás.

Sin duda, la explicación del PSOE sobre la financiación singular de Cataluña ha sido muy torpe y descarada por atrevida. «Es un insulto a la inteligencia», como dicen los alcaldes socialistas de Soria, Teruel y Cuenca, además de presidentes y expresidentes socialistas de comunidades autónomas. El más claro y honrado, el expresidente Lambán.

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Jesús Salamanca Alonso
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Los impuestos, como la esclavitud o la servidumbre del pasado, son instituciones anticristianas que van a ser erradicadas con total seguridad por Dios Nuestro Señor y su instrumento, la Santa Iglesia Católica Apostólica, que es el instrumento por el cual Dios obra la salvación y redención de los fieles a Cristo a lo largo de todos los siglos y bajo la inspiración del Espíritu Santo que obra y se comunica por medio de los santos, elegidos de Dios.
Los impuestos no pueden subsistir, y quien apoya los impuestos, es enemigo de Dios, pues robar es pecado mortal (no ha dejado de serlo jamás) y los ladrones no heredarán el Reino de Dios (1 Co 6, 9-11). Que el Señor comiera con publicanos y pecadores no quiere decir que autorizase el robo como modo de vida, aunque hoy esté prácticamente generalizado como modo de vida, voluntario o involuntario (el «es que si no pago impuestos me despiden, me cierran la empresa, me deniegan la contrata, me quitan la concesión, me quitan la beca, me meten en la cárcel, no me dan trabajo,…». Los mártires no pusieron excusas). Los impuestos son un robo en todo país y tiempo en que se han aplicado, siempre para comprar voluntades (ejércitos, fuerzas de orden, alianzas, funcionarios, servidores, etc., en favor de los poderosos políticos, nobles o empresarios) como el degenerado compra los servicios de una prostituta.

Que el concierto catalán sea «inconstitucional» no es defendible porque Vascongadas y Navarra tienen el suyo. Y si todos son «iguales ante la ley», ¿por qué subsiste el concierto vasco navarro, privilegio intolerable durante casi cinco décadas?¿Acaso los vascos y navarros son ciudadanos de primera y el resto somos parias? Lo único en lo que los antiespañoles catalanes (que odian a los españoles a España aunque lo nieguen) tienen razón es en exigir lo mismo que tienen los vascos, en eso no se les puede rebatir en modo alguno. Y ante eso no hay argumentos «constitucionales», pues la propia Constitución queda en evidencia como engaño miserable de masas, redactada por unos hijos de satanás que sometieron a los españoles a ese engaño y por el que algunos ya estarán pagando sus culpas con toda seguridad. Pero el camino no tiene que ser el «café para todos», no, sino la desaparición total de todos los impuestos (nacionales, regionales, provinciales, locales y europeos). La rebeldía fiscal catalana, si no hay bien que por mal no venga, bien puede ser el origen de la desaparición generalizada del robo fiscal y de «seguridad social» (insegura y en peligro enorme de quiebra, cuando su supervivencia puede ser aún muchísimo peor y más esclavizante), en lugar de los reinos de taifas de esclavitud fiscal crecientemente opresiva y socialista que los caciques regionales ahora exigen como «igualdad para todos». Lo que tiene que desaparecer es el robo, no regionalizarse por bandas de ladrones corruptos caciquiles regionales, además de asesinos de masas muy votados por sus irresponsables ciudadanos. Fuera impuestos, que los impuestos son PECADO mortal y puñalada al Sagrado Corazón de Jesús.

La ausencia de impuestos no impide las donaciones libres, responsables y en conciencia. La caridad sí es exigencia cristiana, el robo es pecado mortal, cometa quien lo cometa, gobiernos incluidos que no tienen bula para no pecar, por mucho prelado que nombren según su ideología política. Si papas, cardenales, arzobispos, obispos o sacerdotes católicos dicen lo contrario, tendrán que explicárselo al Señor el día o Día que lo tengan delante en el Juicio. La hipocresía no es cristiana.

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