21/11/2024 13:35

Charles Baudelaire afirmaba que “la más hermosa jugada del Diablo es persuadir a los hombres de que no existe”.

Llevaba razón Charles Baudelaire, porque hasta tiempos muy recientes el Diablo ha venido actuando disfrazado, emboscado. Tratando de no ser visto. Induciendo a los hombres a pensar que no existía, para de ese modo posibilitar el éxito en la batalla destructora que de forma constante está librando contra el hombre. Al igual que el comando militar trata de ocultar su presencia ante el enemigo, para que de este modo le sea más fácil el asalto a las posiciones de éste.

Pero en los últimos tiempos las cosas han cambiado. Hoy día el Diablo no se embosca, no se esconde. Hoy día se exhibe sin pudor ante los ojos indiferentes de la mayor parte de los hombres. Hoy día, quizás, pensando equivocadamente que la batalla la tiene ya ganada, se asoma a todas las ventanas de este desdichado mundo en el que nos ha tocado vivir.

Y así nos encontramos con que en los países occidentales está reconocido el satanismo como una confesión religiosa más, gozando del mismo estatus jurídico fiscal que las iglesias cristianas, las mezquitas musulmanas, las pagodas budistas y las sinagogas judías.

De este modo la sociedad occidental nos hace ver con nitidez la existencia del Demonio, induciendo a los infelices seres humanos que la conforman a darle culto.

De igual modo podemos consultar multitud de libros cuyos autores describen con minuciosidad las referencias satánicas en la música que la sociedad occidental ofrece a sus jóvenes para su ocio y divertimento.

Medio por el cual la desventurada sociedad occidental cuida con mimo y esmero que los satánicos fieles sean, día a día. más abundantes en número y más obcecados en su fe.

Libros, cine, internet, música…nuestro mundo occidental está lleno de reclamos y ambientes propicios para la incorporación de los jóvenes a “la cultura satánica”:

Según el profesor Tonino Cantalmi “se sienten atraídos y fascinados por la rebelión y la anarquía, por la práctica del sexo, el consumo desmedido del alcohol y la atracción de la droga. Hay algo muy importante, y es que el satanismo no es ausencia de valores -si fuera así, sería mucho más fácil combatirlo- sino un contravalor, la afirmación y el triunfo del valor moral del mal, por desgracia algo profundamente atractivo en los tiempos que corren”.

No nos debe de extrañar que sea Occidente el hemisferio en el cual Satanás ponga más entusiasmo en sus embestidas. Occidente fue el hemisferio identificado como la Cristiandad en el pasado; lógicamente Lucifer ha de luchar con denuedo para tratar de implantar en el mismo la satanidad.

Ha sido en los Juegos Olímpicos celebrados en París en los que Francia se ha prestado a facilitar al Maligno la tarima adecuada para que éste escupiera a todo el orbe su maloliente esputo.

La Grandeur de la France. La Grandeza de Francia es una frase que a modo de salmodia repetitiva, monocorde y rutinaria repiten los franceses cuando tratan de hablar de la historia de su patria.

Existen muchos estudiosos que afirman que en el fondo de este lema se esconde la frustración íntima y profunda de los franceses, por la cual se sienten obligados a proyectar sobre su patria una cualidad que su nación jamás poseyó.

Yo no opino así.

Francia fue la primera nación que, de manos de su rey Clodoveo, el año 496. acogió al cristianismo como religión de la Corona y por lo tanto de todos sus súbditos.

Este hecho le valió a Francia el honor de ostentar el título de Cristianísima e hija primogénita de la Iglesia Católica.

Francia es la única nación en el mundo cuyo Jefe de Estado desempeña, a niveles honorarios, una canonjía en San Juan de Letrán.

La Cristianísima Francia ha sido agraciada con múltiples visitas marianas canónicamente aceptadas:

Años 1664-1718. Nuestra Señora de Laus. En Laus.

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Año 1830. Nuestra Señora de las Gracias. En Rue du Bac. Paris.

Año 1846. Nuestra Señora de La Salette. En La Salette-Fallavaux.

Año 1858. Nuestra Señora de Lourdes. En Lourdes.

Siendo así, habremos de reconocer, pues, que si bien, la Historia no ha regalado a Francia la Grandeza, sus profundas raíces cristianas si la han obsequiado con la Eminencia. Y siendo así ¿ cómo nos ha de extrañar que el Padre de la Mentira esté obsesionado con infiltrar sus estructuras, prostituir sus raíces y demoler su alma, convirtiendo a Francia en el púlpito desde el cual herir con sus fétidos escupitajos a la doliente humanidad.

Francia trajo la Revolución y junto con ella protagonizó el genocidio. El primer genocidio de la edad contemporánea.

La Vendeé fue arrasada. Textualmente se movilizó la República Francesa a fin de “exterminar a esta raza rebelde”. Los vendianos eran católicos. Fueron masacrados. Satanás ya le cobró de este modo a Francia su tributo en 1794.

Y así ha sucedido en los Juegos Olímpicos celebrados en París este año de 2024.

Desde que surgieron los Juegos Olímpicos modernos el año 1896 en Atenas, haciendo realidad el sueño del barón de Coubertin, han sido éstos símbolo de paz entre las naciones, exhibición de los anhelos de comprensión entre los pueblos y ocasión de mostrar un espíritu de noble emulación entre todos los seres humanos.

Forma parte de la tradición olímpica que los juegos sean inaugurados con una ceremonia en la cual el país anfitrión realice una muestra sinóptica y resumida de su devenir histórico; que con orgullo haga ver ante sus huéspedes la vereda que su cultura ha roturado en el acervo del saber universal; que satisfecho enseñe a sus visitantes la influencia que sus consecuciones científicas han dejado plasmadas en el progreso de la Humanidad; que haga desfilar ante el cosmos humano que hasta él ha llegado, un esquemático elenco de las costumbres y tradiciones mediante las cuales ha venido expresando su propio y peculiar modo de interpretar la existencia.

Esta es precisamente la ceremonia que los habitantes de este desgraciado planeta no quieren dejar de ver. Este es el acto olímpico que la mayor parte de las familias del mundo contemplan tradicionalmente con delectación en torno al televisor.

Pero en esta ocasión no ha sido así.

Este año, cuando las familias del mundo se congregaban en torno al receptor de televisión para ver la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos que habían de celebrarse en París, se han encontrado con que desde la pantalla salía disparado hacía sus rostros un espeso y repugnante esputo de Satanás.

Una niña que peregrinaba por los brazos de adultos de modo que muchos interpretaron como clara incitación a la pederastia. Un becerro de oro en rigurosa alusión al ídolo por el cual Dios fue sustituido en el Sinaí. Un caballo blanco montado por un jinete sin rostro, que a modo de apocalíptico anticristo, exigía pleitesía, acaudillando a todos los pueblos. Una María Antonieta guillotinada, paseando con su cabeza entre sus manos, simbolizando la decapitación de la que fuera Cristianísima Francia e hija primogénita de la Iglesia.

Y como final la blasfema, obscena y ridiculizadora, representación de la Última Cena de Cristo en torno a los apóstoles. Cena en la cual fue instituida la Sagrada Eucaristía. No lo olvidemos.

Todo en fin dirigido a tratar de sustituir, entre burlas y mofas, al que es Camino, Verdad y Vida, por aquél que tan solo es señor de la perdición, de la mentira y de la muerte.

Claro que estos hechos contravenían la Regla 50 de la carta Olímpica que reza lo siguiente «No se permitirá ningún tipo de manifestación ni propaganda política, religiosa o racial en ningún espacio, instalación u otro lugar que se considere parte de los emplazamientos olímpicos«.

¿Qué más da? Para el Maligno no hay derecho ni normas. Solo el mal es ley.

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Han sido multitud las voces que se han alzado, desde el mundo civilizado, criticando el ritual satánico con el que se han inaugurado los Juegos Olímpicos de este año de 2024 en París. El prestigioso escritor César Vidal exclamaba con dolor: La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en París ha sido una nauseabunda manifestación de decadencia espiritual. Es el fin de una cultura. ¿Vencer a Rusia? Suerte tendrán si Rusia no es la navaja alquilada de Dios para borrarlos de la faz de la tierra por degenerados.

El Vaticano ha mostrado su entristecido sentimiento ante tan repugnante puesta en escena. La iglesia francesa escandalizada ha lamentado profundamente que se incluyeran escenas de burla y mofa del cristianismo. Una multitud de intelectuales y artistas han clamado, en todo el orbe, públicamente indignados por tan soez espectáculo.

Insignes instituciones islámicas han condenado con radicalidad esta diabólica mascarada. No debemos olvidar que Jesús de Nazaret, para los musulmanes, es un profeta reverenciado que el Corán menciona en 66 ocasiones. Veinticinco con su propio nombre; en treinta y tres pasajes como Hijo de María y once veces como Mesías.

En el número correspondiente al día 5 de agosto de 2024 del periódico El Debate podemos leer que Al Azhar, la institución religiosa egipcia, referente principal del mundo islámico suní declaraba “faltar al respeto a Jesucristo o a cualquiera de sus compañeros profetas es un acto de extremismo y barbarie temeraria”. Condenando también Al Azhar las escenas que “retratan a Jesucristo en una imagen ofensiva que (…) veja a los creyentes en las religiones y traiciona la moral” rechazando “todo intento de faltar al respeto a cualquiera de los profetas de Dios.”

Explica Al Azhar en su condena de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Paris que “los profetas, los mensajeros son lo mejor de la creación de Dios. Él los eligió para llevar el mensaje de la bondad a los mundos”. Considerando dicha institución que “faltar al respeto a Jesús o a cualquier otro profeta es un pecado y una vergüenza”.

Concluye Al Azhar diciendo que con esta representación de Jesucristo se trata de “imponer un estilo de vida animal que contradice la sana naturaleza humana, y así normalizarlo a la fuerza en las sociedades por todos los medios y métodos posibles e imposibles”.

Para concluir queremos hacer referencia a un fenómeno extraño que ocurrió en Paris tras la culminación de la aberrante ceremonia de inauguración de sus Juegos Olímpicos. Justamente después del diabólico gargajo.

Un apagón en el suministro de energía eléctrica sumió en las tinieblas a la capital de Francia. Tras el esputo de Satanás todo París quedó sumido en una sima de tenebrosa negritud. Sí. Todo Paris exceptuando la Basílica del Sacré Coeur. La Basílica del Sagrado Corazón, templo en el que de forma permanente se encuentra expuesto el Santísimo Sacramento a fin de que los fieles puedan acudir, y ante Él postrarse en adoración. Solo la Basílica del Sacré Coeur destacaba iluminada en París, tal y como nos muestra la fotografía que ofrecemos como ilustración en la cabecera del presente artículo.

De este fenómeno ninguna autoridad francesa ha dado una justificación técnica. Nadie ha ofrecido una explicación que pueda esclarecer las causas de tan peculiarísimo evento.

Por mi parte si quiero cerrar estas líneas invocando muy en silencio al Sagrado Corazón de Jesús, y allá en los profundos adentros de mi alma confesarle, muy quedamente, que en Él confío.

Autor

Juan José García Jiménez
Juan José García Jiménez
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Leocadio Salvatierre

ELLOS SABRAN, HAN ELEGIDO SU FINAL EN EL INFIERNO, DONDE TODO SERA LLANTO Y CRUJIR DE DIENTES, QUERIDO JUAN JOSE GARCIA JIMENEZ.

Geppeto

El Infierno seguramente no existe y si existe esta lleno de clérigos Por eso no me atrae el ir al infierno porque hay demasiados curas obispos cardenales y papas y también muchas monjas A mi me gusta un infierno lujurioso lleno de mesalinas y salidos sexuales y no de reprimidos asquerosos como los curas y las monjas Prefiero a las brujas y a los demonios

José Mª

Siempre he mostrado comprensión ante quienes dicen no creer en Dios «porque no lo ven» pero ¿Acaso no ven al demonio cuyas obras y personas son tan obvias como nos muestra el excelente artículo? Eso, al menos ¿no les hace meditar?

Cayetana

Realmente fue una ceremonia de apertura de unos juegos aberrante en todos los sentidos. Al menos llovió… En cuanto al satanismo, qué decir… no es nada nuevo. No sabía que el satanismo fuera aceptado como una confesión religiosa a nivel estatal. Muy interesante artículo.

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