21/11/2024 21:16

Se atribuye a Lenin, el padre ¿intelectual? de todos ellos, el siguiente axioma, de tintes trágicos: “Contra los cuerpos, la violencia; contra las almas, la mentira”. A ello se han dedicado, con un empeño digno de mejores causas, los comunistas, desde que son.

Por eso en 1936 un grupo de militares se alzó en armas, no contra la República, sino contra un régimen que, bajo la apariencia de legalidad, había devenido en un sistema macabro: era la media España que no quería morir a manos de la otra media (contra los cuerpos, la violencia, ya lo hemos dicho antes).

Por eso el capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés González, al frente de la Comandancia de Jaén, se atrincheró en el Santuario de la Virgen de la Cabeza y, el 14 de septiembre de 1936, ¡dos meses después del inicio de la guerra!, dio el grito de rebelión en aquél picacho de Sierra Morena: para defender su vida, la vida de los suyos, así como la de los familiares de sus compañeros del Cuerpo que ya se habían pasado a la zona nacional, unos por el frente de Granada, y otros por el de Córdoba.

Allí fueron asediados, de manera inmisericorde, por el ejército republicano, bajo la acción destructora de la infantería, la artillería y la aviación, que en ningún momento pensó que la posición defendida por la Guardia Civil carecía de valor estratégico desde el punto de vista militar, y que, en su mayor parte, el personal allí refugiado estaba formado por población civil, es decir, mujeres, ancianos y niños, pues defensores aptos para empuñar las armas había pocos.

La página de heroísmo que en el Santuario de la Virgen de la Cabeza escribieron Cortés y sus guardias civiles, resistiendo casi nueve meses de penoso asedio, sufriendo toda clase de calamidades, constituye un claro ejemplo de valor y fidelidad a unos ideales, que causó la admiración incluso entre quienes les habían derrotado por las armas. Pero es que, además, los defensores del Santuario también fueron olvidados por el ejército nacional, pues si bien es verdad que el general Queipo de Llano (que no era un bendito, ya lo sé), se mostró siempre preocupado por atender a los refugiados en Sierra Morena, y que el capitán Haya, desde el cielo, junto con otros aviadores, les proporcionaron víveres a los sitiados, lo históricamente cierto es que nunca, en el llamado entonces Ejército del Sur, se proyectó una operación militar seria que tuviera como objetivo la liberación del Santuario. Es decir, que los defensores fueron castigados por la izquierda y olvidados por la derecha.

El capitán Cortés murió el 2 de mayo de 1937, al día siguiente de la caída del reducto, como consecuencia de las heridas que sufrió en el ataque final. Su cuerpo descansa en la cripta que hay en los sótanos del Santuario, junto con sus oficiales. En el cementerio situado en la Cañada del Pozo de la Higuera, descansan los heroicos defensores que allí dieron su vida por España.

Algunos símbolos recuerdan la Gesta en el Santuario, pero son pocos, están abandonados y, en ellos no se exalta a ningún régimen político, sino que, simplemente, se recuerda de forma sencilla la ejecutoria limpia de quienes allí lo dieron todo por la Patria, sin pedir nada a cambio.

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La infamia

El 7 de mayo pasado, en el parlamento andaluz, se ha consumado la infamia, urdida durante largo tiempo: el grupo parlamentario “Por Andalucía” (es decir, los comunistas), ha presentado una “Proposición no de ley” instando a retirar los símbolos que, en el Santuario y su entorno, recuerdan la Epopeya, entre los que se incluye, como es obvio, tanto la cripta como el cementerio. Esta “Proposición no de ley” fue apoyada por el PSOE y por el PP, pues en contra de la misma sólo votó Vox.

Tengo delante de mí la “Proposición no de ley”, y es lamentable, tanto en la forma como en el fondo. En la forma porque está plagada de faltas de ortografía y de errores de redacción, es decir, que los comunistas no saben escribir, cosa que no me extraña, pues he tenido a muchos en la escuela y por lo general no eran muy aplicados.

Pero es que también es penosa en el fondo, pues sólo desde un desconocimiento profundo de la historia y con una interpretación muy torticera de la misma, se puede llegar a ver en los símbolos, lo que ellos dicen ver, que es lo siguiente: “la máxima exaltación militar-religiosa, personal y colectiva del 18 de julio de 1936, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura franquista”.

Recordemos que, entre los símbolos a los que los comunistas aluden, se encuentra el cementerio, donde, no lo olvidemos, descansan los restos de personas (guardias civiles, paisanos, mujeres, ancianos y niños) que fueron masacrados cruelmente por el ejército republicano mucho antes de que terminara la guerra civil y que, por consiguiente, pocas responsabilidades pudieron tener los pobres en la historia posterior de España. Para ver en el cementerio “exaltación de la represión de la dictadura franquista”, hay que ser una de estas cuatro cosas: analfabeto, malo, tonto o comunista… aunque, por lo general, las cuatro cosas van juntas en el mismo lote.

Mi postura

Ante este hecho yo no puedo estarme quieto, pues entonces no tendría la conciencia tranquila, ya que desde pequeño he sentido una admiración sincera y profunda por el capitán Cortés, por sus guardias civiles, así como por la idea de España que ellos allí defendieron. Desde que tengo uso de razón, ya digo, me recuerdo leyendo e investigando todo lo relacionado con el Asedio.

Sé que puedo hacer poco, pues mis medios son escasos y mis fuerzas limitadas, ya que la salud, por desgracia, no me acompaña. La primera idea que me pasó por la cabeza fue la de iniciar una recogida de firmas para hacérselas llegar a Jesús Estrella Martínez, delegado de la Junta de Andalucía en Jaén, pues, además, este hombre fue antes alcalde de Andújar, donde el Partido Popular, al igual que en el Parlamento de Andalucía, gobierna con mayoría absoluta. Se trataría de pedirle al señor Estrella que haga lo posible por parar este desatino, es decir, que use su mayoría absoluta, su sentido de la decencia y su humanidad, para que el Santuario no sea profanado. Pero esta idea primigenia, la de recoger firmas, echándome a la calle, si ello fuera preciso, la he desechado… porque no puedo hacerlo.

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Es posible, no obstante, que sí le escriba una carta a Jesús Estrella Martínez, pero a nivel personal, solicitándole una entrevista para hacerle saber mi postura sobre el tema del Santuario, pues me consta que el señor Estrella es una persona sensible para con las cosas de su pueblo, y todo lo concerniente al Santuario, desde luego, sé que lo siente como propio.

Mientras tanto, se me ocurre ofrecerme a algún partido político, asociación, abogado, colectivo, cofradía, etc., que quieran plantar batalla en este asunto, pues hay muchos flecos legales, que yo conozco bien, que hacen que intervenir en el Santuario no sea tan fácil como algunos se piensan.

Todo sea por llevarle la contraria a los comunistas, que ahora, siendo fieles al macabro axioma con el que empezábamos este artículo, se afanan en aplicar la segunda parte del mismo, es decir, “contra las almas, la mentira”. Al menos, por lo que a mí se refiere, no voy a dejar que la mentira, “su mentira”, se extienda sobre la limpia página de heroísmo, sufrimiento y abnegación de la Guardia Civil en el Santuario de la Virgen de la Cabeza. Voy a luchar hasta donde pueda, para que dejen al Santuario en paz.

Pienso hacer todo lo posible, aunque sé que es muy poco, para que los comunistas no me impongan “su mentira”, pues entonces estarían borrando mi memoria y, con ella, también me estarían dejando sin dignidad… que ya es lo único que me queda.

Galería fotográfica

Cementerio del Santuario. Aquí los comunistas dicen ver “exaltación de la represión de la dictadura franquista”. Fotografía: Blas Ruiz Carmona

Blas Ruiz Carmona, autor de este artículo, delante de la base del Monumento a los Héroes del Santuario. Fotografía: Jesús Ruiz Fuentes

Monumento a los Héroes del Santuario, obra de Antonio González Orea. Erigido en 1965 (veintiséis años después de terminada la Guerra Civil). La alegoría que nos presenta el escultor, es preciosa: un ángel eleva el alma de un caído hacia la Virgen. Pues bien, aquí los comunistas dicen ver “exaltación del 18 de julio de 1936”. Fotografía: Blas Ruiz Carmona.

Autor

Blas Ruiz Carmona
Blas Ruiz Carmona
Blas Ruiz Carmona es de Jaén. Maestro de Educación Primaria y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Tras haber ejercido la docencia durante casi cuarenta años, en diferentes niveles educativos, actualmente está jubilado. Es aficionado a la investigación histórica. Ha ejercido también el periodismo (sobre todo, el de opinión) en diversos medios.
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